Camila abrió su casillero y metió sus cosas allí. Soltó un suspiro cuando escuchó la voz de Dinah y Normani al acercarse a ellas.
—Mila.—Dinah la envolvió en sus brazos suavemente y Camila no hizo nada más que dejarse abrazar mientras que podía sentir a Normani junto a ellas acariciando su espalda.—No dormiste nada, ¿verdad?
—No.—Fue la respuesta de Camila.
Es que no había sido una buena noche, de echo, no habían sido buenos días los suyos últimamente. Primero, aquella noche Lauren le dejó claro que no tendrían nada, que lo sentía por haberla confundido pero que no quería lastimarla y por supuesto ya lo había hecho. Lauren la dejó completamente herida porque Camila se estaba enamorando de ella y le había roto el corazón en mil pedazos. Para sumarle algo más a sus días horribles, su padre estaba internado luego de haber tenido ataque cardíaco hace tres días atrás.
Por lo tanto, no dormía por la preocupación, por el miedo, por el insomnio que había vuelto a tener y porque lo único que hacía todo el tiempo era pensar y su cerebro parecía no cansarse de eso.
La noche anterior se la había pasado dando vueltas en la cama, yendo de un lado a otro por la casa y apenas había podido dormir unos veinte minutos antes de que la alarma sonara.
Camila simplemente deseaba que todo ese mal rato acabara pronto porque estaba cansada. Estaba realmente cansada.
Mientras Dinah le decía algo sin dejar de abrazarla, ella asentía y luego Normani fue quien la abrazó un momento antes de que las tres amigas se fueran por los pasillos del colegio. Lauren lo había observado todo desde la otra punta del pasillo.
Se había enterado lo que le había pasado a Alejandro, que su familia estaba siendo un desastre con el hombre internado, con Sinu trabajando porque no podía dejarlo todo y con Sofi de su casa, al colegio y del colegio a la casa de sus abuelos, Camila estaba aún peor porque no dormía y se veía mal, se veía mal y triste. Y en parte era su culpa.
Ahora le tocaba la misma clase que a las tres chicas que habían desaparecido por aquel pasillo, así que también se dirigió al salón de matemáticas. Al entrar pudo ver a Dinah sentada junto a Camila y a Normani detrás de la morena.
Dinah la vio entrar, le sostuvo la mirada, estaba seria. Lauren sabía que estaba molesta, pero aún la rubia no hacía nada.
Lauren se sentía una imbécil. Había jugado con Camila, le había dicho muchas cosas que se le escaparon simplemente porque Camila la hacía sentir bien, porque esa chica la volvía vulnerable, la hacía sacar ese lado suyo aún así sabiendo que le haría daño. Lauren la iba a lastimar si la dejaba entrar aún más. Le importaba, por eso la alejaba y llevaban casi una semana sin hablar.
Lauren se sentó en el último banco de la fila contra la pared derecha, desde allí podía ver claramente a Camila. Se había pasado la clase entera apoyando la mejilla en su mano y seria. Se veía realmente cansada y a Lauren le causaba cierto sentimiento de preocupación. Sentía necesidad de abrazarla y besarla, decirle que todo estaría bien.
Cuando la clase terminó, Lauren fue una de las primeras en salir. Al pasar junto a Camila pudo sentir la mirada de la morena sobre ella mientras caminaba pero no se dio vuelta, hasta llegó a escuchar a Dinah llamarla imbécil. Y sí, lo era.
Para Camila el día simplemente había sido aburrido y agotador. Se moría de sueño pero era probable que si estuviera en su cama no dormiría. Al finalizar la última clase fue a su casillero, guardó sus cosas allí y sacó su mochila donde tenía sus pertenencias. Lo primero que sacó fue el teléfono para revisar las llamadas y los mensajes, sólo tuvo uno de su madre asegurándole que todo estaba bien, que necesitaba que le hiciera algunas compras y esperara en casa a que ella llegara junto a Sofi. Le respondió que lo haría y la vería mas tarde. Guardo el móvil en la mochila nuevamente y justo cuando cerró el casillero vio a Lauren acercarse a ella.
Su corazón se aceleraba con solo tenerla cerca. ¿pero qué quería? Ya le había dejado claro que no quería nada con ella y por lo tanto Camila no quería verla, ¿para qué querría? ¿Para seguir sufriendo? Y todo porque estaba enamorada. Odiaba sentir tantas cosas por alguien, odiaba que su estado de ánimo dependiera de Lauren, odiaba ponerse nerviosa cada vez que estaba con ella, Camila odiaba haberse enamorado de Lauren. Pero ya era tarde, no podía hacer nada, los sentimientos estaban y listo.
—Camila.—Camila cerró bien su casillero y luego se giró a Lauren para verla. Le dolía mirarla porque recordaba la forma en la que habían terminado hace una semana atrás. Se había sentido horrible salir de la casa de Lauren llorando porque le había roto el corazón.
—Hola.—Lauren pasó la lengua por sus labios y dio una mirada a su alrededor antes de fijarse en Camila que tenía el rostro serio, pero Lauren podía ver la tristeza en aquello ojos marrones.
—¿Podemos hablar?—Camila negó colocándose la mochila al hombro.
—Tengo cosas que hacer y estoy apurada.—Dijo sin mirarla. Es que no podía sostenerle la mirada ni un segundo.—Nos vemos luego o… no sé.
Ni siquiera esperó una respuesta de Lauren cuando empezó a caminar para salir del colegio. Dinah había salido antes y Normani también ya que habían tenido la última hora libre.
Lauren fue más rápida y la alcanzó antes de que Camila saliera del colegio. Odiaba que la evitara, pero ella había hecho lo mismo.
Entonces así se siente, pensó ella.
—Espera.—La detuvo del brazo y Camila se soltó rápidamente de su agarre.—Ya sé que estás mal, que tu padre está internado y que no estás teniendo buenos días. Déjame ayudarte. ¿Puedo llevarte a casa ahora?
Camila la vio seriamente, pero de nuevo Lauren solo vio tristeza.
—No necesito que me ayudes. Puedes irte a casa sola. ¿No quería eso? Estar sola.—Camila comenzó a caminar nuevamente y ésta vez a Lauren no le importó que hubiera algunas personas en el pasillo. Podrían ser una quince, pero le dio igual.
—Espera.—La detuvo tomándola por la cintura y luego se puso frente a ella.—Vamos, déjame llevarte. No me cuesta nada y a ti tampoco.
—No, tengo otras cosas que hacer. No voy a mi casa, debo ir al hospital y luego a por unas cosas al supermercado. No pierdas tiempo conmigo, vete.
Antes de que Camila se quisiera ir otra vez, Lauren le tomó la mano y con la otra la cintura para que se quedara allí. Buscó su mirada, la cual Camila no le dio y de cierta forma aquello le dolió un poco.
—Puedo llevarte al hospital entonces y luego al supermercado, no tengo problema. Está mi auto ahí—señaló con su cabeza.—Vamos. Por favor.
Camila sacó la mano de Lauren de su cintura y comenzó a caminar hasta el auto porque sabía que no la iba a dejar en paz si le decía que no y en verdad iba apurada porque tenía cosas que hacer y lo más importante era ver a su padre.
El hombre estaba feliz de ver a Camila otra vez, se la habían pasado hablando un rato, riéndose y aunque Camila estaba muy cansada y algo triste aún se las arregló para disimularlo bastante bien.
—¿En qué viniste?—Camila le sirvió un poco de agua en un vaso a su padre.
—Lauren me trajo.—Dijo en voz baja. Alejandro sonrió porque no escuchaba de Lauren desde hace días.
—¿Ella se fue?—Camila negó acercándole el vaso.—¿Por qué no vino?—A Alejandro le caía bien Lauren, le aprecia una buena chica y le gustaba la idea de que sea amiga de Camila, además su hija a veces no paraba de hablar de ella.
—Porque yo le dije que no entre.—La voz de Camila sonó un poco molesta.
—¿Qué te pasa? ¿Estás bien? Pareces enojada.—Camila negó suspirando. No quería preocupar a su padre.
—Ella está bien, papá. Es que le dije que se quedara afuera porque pasaba un momento, aún tengo que ir al supermercado y luego a casa. Ando un poco apurada como ves.
—Ah. Bueno. Está bien.—El hombre asintió.—Ya quiero irme de aquí.
—Mañana te dan el alta, papá. Son solo horas. Así que tranquilo.—Alejandro sonrió y Camila le dio un beso en la mejilla haciéndolo sonreír.—Mañana cuando llegue del colegio ya vas a estar en casa.
—Está bien, cariño. Ve con cuidado, ¿sí? Saluda a Lauren de mi parte.
—Sí, papá. No te preocupes.
Cuando Camila salió del hospital, Lauren estaba fumando apoyada contra el auto. Tenía jeans negros y una remera blanca que le quedaba larga. Dios. La odiaba por ser tan hermosa. Se acercó directamente hasta el auto, del lado del acompañante y Lauren le dio una última calada al cigarrillo antes de meterse al auto también.
—¿Todo bien?—Camila asintió abrochándose el cinturón de seguridad.
—Sí. Te manda saludos.—Lauren mostró media sonrisa. Era bueno saber que le agradaba a los padres de Camila. En especial a Sinu, esa mujer la amaba.—Escucha, no tienes que llevarme a todos lados, puedo ir en taxi. Está oscureciendo y…
—No importa.—Le interrumpió.—No quiero ir a casa.—Dijo en voz baja y Camila la escuchó. Algo dentro de ella se rompió y eso hizo que recordara la realidad de Lauren. Pero de todos modos no dejaba de estar mal por su culpa. Lauren era una cobarde de todas formas.
En el supermercado Lauren estuvo llevando el carrito con las compras todo el tiempo, seguía a Camila de un lado a otro, la ayudaba a alcanzar algunas cosas, a veces intentaba hablar con Camila de algo pero la conversación terminaba rápido. Casa vez que la morena la miraba, se encontraba con los ojos de Lauren puestos en ella y hasta a veces le sonreía. Dios. Esa sonrisa.
Lauren estaba todo el tiempo pendiente de ella, la observaba en silencio y detenidamente. Se moría de ganas de abrazarla y besarla como hace varios días atrás podía hacerlo sin problema. Pero apenas había durado unos tres o cuatro día aquel buen rato con Camila. Es que no podía darle más de lo que le daba.
—¿Ya tienes todo?—Camila revisó la lista que tenía en su teléfono y asintió viendo a Lauren.—Bueno, vamos.
Mientras esperaban en la fila de la caja en donde iban a pagar lo que llevaban, Camila se quedó junto a Lauren que con el paso de los segundos se ponía más cerca de la morena, que obviamente lo había notado pero se giró a Lauren justo cuando estaba con su cuerpo pegado al suyo casi por detrás. Lauren tenía un brazo a lo largo del apoya brazos del carrito y el otro caía a un lado de su cuerpo, pero tenía la mano casi en la cintura de Camila.
La morena giró su rostro para ver el de Lauren que estaba demasiado cerca del suyo y la oji verde dio una mirada a su alrededor. Eran las últimas de aquella fila por ahora y no había alguien presentándoles atención.
—Lo siento.—Habló en un susurro solo para que Camila escuchara.—Te necesito, Camila.—Su mirada bajó a los labios de la morena.
—No es el momento, ni el lugar, Lauren.—Camila volvió su mirada al frente. Odiaba a Lauren por hacer aquello. Si ella seguía iba a caer otra vez.
—Solo quería decírtelo.—Camila sintió los labios de Lauren en su mejilla y se quedó quieta sin decir, ni hacer algo.
Todo el camino fue silencioso pero no incómodo. Lauren no dejaba de ver a Camila y la morena a veces simplemente se quedaba viendo por la ventanilla para “ignorar” a Lauren.
Ambas acomodaron las compras en sus lugares, Lauren la ayudó a bajar todas las bolsas, incluso guardó las cosas en la parte más alta de la alacena para luego girarse a Camila con una sonrisa burlona porque era más pequeña.
Todo estaba bien hasta terminaron de acomodar las cosas, Camila comenzó a preparar algo para la cena cuando Lauren se fue a parar a su lado y no hizo nada más que mirarla.
—Me estas poniendo nerviosa. Para.—Lauren levantó una ceja y casi sonrió dando un paso hasta Camila.
—Quiero hablar contigo.—Le quitó el pelo que caía por sus hombros.—Camila…
—No, para con esto, Lauren.—Hasta a Camila le dolía hablarle así.—En serio para, ¿Qué quieres? Porque no puedes venir aquí y hacer conmigo lo que se te de la gana.
—Lo siento. Te necesito, Camila.—La poca diversión que había en el rostro de Lauren había desaparecido, ahora parecía triste y desesperada.—No quiero estar sin ti.
—¿Ahora quieres eso? Hace una semana atrás te dije que todo estaba bien, que podía contigo, te dije que estaría allí para ti y me dijiste que no, que no iba a pasar nada con nosotras y te anduve atrás dos días más soportando que me ignores y me trataras para la mierda cuando lo único que quiero es estar contigo porque me importas.—Lauren sentía las lágrimas quemando en sus ojos pero a Camila no le importó.—Ahora me necesitas, ahora lloras cuando hace días te pedía por favor que me dejes quedarme contigo, que aceptaba cualquier cosa de ti. Perdí la dignidad contigo y no te importó. Ahora no me vengas con estas escenas.
—Pero no quiero que te alejes de mi de esta forma, no quiero que me ignores, no es lindo, Camila.—Su voz había sonado un poco rota.
—Pues lo que sientes, sentí yo. Cuando sepas lo que quieres ven aquí, de lo contrario no me busques, Lauren. Me haces daño.
Caminó por la cocina sintiendo sus propias lágrimas amenazando con caer cuando escuchó a Lauren decir “No, no” y eso fue todo hasta que se vio de espaldas contra el refrigerador y con Lauren sujetándola allí.
—No te alejes, por favor.—Habló sobre sus labios, tenía la respiración irregular y las lágrimas a punto de salir. Camila intentó zafarse del agarre pero Lauren era más fuerte y para detenerla más, la besó.
Al principio Camila no le correspondía el beso, incluso intentó alejar a Lauren situando sus manos en el estómago de ella, pero la oji verde le tomó ambas y las puso a cada lado de la cabeza de Camila para que no se moviera. Y cuando se vio totalmente acorralada y sujetada se rindió y abrió su boca para besarla también.
Pero eso no estaba bien, porque se seguía haciendo daño y Lauren luego le saldría con cualquier porquería que la dejaría aún peor, lo sabía. Porque así era Lauren, ahora la necesitaba, ahora lloraba, ahora la quería pero seguramente mañana la alejaría “porque quería cuidarla”. Y no era justo. Camila no lo merecía. Ya era suficiente lo que había soportado de ella y no iba a pasar otra vez.
Los besos de Lauren era una droga para ella y no podía dejarlos. Mucho menos cuando Lauren la tenía de esa forma, cuando era Lauren la que mandaba no podía con ella, se volvía total y completamente vulnerable lo que era peor. Pero aquel momento fue diferente a pesar de sentir miles de cosas. Camila no quería sufrir más por ella. Lo había pasado más mal en esos tres meses con Lauren que en toda su vida.
—Suéltame.—Lauren la vio a los ojos, tenía su frente contra la de Camila y ahora ambas manos en la cintura de la morena.—Y no vuelvas a hacer algo así hasta que tengas claro lo que quieres.
—Por favor. No soporto que no me hables.—Cerró los ojos apoyando su mejilla contra la de Camila que luchaba contra el impulso de abrazarla.—Lo siento.
—Mi madre está por llegar. Ya te dije, vuelve cuando sepas lo que quieres. Yo no soy tu juguete, no voy a decirte que sí cada vez que se te de la gana de tenerme cerca. Soy humana, tengo sentimientos y tú no sabes controlarte. Me haces mucho daño.
—Te prometo que voy a intentarlo.—Tenía el ceño fruncido y aún hablaba sobre los labios de Camila. Había pasado ambos brazos alrededor de la morena abrazándola contra ella. Le dio un beso en la boca y Camila negó.
—Siempre lo dices y al final es lo mismo. No voy a decirte otra vez que todo está bien porque si mañana se te da la gana de mandarme al carajo, lo haces y no te importo.
—Me importas. Me importas mucho.—Camila podía ver lo desesperada que estaba por tener su perdón pero esta vez las cosas no iban a ser como quería.
—Y tú a mí, pero no siempre vas a tener lo que quieres y cuando quieres.—Lauren frunció aún más las cejas y negó abrazándose fuerte a Camila mientras escondía el rostro en su cuello.
—No me dejes.—Murmuró tristemente.
—No te estoy dejando, no puedo hacerlo porque nunca te tuve. Tú misma dijiste que no estábamos juntas y me diste a entender que solo éramos un buen rato para ti.
Lauren se alejó del abrazó y la miró con lágrimas en los ojos. Cada palabra era como una patada en el pecho. Se sentía horrible ser tratada así por la persona que más amor le había dado en mucho tiempo. Se lo merecía, pensó. Camila desvió la mirada cuando la oji verde se limpió las lágrimas. Le dolía verla así, claro que dolía y mucho, pero ya estaba hecho. No quería ser su juguete.
—Ojala fuera fácil para mí dejar toda mi vida de mierda atrás para estar contigo, pero no es fácil.
Camila simplemente se quedó en silencio mientras la escuchaba irse. Aquella noche Lauren fumó y bebió demasiado sin importarle qué pasaría o que podía hacer luego. Nada le importaba. Se había encerrado en la habitación y había hecho la suya en un intento de sacar a Camila de su mente, pero no había caso. Esa chica la estaba volviendo loca, la quería, la necesitaba, la quería con ella ahí mismo, quería que le dijera cosas lindas como siempre lo hacía, quería sentir esa sensación de tranquilidad y paz cuando Camila estaba con ella, quería ver esos ojos marrones verla con cariño como siempre, quería que Camila la abrazara, quería que la cuidara porque la necesitaba. Pero Camila no estaba y no tenia nada de todo eso.
Estaba sola en esa casa que era demasiado para ella. Estaba sola. Total y completamente sola como “quería”.
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Plenitud {Camren}
FanfictionCuando comienzan a desarrollar sentimientos por la otra les va a tocar pasar por momentos buenos como malos, lo que será normal puesto a que son dos adolescentes creciendo aún, conociéndose y experimentando nuevas cosas y sensaciones que jamás creye...