Capítulo 78: "Risa melodiosa"

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Estoy furiosa conmigo por no tener el valor de mandar todo a la mierda y decirle a todos que la amo, y que no me importan sus putas críticas.
Estoy furiosa por tener que conformarme con verla en el colegio o cuando ella pueda.
Me pone furiosa saber que tengo que compartirla con alguien más...compartir sus besos, su cuerpo...e incluso su amor.

Ya no quiero compartirte...

CONTINUACIÓN...

Se hizo la noche y me fui a mi habitación sin cenar, excusándose con mi madre de que sentía malestar estomacal.
No sé si sea la noche fría, la oscuridad o la soledad de mi habitación, que incitaban la angustia en mi pecho muy a mi pesar.
Sentía cómo el corazón se me estrujaba al recordar aquellos besos de Julianne con una boca que no era la mía.
Mil cosas pasaban por mi mente. Mil dilemas. Mil inseguridades.
Porque sí. Tal vez yo no sea suficiente para ella, tal vez ella necesite a alguien como él a su lado. Tal vez sí soy una niña para ella.
Pero ¿qué hago con todo este amor que aflora en mi pecho y aumenta en infinitas cantidades cada día que pasa? ¿Simplemente me lo trago y hago de cuenta que nada sucede? No puedo, por supuesto que no. No podría ni aunque quisiera.
Negarme a su amor sería como arrancarme el corazón con las uñas. Sufriría como nunca en mi vida, y no quiero eso para mí.
Estoy segura de que me ama, y que a sus tiempos y formalidades luchará por mi. Solo debo ser paciente, aunque en este momento se me carcoma el alma al imaginarla dormir en su pecho.

Ya no quiero pensar más...

Me coloqué boca abajo con la vista en dirección a la ventana, y observando las estrellas poco a poco mis párpados se tornaron pesados. En tan solo un instante todo fue oscuridad.

•••

6:30 am y mi despertador suena con aquella insoportable melodía, que al escucharla no controlo mi reacción y de un golpe hago que el celular impacte en el suelo.
Estoy tan dormida que no puedo ni hacer el intento de abrir los ojos, pero al escuchar el estruendo de mi celular contra el suelo me despierto de repente y caigo en cuenta de lo que acabo de hacer.

— Mierda — digo saltando de la cama y rogando no haber dañado la pantalla.

Por suerte, todo está bien.
Vuelvo a dejar el celular en la mesa de noche y voy en dirección al baño a darme una ducha.
Después de un baño caliente me predispongo a ponerme el uniforme para luego bajar a desayunar con mi madre e irme con mi tía Amelia al colegio. No veo la hora de que lleguen las vacaciones.

Al terminar, bajo las escaleras y ya está mi madre esperándome con el desayuno y su imborrable sonrisa en la cara. Me reconforta demasiado.

— Buenos días cariño. — dice dándome un par de besos en las mejillas.

— Buen día mamá. — sonrío.

— ¿Cómo has dormido? — pregunta mientras me sirve café.

— Bien supongo. — contesto algo desganada.

— ¿Ocurre algo? — pregunta preocupada.

— No mamá, solo es...cansancio, ya quiero tener vacaciones. — sonrío débilmente.

No podía dejar de pensar en Julianne. Y aunque sabía que no me rendiría me sentía dolida y enojada, no podía evitarlo.

— Está bien, sabes que estoy para lo que sea, así que no dudes en contarme lo que quieras. — terminó de decir mientras acariciaba mi mejilla.

— Lo sé mamá, no te preocupes. — sonreí.

Luego del desayuno terminé de alistarme, tomé mis cosas y mi madre llamó a un taxi ya que mi tía Amelia había tenido que salir antes hacia otro lugar. Mujer ocupada.
Saludé a mamá con un beso, subí al taxi y partí. Iba a extrañarla toda la semana, ya que cada momento juntas lo pasamos genial. Solo me alegraba la idea de que faltaba solo un mes para entrar en vacaciones, nada deseaba más.

Cuando amarte no sea pecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora