— ¿¡Estás loca!? — dije desde el suelo.
— Tú eres la que está loca. No sabes lo que haces Amanda. — dijo con furia en su voz.
CONTINUACIÓN...
— ¿Quién mierda te crees que eres Aline? — dije con total enojo.
— No te hagas la estúpida, no conmigo. — observándome con un intenso odio en su mirada.
— Realmente no entiendo de qué estás hablando. No entiendo nada sobre de ti desde que llegué aquí. — mientras me levantaba del suelo.
Se acerca a mí arrinconándome contra la pared, con su estúpido tono amenazante.
— Te gusta, ¿no? — sin dejar de clavarme la mirada.
— ¿Qué? — dije, no entendía absolutamente nada.
— Ví de la forma en que la miras, en que la observas, ¡te gusta! — dijo azotándome contra la pared.
— ¡Espera! — grité empujándola. — No sé de quién hablas, ¡no lo sé! — dije.
Se vuelve a acercar a mí, pero esta vez dejando una pequeña distancia entre las dos.
— De la Srta Evans, de ella es de quien hablo, lo sabes muy bien. — dijo, parecía una loca.
Al oír aquello mi cara palideció, las palabras quedaron atascadas en mi garganta, así que simplemente me quedé muda.
— Te lo advierto, ni se te ocurra meterte con ella...ella es MÍ (resaltando aquél último monosílabo con extrema rabia), y no hice tanto esfuerzo para que tú vengas a robármelo todo. Estás advertida. —dijo mientras tomaba un mechón de mi cabello y lo frotaba entre sus manos con una cínica sonrisa en sus labios.
Luego se fue.Yo me quedé completamente estupefacta ante las palabras de Aline. ¿Realmente se había dado cuenta de que observaba a la prefecta Evans? ¿Tan obvia soy? ¿Acaso...ella tenía algo con la prefecta?. Miles de preguntas atravesaron mi mente, todas sin respuestas.
Se hicieron eso de las 7 pm, las clases del día ya habían finalizado. Yo me encontraba en mi habitación, vestida como una vagabunda, recostada en mí cama escuchando un poco de Major Lazer para levantarme el ánimo. Cuando de pronto comienzo a sentir mucha paz, mis extremidades se entumecen, y yo simplemente me dejo llevar...a los minutos ya estaba completamente dormida.
— Amanda...hey despierta. —
Comencé a sentir una voz que se mezclaba con mis sueños, hasta que de a poco desperté. Era Cecile.
— ¿Qué pasó? — dije reincorporándome en la cama mientras frotaba uno de mis ojos.
— Te quedaste dormida, y te has perdido la cena. — dijo Cecile.
— Ay no, no me digas, ¿tanto dormí? — dije aún confundida.
— Eso creo. — dijo sonriendo.
— Rayos. — me maldije, ahora debería acostarme sin cenar.
— Cuando no te encontramos en el gran comedor quisimos venir a buscarte, pero ya sabes cómo son las prefectas que no nos dejan volver al edificio una vez que ya estamos sentadas a la mesa. Así que tuvimos que quedarnos, disculpa. — dijo.
— No te preocupes, debería haberme puesto la alarma. Pero es que ni siquiera recuerdo en qué momento me quedé dormida. — dije apagando la música que aún sonaba y me había consumido casi toda la batería del celular. — Temo que tendré que quedarme sin cenar. — dije lamentándome.
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Cuando amarte no sea pecado
Roman pour AdolescentsMi vida era tan monótona y ordinaria como la de cualquier chica del montón. Hasta que por casualidad o causalidad te vi... Experimentar esa clase de accidente ancestral tal vez fue lo mejor que me ha pasado en toda mi vida. Después de aquel encuentr...