Era fin de año, ya por fin solo me quedaba un año para dejar los libros y a todos los insoportables de los profesores atrás. Era lo que más deseaba, graduarme para poder estudiar comedia musical, que era lo que realmente amaba.
Pero...dentro de toda esa felicidad había una mala noticia, que para mí era verdaderamente una mierda. Creo que mis padres decidieron arruinar mi graduación o algo así. Ya que decidieron sin mi consentimiento enviarme a casa de mi tía en Connecticut, una cristiana rica y solterona con la que jamás tuve relación. Pero según mis padres ella iba a ayudarme a tener excelentes modales, y educación, ya que es directora del Colegio Bloomington. Privado, prestigioso...y prácticamente un internado. Pero no era de mi agrado, en mí colegio estaba muy bien, no quería ir a otro lugar y dejar a mis amigos en el pasado. Aunque solo tenga un pequeño grupo de tres amigas, pero son incondicionales.
Simplemente mis padres estaban arruinándome la vida. De todas maneras, no tenía opción.Ya habían terminado mis cortas vacaciones, y había llegado lo que más he estado odiando y evitando en este último tiempo. La mudanza. Nuevo colegio, nueva ciudad, nuevos amigos, en fin...era demasiado en tan solo tres meses. Que alguien me mate por favor.
Empecé a preparar el equipaje, con mi peor cara, mientras mi mamá se acerca...— No es el fin del mundo Amanda, en serio lo vas a superar, es por tu bien...lo prometo. — con una sonrisa de consuelo que no sirvió en lo más mínimo.
— Sí, claro- refunfuñé entre dientes, con una falsa sonrisa en los labios.
Luego...seguí empacando.
La peor parte llegaba, debía despedirme de mis amigas. Dios, ¡las iba a extrañar tanto!. No podía creer que todo esto estuviera pasando, pero sí, era mí realidad.— Voy a extrañarlas tanto, se los juro.— les dije.
— Y nosotras a tí Am, prométenos mantenerte en contacto todos los días de nuestras vidas y no desaparecerte ¿si?. — Dijo Katie.
— ¡Y venir a visitarnos! — Exclamaron Katie y Christine.
— Se los prometo... — Dije entristecida.
Una pequeña lágrima rodó sobre mi mejilla, y luego las cuatro nos abrazamos fuertemente. Realmente era una despedida que me estaba costando bastante.
Mis padres me acercaron hasta la terminal de bus. Bajé del auto, mi padre me ayudó con el equipaje, y nos dirigimos hacia la plataforma correspondiente. Nos sentamos en uno de los bancos de allí, nada más nos faltaba esperar a que el ómnibus llegara.
Yo...simplemente no podía pensar en otra cosa que en llorar, la situación me estaba fastidiando demasiado, pero no lo haría. No quería llorar frente a mis padres, y tampoco lo haría en frente de nadie, no era mí estilo.
Pasaron unos 15 minutos y el bus llegó, en ese momento hubiese deseado que se descompusiera en el camino y nunca llegara a destino, hubiese sido mi salvación. Pero obviamente eso no ocurrió.— Vamos cariño, ya es hora. — Comenzó mi padre.
Yo tan solo lo miré desganada, pero sabiendo que ni él ni mi madre tenían la culpa, solo querían lo mejor para mí...aunque en ese momento no lo viera de ese modo, pero en fin.
— Te prometo que esto es lo mejor que estamos haciendo por ti Am, después te darás cuenta de ello. — Continuó mi madre.
Quizás tenía razón, no lo sé, en este momento no podía pensar en eso. Solo en todo lo que extrañaría de mi ciudad. A mis amigas, al colegio, los lugares, a mis padres, en fin...todo.
Solo asentí a las palabras de mi madre. Luego mi padre le entregó el equipaje al encargado de guardar las maletas en el bus, y se acercó a mí junto con mi madre. Había llegado el momento de la despedida, odiaba esto en verdad.
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Cuando amarte no sea pecado
Novela JuvenilMi vida era tan monótona y ordinaria como la de cualquier chica del montón. Hasta que por casualidad o causalidad te vi... Experimentar esa clase de accidente ancestral tal vez fue lo mejor que me ha pasado en toda mi vida. Después de aquel encuentr...