Capítulo 81: "Descuidos"

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— No estás viendo nada que no hayas visto ya. — dijo mientras se relamía los labios.

Que me trague la puta tierra...

CONTINUACIÓN...

Yo no sabía que carajos hacer. La detesto, sí, pero mierda...soy un ser humano. No podía evitar que los ojos se me fueran directo a sus estupendas piernas.
¿Tan hija de puta y con esas piernas? Pensé. Había olvidado lo sensual que podía ser. Pero no, basta para mi.

— Por favor, déjame. — dije tratando de correr la silla en la que estaba unos centímetros más atrás, pero ella insistía colocando sus piernas junto a mi.

— Anda, ¿vas a decirme que no te gusto ya? — preguntó provocativa.

— Claro que no. — contesté rodando los ojos.

¿Cómo la carne puede ser tan débil?  Demonios.

— ¿Estás segura? — comenzó a rozar la punta de su tacón en mi entrepierna, esa fue la gota que rebalsó el vaso.

Pegué un salto al sentir que comenzaba a entrar en zona de peligro y me levanté rápidamente de la silla.

— ¿Puedes por favor no invadir mi espacio personal? — dije entre molesta y nerviosa.

— Ya, no te enfades. — dijo sonriendo con malicia.

Acomodó su falda tapando sus muslos y yo pude volver a respirar con tranquilidad.

— ¿Para esto me trajiste? ¿para seducirme? — pregunté molesta.

— ¿Estás enfadada porque te seduje o porque después de tanto tiempo aún tengo poder sobre ti? — preguntó con una sonrisa descarada.

¿Cómo se atreve a ponerme en evidencia de esa forma?

— Para que lo sepas, aunque seas muy atractiva...ya no soy la misma estúpida que cayó en tus encantos hace un tiempo. Que te quede muy en claro que no volvería a tener nada contigo ni así fueras la última mujer en el mundo. Eres despreciable. — solté con odio.

Que aunque me temblara el pulso al seducirme sabía perfectamente que era una mala mujer y que para nada valía la pena.

Ella me observó con rabia, y yo sin más me salí de allí lo más rápido que pude. Necesitaba aire, estaba sofocándome.

Eran las 5 pm y yo ya había vuelto a clases. Seguía sin poder concentrarme, pensando en la putada que me había hecho Michelle en su despacho. ¿Cómo pudo ser capaz? Realmente es una arpía. Y yo una imbécil.
Pronto se hicieron las 8 pm y ya por fin habíamos terminado de cursar. Así que con Candace y Cecile fuimos a por unos refrescos antes de que tocara la campana para la cena, y nos fuimos a hablar al parque que ya se encontraba iluminado por los faroles. Se veía hermoso.
Nos sentamos donde siempre, y mientras tomábamos nuestro refresco, a escondidas nos prendimos un cigarro. Ya se había convertido prácticamente en una ceremonia.
Comenzamos a hablar, y aproveché para contarles lo que había ocurrido con Michelle ya que las tenía en ascuas desde la tarde.
Al terminar Candace estaba furiosa.

— Es que no puedo creerlo, zorra, ¿quién se cree? — dijo bufando.

— Es una total desubicada. — continuó Cecile.

— Sí, lo sé, claramente me invitó a su despacho solo para seducirme. Sabía que se traía algo entre manos. — dije.

— Me imagino que no habrás caído ¿verdad? — preguntó Candace casi recriminándome antes de que le diera mi respuesta.

— Noo claro que no, ¿cómo crees? — dije ofendida.

Ella me observó con uno de sus típicos gestos de... "Ya en serio, dime la verdad".

Cuando amarte no sea pecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora