En la obscuridad el brillo surgirá.

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Narra Lucia

Desperté, nada había cambiado, mis piernas seguían ahí, como un miembro más de mi cuerpo, una extremidad más, sin alguna sensación, sin alguna utilidad, solo estaban ahí, adornando mi cuerpo. Poco a poco abría mis ojos, al igual que mi memoria, recordando lentamente aquellas palabras hechas, aquellas acciones que desencadenaron algo, ahora inevitable. Mi vista se fue nublando, < en verdad soy una idiota > pensé, no solo había roto una agradable rutina, había cuestionado su amor, he dudado, y eso me ha destrozado, aunque no se cuánto le haya dañado a ella, no me atrevo a tocar el celular, ni me atrevo a nada, solo a mirar el techo de esta habitación, visualizar las cosas que he perdido, levanto mi mano para tratar de tocarlo, pero está muy lejos, son inalcanzables, cierro mi puño y lo llevo hasta mi pecho, dando un largo suspiro < solo el tiempo curara las heridas de nuestros corazones >.

Había llegado el viernes, seguía devastada, no por el hecho de mi incapacidad permanente, sino por no poder ver a Vanessa, de no tenerla a mi lado, y más ahora, ya que volveré a estar sola, mi madre se fue de viaje por la mañana, ella me daba cierto reconforta, pero sin algún pilar que me sostenga es muy probable que vuelva a aquel frio abismo, inmerso de soledad. Es un pensamiento ridículo, pensar que ella me extraña, que ella me añora tanto como yo a ella, pero es ridículo, ya que fui yo quien la aparto. En la soledad de mi casa solo pensaba en ella, en sus besos, en sus caricias, en su compañía, el dolor me quemaba por dentro, necesitaba eliminar esa terrible sensación. En mi silla de ruedas me hacer que hacia la pequeña cava detrás del comedor, tomando la botella del fondo, la cual decía Vodka, la coloque sobre la mesa, tome algún vaso que se encontraba sobre la mesa, vertí algo de Vodka en el vaso y lo tome con inseguridad, pero al volver a sentir el ardor en mi interior, sin dudar tome aquella bebida y la empine sobre mi boca. El ardor de mi garganta era poco comparado al que quería tratar de eliminar, al ver que no surgió efecto tome más botellas de la cava, y sin dudar vertí un poco de todas en el vaso, dejándolo rebosando, al punto de que el líquido, con un solo movimiento de la mesa se derramaría. Tome aire y lo deje salir lentamente < espero que con esto pueda olvidarme de ti algún tiempo >, tome el vaso lentamente, para no derramar el elixir que me hará olvidar, lo puse sobre mi boca, y como si mi vida dependiera de ello lo tome lo más rápido que pude, aquella bebida me quemaba por dentro, haciendo olvidar todo, incluso de mi nombre, era una sensación parecida a la que sentía cuando besaba a Vanessa, por lo que la disfrutaba, al acabar con la última gota de aquella exótica bebida mi mente ya no se encontraba cuerda, tome alguna de las tantas botellas que allí se encontraban y la empine en mi boca, dando largos y profundos tragos. Mire el reloj de la pared, los números eran borrosos, hasta el reloj se movía, < Vanessa >, no logro comprender como en mi estado etílico seguía pensando en lo que quería olvidar, mi silla se dirigió hacia la puerta, mi mano giro la perilla y salí de mi casa. Cuando volví a tomar un poco de conciencia estaba frente a la casa de Vanessa. Sorprendentemente aun tenía una botella en mi regazo, la tome y volví a darle un largo trago, me acerque, pero unas péquelas escaleras me separaban de aquella puerta, bebí lo que restaba de la botella y la tire hacia la puerta, un gran ruido se escuchó cuando la botella se destruyó contra la puerta, algún vidrio paso junto a mi cara haciendo que una pequeña línea se sangre se formara.

Narra Vanessa

Habían pasado algunos días desde que deje de ver a Lucia, estaba muy mal, no podía dormir, por lo que me quede viendo la televisión cuando un estallido se escuchó en la puerta, salte del susto casi cayendo de donde estaba sentada, el miedo se apodero de mi < pero qué demonios fue eso > me acerque sigilosamente a la puerta, sintiendo que en cualquier momento se volvería a escuchar algún ruido extraño, al no volver a escuchar nada asumí que ya se había ido lo que sea que estuviera fuera, pero la curiosidad me gano, tome valor, gire el picaporte y abrí un poco la puerta, en el suelo había muchos pedazos de vidrio y me quede anonadada el ver a Lucia en su silla de ruedas a pie de las pequeñas escaleras, a pesar de la obscuridad pude apreciar un ligero corte en su mejilla, logre deducir que fue ella quien tiro aquella botella.

No dire que es amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora