entré en mi habitación y azoté la puerta con fuerza, después deslizándome a lo largo de ella hasta tocar el alfombrado.
escuché los más desgarradores lamentos que alguna vez hubiese podido llorar.
mi madre de inmediato se apodero de mi mente.
en momentos como este, ella solía cantarme mientras acariciaba mi pelo y me ayudaba a calmarme.— llorar es purgar la pena, deshidratar todo el miedo que hay en ti... es sudar la angustia que te llena, es llover tristeza para poder ser feliz. (*)
sin notarlo, comencé a cantar débilmente. esto no era lo mismo a que mi madre lo hiciera. a que ella estuviese aquí.
un par de pequeños golpes se hicieron presentes en mi puerta. guarde silencio para que, quien quiera que fuera, se diera cuenta de que no queria hablar con nadie.
los golpes volvieron ahora un poco más insistentes.
— kellin, soy vic —. escuché el susurro.
fruncí el ceño, confundido de que esté aquí. de todas maneras me levante y abri la puerta. él entró sin mi permiso y rápidamente cerró.
— ¿qué haces aquí? —. pregunté, limpiando el resto de mis lágrimas con la manga de mi suéter.
— estaba con tyler —. por supuesto.
— bien, entonces ¿qué haces viniendo aquí? la última vez que vi no me veía como tyler —. dije enojado. ¿no fue suficiente lo que pasó allá con papá? ¿ahora también tenia que lidiar con vic?
— no seas así, kellin, escuchamos lo que sucedio y quise venir a ver cómo estás —. aclaró. pude ver la preocupación en sus ojos, pero no causó nada en mi. él sólo es alguien más, que gusta de dañarme y aparecer cuando menos lo espero o quiero.
— estoy bien, puedes irte.
— kellin... —. alargó —, deja de ser tan duro y dejame estar para ti.
y fue justo eso, no necesite más para que las lágrimas se deslizaran silenciosamente por mis mejillas.
vic vino rápidamente a mi y me rodeo con sus brazos, llevandome cerca en un calido abrazo.
— va a estar bien, kells —. aseguró y, a pesar de ser mentira, fui capaz de creerlo al menos por un segundo.
ahora no podía parar mi llanto. tenía ese sentimiento que te hace llorar aun con más ganas cuando alguien te pregunta qué te ocurre o incluso trata de tranquilizarte, o tal vez era sólo el echo de que no imaginaba tener a vic aquí.
— vamos bebé, no quiero que llores más —. susurró, secando suavemente mis mejillas.
— v-vic...
— shh —. presionó sus labios rápidamente sobre los míos, callándome —, todo va a estar bien, tú puedes venir conmigo a mi casa, no tienes que preocuparte, amor, no estás solo.
escucharlo llamarme amor desencadeno tantos sentimientos. me recordó aquellos momentos en que eramos novios y me llamaba así todo el tiempo.
— ¿a-amor? —. pronuncié con voz quebrada. él parecía confundido, después sonriendo ligeramente.
me acerqué, dudando todavia, pero aun así lo hice, lo besé. rodeé su cuello y acerqué su cuerpo hacia el mio. él devolvió el beso rápidamente. por fin había parado de llorar y con sus pulgares alejaba los restos de mis lágrimas.
— lo siento —. me disculpé alejandome un paso de él.
— no te disculpes.
— no debí besarte. sé lo que pasará una vez salgas de aquí —. golpeé la realidad.
lo observé, esperando alguna reacción, pero él no dio nada.
eso creí.
— Aún está en pie que vengas conmigo —. dijo.
— ¿puedo confiar en ti una vez más? —. pregunté. esta vez mostraba tristeza después de escucharme.
— no necesitas mi respuesta, eso es algo que tú debes resolver solo. ¿puedes confiar en mi? ... por favor —. preguntó con anhelo, dando lo último en un susurro que no sé si estaba en sus planes que yo escuchara.
y entonces todo se volvió en silencio.
¿cómo puedo responder sin miedo a equivocarme?
(*) mägo de oz, el poema de la lluvia triste.