Capítulo 39: "Sorpresas"

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Tengo tanto miedo, tanto miedo de perder la cabeza y no poder volver a tomar el control de la situación, que siento que mi corazón y mí mente van a estallar.
Dios...solo ayúdame a superar esto, ya no quiero sentirme así, no es justo.
Tal vez lo mejor sí sea dejarla en paz, hacer de cuenta que nada de esto pasó. Será lo mejor.

Ya no quiero lastimarte...

CONTINUACIÓN...

Amanda P.O.V

Estoy acabada, completamente acabada. Jamás me había sentido tan angustiada, tan abatida. Y lo peor de todo es que no podía hacer absolutamente nada. Porque no, a ella no le importaba. Ni lo que yo sentía, ni haber jugado conmigo, nada.
Pero hay una cosa de la que ella no es culpable, y eso es haberme enamorado de alguien inalcanzable. Sí. Alguien que ya está casada, que jamás se fijaría en mí, y que jamás se fijaría en una mujer...porque sí, solo tuvo curiosidad pero allí se acabó. Ama a su esposo y yo debo entenderlo de una vez por todas y olvidarme de ella.
Aunque será difícil viéndola todos los días en el Instituto. Pero no tenía otro remedio.

Debía dejar de llorar porque luego me preguntarían qué ocurría y no sabría qué responderles. Así que me levanté de la cama y fui hasta el baño a lavarme la cara y colocarme algo de crema ya que la tenía muy irritada.
Luego me puse a ver algo de televisión hasta que estuviera la cena.

•••

2 semanas después...

Quedaban solo dos días para empezar las clases, así que debía aprovecharlos a estar con mis padres antes de que se marcharan.

Estábamos cenando con mis padres en "Bambú", un lujoso y cálido restaurante eco friendly, era realmente hermoso.
Pasábamos una noche genial, definitivamente. Comimos delicioso, hablamos, reimos de los típicos chistes de papá, en fin...todo estuvo más que bien.

Al llegar a casa papá se despidió de nosotras y se fue a descansar ya que eran las 2 am. Mi tía Amelia ya estaba durmiendo.
Estábamos en la cocina con mamá, y supe que ese era el momento para hablar con ella antes de que se fuera. Era ahora o nunca.

— ¿Quieres un café? — le pregunté.

— Está bien. — dijo mientras se sentaba en la barra de desayuno.

— Mamá...necesito hablar de algo contigo. — dije mientras ponía agua a hervir.

— Está bien cariño, ¿de qué se trata? — preguntó curiosa.

— De...de algo que necesito decirte desde hace mucho tiempo, y quiero que sepas que si no lo hice antes fue porque no tuve el valor de hacerlo, y porque no me sentía preparada. — sije observándola.

-- Lo entiendo hija, pero no me asustes, dime por favor, ¿qué tienes? — se veía preocupada.

— A mí me...me gustan las chicas mamá. — dije soltándolo de una vez, y rogando que lo aceptara.

Estoy tan nerviosa...

Mi madre se quedó observándome por un momento, sin quitarme la mirada de encima. Y luego así como si nada...sonrió.

Siento que me desmayaré del gran alivio que siento.

— Ya lo sé mi amor. — dijo manteniendo aquella sonrisa en la cara.

No pude disimular mí expresión de sorpresa.
Quizás sí creía que tal vez lo sospechaba un poco, pero jamás pensé que lo tuviera tan en claro.
Y más aún que se lo tomara tan tranquilamente respondiéndome con esa sonrisa.

— ¿Qué? ¿Cómo que ya lo sabes? — dije sorprendida.

Ella se levantó y se sentó a mí lado. Me observó, me tomó de las manos, sonrió y me dijo...

Cuando amarte no sea pecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora