Capítulo 5

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Camila vio a Lauren caminando por el pasillo del colegio cuando salió de su clase de Historia. Se apresuró para llegar a ella porque había estado esperando verla durante todo el día para sabes cómo estaba y cómo había vuelto a su casa el sábado por la noche, en realidad, el domingo en la madrugada. Ella había llegado bien por suerte pero había estado preocupada por la oji verde durante todo el domingo y no sabía nada de ella hasta ese momento.

—¡Lauren!—La detuvo antes de que doblara en l esquina del pasillo. No hacia falta preguntar dónde iba porque estaba claro que estaba a punto de salir del colegio.

Llegó hasta ella justo cuando el timbre anunciando el cambio de hora sonó en todo el colegio. Lauren tenía un aspecto malo. Como había pensado, estaba enferma. Muy enferma. Camila se sintió culpable porque por protegerla a ella del frío y la lluvia se había enfermado.

—¿Estás bien? ¿Cómo llegaste? Había querido saber de ti ayer y no tenía tu número, nada.—Lauren se rió en voz baja divertida al ver a Camila bastante alterada.—Y estás enferma por mi culpa. ¿Tienes fiebre?—Preguntó llevando una mano a la frente de Lauren confirmando su pregunta.—Tienes fiebre.—Confirmó.

—Camila.—Se rió sacando la mano de su frente y sosteniéndola un momento.—Estoy bien.—Mintió.

—¿Tomaste algún medicamento? ¿Tu madre te dio algo?—La sonrisa de Lauren se borró lentamente fingiendo una.—No debiste venir hoy, te hubieses quedado en la cama.

Lauren sintió una punzada en el corazón. Tragó saliva con dificultad porque le dolía la garganta y miró a Camila. Esa chica la hacía sentir tan frágil cuando estaba a su lado y a la vez le hacía bien porque nadie se preocupaba tanto por ella como lo hacía Camila y apenas sabía algo de su vida, apenas habían compartido algunos momentos y el último había sido un desastre.

—Estoy mejor ahora.—Dijo con la voz ronca a causa de estar quedando sin voz. La garganta le dolía mucho al hablar.—Gracias por preocuparte.

—¿Tomaste o no algo?—Insistió Camila.

—No.—La morena frunció las cejas.

—¿Tu madre no te dio nada? Estás mal, Lauren.  Ella debió…

—Camila.—La detuvo hablando seriamente y Camila se calló rápidamente.—No te preocupes. Todo está bien.

—Pero…—Suspiró dándose por vencida y miró hacia atrás asegurándose de que no había nadie en el pasillo.—¿Te ibas?—Lauren asintió.—¿Puedo ir contigo? Podemos ir por un café caliente y luego ir a mi casa, voy a llamar a mi madre para que me diga dónde hay algo para ti y…

—Cállate un rato, loca.—Lauren sonrió un poco divertida. Sentía ternura al ver a Camila en ese estado. Preocupada por ella.—Y sí, puedes venir conmigo si quieres, pero no hace falta que llames a tu madre. Vamos por un café y luego… No sé…

—A tu casa porque necesitas descansar.—Lauren no estaba segura si era buena idea llevar a Camila donde vivía, pero la morena le tomó la mano comenzando a caminar y no tuvo otra opción que seguirla.

Al parecer se les estaba haciendo costumbre el tomarse de la mano. Por primera vez, a Lauren no le importaba aquello y por los siguientes diez minutos caminaron hasta la cafetería más cercana. Camila se la pasó hablando y Lauren simplemente la escuchaba estando en silencio.

Luego de pedir sus cafés se sentaron en una mesa y Lauren sentía alivio mientras el líquido caliente pasaba por su garganta. Camila notó aquello y volvió a sentir culpa.

—Me siento culpable. Estás así por mí.—Lauren frunció el ceño girando su rostro a Camila que estaba sentada a su lado.

—No.—Dijo en voz baja.—Estoy bien. Además, era lo de menos que podía hacer luego de llevarte a un lugar donde estábamos en peligro. No sé en qué pensaba. Lo siento.

—Ya no importa.—Negó viendo como Lauren pasaba la lengua por sus labios.—¿Quieres que vayamos a tu casa para que descanses y estés cómoda? Y quizás pueda decirle a tu madre que te de algo mientras te metes a la cama.

Lauren suspiró sintiendo dolor en el pecho y negó viendo a Camila.

—Estoy sola en casa.—Murmuró bajando la mirada a su vaso de café descartable. No sabía si Camila había entendido lo que quiso decir.

—Bueno, vamos y cuido de ti un poco.—Se rió levantándose. Lauren supo que no había entendido, pero no dijo nada y la siguió.—¿Tienes sopa?

—No sé, Camila.—Lauren se rió.—Supongo que sí. Podemos pasar por el supermercado.—La morena asintió saliendo antes que Lauren de la cafetería.

Luego de pasar por sopa instantánea por el supermercado ambas fueron a la casa de Lauren caminando ya que no quedaba muy lejos.

Camila pensó que era una vas a bonita y no tan grande. En medio de la sala había un saco de boxeo, algunas cajas de pizza en la mesita frente a la televisión, las luces apagadas y algunas prendas de ropa tiradas en el piso, lo cual Lauren recogió rápidamente.

—Siento el desastre. No tuve tiempo de ordenar. Tampoco es que quiera hacerlo.—Camila se rió viendo como Lauren se perdía en un pasillo, quizás iba a su habitación.

En el momento en el que estuvo sola en la sala viendo a su alrededor comprendió las palabras de Lauren. <<Estoy sola en casa>> Estaba literalmente sola. Vivía sola. Lauren siempre evitaba hablar de su familia o si ella le mencionaba a alguien. <<Todos se van>> recordó las palabras que le había dicho algunos días atrás. ¿La habían dejado? ¿Por qué vivía sola?

Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando Lauren regresó soltando un estornudo que hizo que Camila sonriera porque había sido adorable ver eso.

—¿Por qué no te das un baño de agua caliente y te pones cómoda? Voy a hacerte una sopa y algo para que comas.

Lauren se quedó viéndola en silencio por unos segundos en los cuales Camila se sonrojó al tener la mirada seria de la oji verde sobre ella, estudiando su rostro. Lauren asintió comenzando a caminar hacia la habitación dejando a Camila allí. Se fue sin decir nada, con su corazón latiendo a mil por segundo y con su cabeza a punto de explotar por el dolor. Su cuerpo entero estaba débil y sentía que en cualquier momento podía caerse al piso por perder fuerza.

Más tarde Camila vio a Lauren entrar a la sala con unos pantalones de chándal y una remera de mangas cortas un poco ancha. Sin decir nada se tiró en el sillón, junto a Camila luego de darle una sonrisa cansada. En realidad lo estaba y Camila supo que seguía estando mal. Sus ojos se veían cansados y pesados, tenía las mejillas sonrojadas por la fiebre seguro y podía ver que tragaba con dificultad.

—Ten cuidado, está caliente.—Le pasó una taza con sopa.—Salí a buscar algo para el resfrío y encontré una farmacia aquí cerca.—Dijo dejando dos pastillas en la mano de Lauren que la veía atenta. Sentía un nudo en la garganta ante todo esto.

—Gracias.—Le mostró una pequeña sonrisa y suspiró acomodándose mejor en el sillón.

—¿Estás bien?—Lauren asintió viendo la televisión y Camila hizo lo mismo.

Así estuvieron un rato hasta que Lauren comenzó a quedarse dormida en su lugar. Camila pasó un brazo por sus hombros abrazándola contra ella y ambas se dejaron caer en el enorme sillón de cuero gris. Lauren gimió un poco cuando su cuerpo hizo los movimientos porque le dolía absolutamente todo. Camila permanecía en silencio mientras Lauren se acomodaba mejor y rápidamente se dormía.

Camila se sentía tan bien con Lauren de esa manera, podía tenerla de esa forma siempre y nunca cansarse. Lauren era tan cómoda para dormir. Pero sobre todo, no podía sacarse de la cabeza la realidad de Lauren. Era seguro que vivía sola, estaba sola. ¿Cómo es que vivía tan bien estando sola?

No supo cuánto tiempo estuvo con Lauren abrazada a ella mientras dormía, pero supuso que la despertó una pesadilla porque abrió los ojos un poco asustada. Estaba segura que era a causa de la fiebre que tenía.

—Hey. Tranquila.—Hizo que se apoyara otra vez contra su hombro.—¿Estás bien?—Lauren tardó un momento en asentir.

—Me quedé dormida. Lo siento.—Su voz había salido ronca y gruesa.—¿Qué hora es?

—Las nueve.

—Ya es tarde. ¿Tus padres saben que estás aquí? Pueden estar preocupados.—Frunció el ceño intentando incorporarse con un poco de dificultad a falta de fuerza en su cuerpo.—Mierda.

—Despacio…—La ayudó.—Y ya saben que estoy contigo. Los llamé hoy.—Le contó llevando una mano a la frente de Lauren para comprobar su temperatura.—Aún tienes fiebre.—Dijo un poco preocupada.

—¿Por qué haces esto?—Preguntó Lauren arrastrando las palabras porque apenas tenía fuerzas para eso. Bajó la mano de Camila sosteniéndola en su regazo y la vio a los ojos con su típico rostro serio.—No tienes que cuidarme. Voy a estar bien. Seguro quieres ir a tu casa, ve.—Se sorprendió cuando Camila negó.

—Quiero estar contigo. Quiero ayudarte. Estás sola.—Aquellas palabras fueron directo al corazón de Lauren que se aceleró y sus ojos se llenaron de lágrimas por el enojo, la bronca, la vergüenza porque Camila lo sabía y el dolor que le producía escuchar aquello.

Estaba sensible, estaba débil y aquello no ayudaba. Camila la hacía sentir bien y lo odiaba a la vez porque la estaba dejando entrar en su vida. No debía.

—Tienes que irte.—Camila la vio con preocupación, con desilusión.—No puedes quedarte. No tienes que hacerlo. Aléjate de mí, Camila. Te voy a lastimar.

Apretó los ojos ante la punzada de dolor en su cabeza y aquello le hizo saber lo mal que estaba. Lo débil. Y ella odiaba verse débil, odiaba estarlo. Las lágrimas salieron de sus ojos sin piedad y apretó los dientes desviando la mirada. Camila a su lado seguía en silencio sorprendida por todo, pero sin intenciones de hacerle caso a Lauren.

—No quiero alejarme.—Vio como Lauren se limpiaba las lágrimas con bronca.—Quiero ayudarte.—Puso una mano sobre el brazo de la otra chica que negó lentamente.

—No necesito tu puta ayuda.—Dijo enojada levantándose a ignorando el mareo que tuvo.—No me tengas lástima. No… Vete de mi casa.

—Estás mal. Déjame ayudarte hoy. Te prometo que no voy a molestarte más, pero déjame ayudarte ahora.—Dijo reteniendo sus propias lágrimas al ser tratada así.—Siéntate.

—Tienes que alejarte.—Murmuró Lauren tomándose la cabeza.—Te tienes que ir antes de que sea tarde. Tú te vas a ir luego, me vas a dejar y yo no… Otra vez no.—Negó sollozando.

—Lauren, detente.—Le quitó las manos del rostro mientras se arrodillaba entre las piernas de la oji verde.—Te prometo que no voy a irme. Ni siquiera me dejaste entrar aún como para que me vaya. Háblame. Habla conmigo. Estoy aquí.

—Perdón.—Susurró envolviendo a Camila entre sus brazos.—Perdóname por esto, por todo, ¿No ves que soy un desastre? Puedes irte ahora.

—Te dije que no quiero irme y me quedo porque quiero estar contigo, porque quiero ayudarte, no porque sienta lástima o algo de eso. Confía en mí, Lauren.—Los ojos verdes de Lauren la veía atentos, tristes, idos.—Por favor.

—Te vas alejar de mí y yo voy a pasar eso otra vez, Camila. Ya no quiero.—Negó y Camila soltó unas lágrimas cuando vio los labios de Lauren curvarse hacia abajo al hacer fuerza para no llorar más.

—No voy a hacerlo. Te lo prometo.—Le acarició la mejilla y se inclinó un poco para darle un beso en la mejilla. Lauren volvió a abrazarla fuerte, enterrando el rostro en su cuello.—¿Quién te hizo tanto daño? ¿Cómo pudieron?

—Me lo prometiste.—Murmuró y Camila asintió.

—Sí, Lauren.

Camila suspiró relajándose un poco y acarició la espalda de Lauren de arriba  hacia abajo en caricias suaves. La otra chica estaba abrazada a ella, en silencio mientras los minutos pasaban. No quería romper aquel momento que habían creado, así que simplemente dejó que Lauren se abrazara a ella hasta estar más tranquila.

Lauren lo estaba. No recordaba cuando había sido la última vez que alguien la abrazó de esa manera, la dejó llorar entre sus brazos y a la vez la hacía sentir tan bien.  Ni siquiera recordaba cuándo había sido la última vez que la habían abrazado.

Le creía a Camila. Le creía y confiaba en ella. Era pronto. No la conocía mucho pero no pudo evitarlo. Sin querer la dejó entrar y esperaba, deseaba con todas sus fuerzas que no fuera otra más del montón de personas que se iba luego. No lo soportaría otra vez. No más.

—Será mejor que vayas a la cama.—Murmuró Camila y Lauren se alejó limpiando las lágrimas que había estado dejando que salieran en silencio. Había llorado por todo el tiempo que no lo hizo. Días, semanas, meses, años enteros hacía que no lloraba de esa manera. Se sentía tan en paz ahora. Sentía como si se hubiera librado de una gran presión en su pecho.

—Quédate.—Lauren la vio a los ojos.—Hiciste que te necesite.—Camila sonrió tomando las manos de Lauren para ayudarla a levantarse.

—Ven. No llores más.—Lauren se pasó el dorso de su mano para limpiar sus mejillas mientras llevaba a Camila a su habitación para que descansaran mejor.

No sabía si estaba bien o mal dejarla entrar en su vida, pero Camila ya estaba dentro desde el primer momento en el que ambas se miraron.

*

¿Nos leemos mañana?
Prepárense.

Plenitud {Camren}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora