Un beso que duró segundos, ya que ella me apartó de inmediato, y entre una mirada de descaro me abofeteó.
— No vuelvas a hacer eso, jamás. — dijo clavándome su mirada en el pecho como una estaca.
Debo decir que preferiría la mismísima estaca, a el dolor de sentir aquella mirada suya sobre mí...
CONTINUACIÓN...
Me quedé observándola después de aquella bofetada, no pensé que fuera a golpearme...por lo que me sentí muy mal. Se me cayeron algunas lágrimas, las sequé rápidamente y me fui del lugar. No podía seguir ahí.
Aquella noche dormí horrible.Al día siguiente fue igual. Trataba de evitarme lo que más podía, y si tenía que pasar por mi lado me ignoraba por completo. Era como si de un día para el otro yo ya no existiera en su vida.
A partir de ese día me convertí solo en polvo. Un alma triste y olvidada en un rincón de su memoria. Quizás era aún menos que eso. Quizás solo era un mal recuerdo.Los días pasaron y yo me sentía peor. Mi ánimo y mis calificaciones iban en picada. Y me siento tan estúpida y mal por ello, ¿cómo es que alguien podía dar vuelta mi vida como si nada? pero sí, esa era la realidad. Sin Julianne la vida se me hacía cuesta arriba, de eso estaba completamente segura. Lo peor es que ya nada podía hacer porque de hecho yo misma la había cagado. Solo debía soportar todo este dolor, debía hacerlo.
De Candace y Cecile me había apartado, creo que incluso he tratado de aislarme de todo el mundo. Michelle insiste en hacerme creer que se preocupa por mí, que me quiere y que solo intenta ayudarme, pero ya no confío en nadie.En este momento estoy saliendo de "clases" si es que puedo llamarlo así, ya que no he hecho absolutamente nada en toda la puta hora. Y es que no me importa, ya no me interesan mis calificaciones, ni el colegio, ni los profesores, ni nadie de este maldito instituto. Creo que estoy enojada con la vida, por algo que yo provoqué. Tiene mucha lógica.
Voy caminando por los pasillos de la salida de todas las clases de forma lenta, perezosa, diría que hasta arrastrando mis pies. Con la mirada perdida y la cabeza en otro sitio. No me hallo.
Sigo caminando y cayendo a la realidad me doy cuenta que estoy a punto de pasar por el despacho de Julianne. La maldita costumbre.
Decido continuar caminando y voy amedrentando el paso a medida que me voy acercando a su despacho. Al llegar noto la puerta entreabierta y voces que se escuchan desde adentro. Una era la de ella, y la otra no podía reconocerla, solo sé que es una voz masculina. ¿Masculina? se supone que en este instituto lleno de vaginas frígidas solo podían haber mujeres. ¿Qué hombre podría estar en el despacho de Julianne? y solo una opción vino a mi mente. Su esposo.
Miré a mi alrededor por cerciorarme de que nadie estuviera observándome y me incliné en aquella pequeña abertura entre la pared y la puerta para ver qué estaba sucediendo allí.
Hasta aquí nada extraño, solo logro verla a ella parada junto al escritorio y a él sentado del otro lado. Están hablando, no puedo oír sobre qué pero se ven agradables. Ella sonríe, él suelta una carcajada.Vaya momento ameno entre ambos... Resuena en mi puta conciencia.
Yo continúo oyendo y observando como toda masoquista que soy. Anastasia Steele me apodan algunas veces.
Luego alcanzo a ver que él se levanta de su asiento, se acerca a ella y le dice algo que no alcanzo a oír muy cerca de su oído. Ella sonríe coqueta.Maldición...
Luego se aleja para observarla, por supuesto...como cualquiera que estuviera enamorado de esa mujer con esa maldita mirada suya que te invita a observarla a cada momento. Creo que a él le sucede lo mismo, y lastimosamente lo entiendo.
La observa un momento, luego coloca las manos en su cintura y la acerca a su cuerpo, para después fundirse en un apasionado y descontrolado beso que me partió al medio. No exagero.
Sentí cómo lo poco que quedaba de este bobo corazón se rompía en miles de pedazos que se mantenían inertes en el aire como si fueran viejas constelaciones del espacio...
Pero también, sentí enojo, ira. No podía soportar el hecho de verla con alguien más, aunque fuera su esposo y lo conociera de mucho antes que a mi. La sentía mía, mucho antes de que lo fuera. Aunque quizás ese fue mi gran error...jamás fue mía.
El corazón comenzó a palpitarme con fuerza, con furia. Además del dolor que sentía al volver a verlos juntos sentía tanto enojo que ni siquiera podía controlarlo. Comencé a sentir cómo mi sangre hervía, y cómo aquella ira empezaba a invadir todo mi cuerpo, célula a célula sin detenerse.
Salí corriendo de allí hasta el lugar del parque a donde siempre iba. Me prendí un cigarro, caminaba de aquí para allá pero nada lograba calmarme. Me sentía dolida y completamente histérica. Mientras yo sufría como una condenada ella estaba a los besos en su despacho con su marido.
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Cuando amarte no sea pecado
Roman pour AdolescentsMi vida era tan monótona y ordinaria como la de cualquier chica del montón. Hasta que por casualidad o causalidad te vi... Experimentar esa clase de accidente ancestral tal vez fue lo mejor que me ha pasado en toda mi vida. Después de aquel encuentr...