Mi madre comienza a abrir el sobre, y saca de él cuatro recortes, parecen ser fotografías. Ella las observa y palidece. Luego me mira y de nuevo mira a mi tía. Se encuentra sin habla.
— Qué, qué es eso mamá... — preguntó pero no responde. — Mamá por dios ¡responde! — ella toma las fotografías y me las extiende.
Al verlas comprendo todo, por momentos siento que el corazón me deja de latir y que me falta el aire.
Esto no puede estar pasando, no ahora...
CONTINUACIÓN...
— Yo...yo puedo explicarlo, esto no... — trato de explicar pero soy una bola de nervios en este instante y aquello me lo impide.
— ¿Qué vas a explicar? Las fotos son muy claras, no creo que tengas nada para decir. — interrumpió de pronto mi tía con aires de altanería.
— Yo...no quise que esto terminara así tía, de verdad, solo...sucedió. — dije, pero claramente ella no estaba dispuesta a comprender absolutamente nada.
— ¿Solo sucedió? Claro, es evidente que salir con el personal docente de un instituto es algo...habitual, al menos para ti. — estaba furiosa.
— No es así. — me defendí.
— Me defraudaste...a mi, a tu madre, a tu padre, al colegio, a tus compañeras y profesoras, a todos...pero sobre todo a ti misma. — dijo señalándome con el dedo índice.
Yo solo me mantuve en silencio, las ganas de llorar comenzaban a invadirme.
Y mamá...mamá estaba como aturdida, no decía absolutamente nada.
— De verdad que no puedo creer lo que ha ocurrido, no de ti, parecías una chica decente...y Julianne...ni siquiera puedo mencionarla, ¡esta situación es repugnante! — levantó la voz de repente. — ¿Eres acaso consciente de lo que han hecho? ¿te imaginas lo que puede pasar con mi colegio si se enteran de esto? No, claramente no eres consciente de nada, ¡de nada! ¡mírame cuando te hablo! — cada vez comenzó a enfurecerse más, y además de la angustia que sentía, también comenzó a aumentar el enojo dentro de mi. Estaba hartándome de sus insultos y gritos, después de todo no era nadie.
A pura obligación la miré con los ojos llenos de lágrimas y de desagrado a la vez.
— Qué fue, dime qué fue lo que hubo porque de verdad que no entiendo Amanda. ¿Una calentura? ¿fue eso? ¿tus hormonas de chiquilla tonta se alborotaron tanto como para revolcarte con la prefecta de mi instituto? ¿¡con MI amiga!? — guau, hasta que la señora Amelia se pone grosera, allí mismo exploté.
— ¡Y a ti qué mierda te importa! Sí, me acosté con ella, y no una...MUCHAS veces sin que tú pudieras impedirlo. Y no tiene caso que te explique qué es lo que fue, es mucho más de lo que una vieja frígida, vacía y resentida de la vida como tú puede entender. — dije sacando toda la furia que llevaba dentro.
Ella me miró con la mirada completamente transformada y oscura, e intentó golpearme...pero mi madre se lo impidió poniéndose delante.
— No te atrevas a golpearla Amelia, o me vas a conocer. — de pronto mi madre la observa con ira.
— ¿Qué? ¿vas a defenderla? — preguntó mi tía desencajada por la actitud de mi madre.
— Por supuesto que si, es mi hija...y está enamorada. Y ni tú ni nadie tiene derecho a juzgarla. — le dijo mi madre defendiéndome.
— No puedo creerlo, ¿de verdad abalas esto? ¡es repugnante por dios! ¡incluso un delito! — gritó mi tía escandalizada.
— Amanda es mayor de edad, no es ningún delito, y si para ti enamorarse es repugnante...vaya que me das pena. — Guau, esa contestación de mi madre me sorprendió.
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Cuando amarte no sea pecado
Teen FictionMi vida era tan monótona y ordinaria como la de cualquier chica del montón. Hasta que por casualidad o causalidad te vi... Experimentar esa clase de accidente ancestral tal vez fue lo mejor que me ha pasado en toda mi vida. Después de aquel encuentr...