Después de la tormenta viene la calma.

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Narra Vanessa

Entre la obscuridad que me albergaba pude ver los hechos tan claros como como si los estuviera volviendo a vivir. Las imágenes pasaban una y ora vez en  mi cabeza, era un bucle sin fin, y siempre comenzaba en el mismo puto.

Mi vista, al igual que mi cuerpo se mantenían congelados, veía aquella escena, mi corazón se estrujaba, la pistola le apuntaba, veía transcurrir  todo en cámara lenta, podía ver cada detalle de aquella escena, desde en cielo azul, hasta como el viento movía la cabellera de aquellas dos personas.La escena transcurría sin miramientos, sin que yo pudiera evitarlo, sin que yo pudiera intervenir. Vi que la pistola dejaba de titubear (la que sostenía Maribel y se llenaba de decisión. Mis ojos recorrían todo el lugar en busca de ayuda, y el destino, para bien o para mal, dejo bajo mis pies un revolver. Mi mente fue desconectada del resto de mi cuerpo, simplemente los músculos de mi cuerpo tenía reacción propia. Mis ojos eran los únicos testigos de mis actos, mis ojos fueron los únicos testigos de mis actos, mis ojos eran los únicos que reaccionaban ante la autonomía de mi cuerpo, solo ellos presenciaron el momento en que tome el revolver, solo ellos vieron atentamente la dirección donde apuntaba aquella arma de fuego, y solo ellos se percataron de cuando la bala salio dirigida a su objetivo. Después del estruendoso sonido del cañón mi conciencia volvía a mi, y mientra reagrupaba los acontecimientos que acababan de suceder otro estruendoso sonido me saco de mi trance, un intenso dolor se hizo presente, veía como la sangre salia de mi hombro, y a lo lejos aquel cuerpo inerte acaparaba mi atención. Por fin me daba cuenta de lo que acababa de suceder, cuando por fin lo comprendía mi mete regresaba hasta el principio, y volvía a vivirlo una y otra vez.

Estaba cansada de eso, en cualquier momento me podía derrumbar, esto me afectaba demasiado. Perdí la cuenta, después de contar 24 repeticiones de la misma escena, se me hizo absurdo seguir contando. Estaba segura de que si volvía a ver esa película de nuevo  una vez mas colapsaría. 

La escena seguía su curso normal, pero esta vez,  la lucha por no cerrar los ojos seria férrea. Yo sabia que si cerraba los ojos seria mi fin. La escena llegaba a su fin, en este punto normalmente cerraba los ojos y volvía otra vez al principio, pero esta vez no iba a dejar que esto pasara, mis ojos se mantenían abiertos. Mi visión no se apartaba del cuerpo si vida de Maribel. Yo luchaba, fue la confrontación mas fuerte que he tenido, mis parpados comenzaban a pesar toneladas, estaba en mi limite, mis ojos poco a poco se fueron entrando a la obscuridad, este sin duda era mi fin, pero no contaba con que unos brazos envolvieran mi cuerpo. El calor que me proporcionaba aquella persona me abrigo por completo, la obscuridad poco a poco comenzó a volverse luz. Respire su aroma, ese aroma que me hacia delirar "Lucia" susurre antes de cerrar mis ojos por completo.

Al volver a abrirlos la luz me segó, obligándome a cerrarlos abruptamente. La luz se posaba en mis parpados cerrados, y por reflejo moví mi mano derecha para colocarla sobre mis ojos y así ocultar aquella molesta luz molesta para mis ojos. Conforme me iba acostumbrando a la luz también me daba cuenta en que situación me encontraba. El recuerdo del incidente volvió a mi mente, el dolor de mi hombro izquierdo se hizo presente, pero no tan fuerte como antes, era un dolor soportable. Abrí los ojos y pude contemplar donde me encontraba, el techo era de lamina, el colchón era duro, al igual que la almohada, sin contar con lo áspera que era la fina sabana que se posaba sobre mi cuerpo. Giré mi mirada para observar detenidamente aquella pequeña habitación con olor a medicamento, la luz la proporcionaba una ventana sin cristal en una pared de ladrillos sin pintar y en vez de una puerta lo que separaba aquella habitación de el pasillo principal era una fina tela. La habitación era muy fome y descuidada, pero un bulto similar a un cuerpo humano en la esquina de la habitación llamó mi atención, lo mire detenidamente, no podía ver el rostro de aquella persona, ya que traía puesto una capucha y su cuerpo era cubierto por una sabana. Quise pararme para descubrir quien era aquella persona, pero el sonido de unos pasos acercándose a la habitación me hicieron desistir de esta idea. Entre en pánico, no sabia que hacer, mi mente corría de un lado a otro en busca de una salida, pero al ver que la fina tela se comenzaba a mover  lo único que pude hacer fue fingir dormir. 

Los pasos se hacían mas fuertes y se detuvieron justo aun lado de mi, sentí como esa persona intentaba introducir algo a mi boca, al principio opuse resistencia, pero al final cedí, ya que el sabor que me proporcionaba aquello se me hacia familiar, tuve que remontarme a mi infancia para descubrir que el sabor y la dimensión de aquello era idéntico al termómetro que utilizaba para tomar mi temperatura cuando estaba enferma, así que me relaje y me deje llevar. Cuando esta persona hubo introducido el termómetro en mi boca sus pasos se volvieron a hacer presentes, pensé que saldría de la habitación, pero no fue así, los pasos se seguían escuchando en la habitación. Abrí un ojo solo un poco, lo suficiente para poder ver bien lo que sucedía, y fue gracias a ello que pude distinguir a una señora regordeta con bata blanca, quise poder ver mas detalladamente sus facciones, pero mejor me centre en la conversación que esta comenzó.

-Cuanto tiempo mas seguirás aquí? – La señora embatada le pregunto con un tono preocupado, como si de una madre se tratase, este trato se me hizo sumamente tierno.

-Hasta...que...se...recupere – Se escuchaba cansada, sumamente fatigada, tanto que tenia que pararse y tomar aire para poder decir cada palabra de esa corta oración. A pesar de que la voz era débil podía distinguir esa voz donde fuera, a pesar de no poder ver su rostro sabia de quien se trataba. Se formó un nudo en mi garganta al ver el estado en que se encontraba. Me dolía verle así, me partía oír su voz en ese estado.

- Vamos muchacha, me preocupa verte así – la señora embatada se le acerco y se coloco en cuclillas para quedar a su altura, después puso su mano en el hombro de Lucia.  – Acompáñame, solo a que comas algo, te aseas, te cambien de ropa y descanses, mientras tu lo haces yo me quedo aquí para cuidarla – Afecto, cariño, ese tono de voz que usaba hacia que el nudo en mi garganta aumentara, yo luchaba por no derramar alguna lagrima, pero sabia que era cuestión de tiempo que esta saliera sin que yo pudiera impedirlo. Ella no se movía, se mantenía allí, sin reacción alguna.

- No...gracias...yo me quedo aquí – No la pude detener mas, una lagrima salio, seguida por otra y así las siguientes, salieron sin que yo pudiera evitarlo. Levanto su cara y me fue imposible mantenerme solo allí observando. Se podían apresar unas grandes bolsas debajo de sus ojos, el cabello que se podía divisar se veía sucio, pero su mirada, esa fue la que me penetro, la que prácticamente me hizo moverme sola, esa mirada perdida, sin brillo alguno, se veía tan mal. 

- Pero cariño, llevas tres días igual...- no lo soporte mas, mis piernas buscaban el suelo desesperadamente. Tres días...he estado tres días en cama?. La cama, sorprendentemente no hacia ruido cuando me movía, así que cuando logre ponerme de pie ellas seguían en su pequeño dialogo. Mis piernas parecían de gelatina, mi cuerpo se sentía pesado, sentía que mis piernas iban a flaquear en cualquier momento, y ni hablar de mi hombro izquierdo, el cual me dolía como el demonio, pero lo que ahora me importaba no era necesariamente mi condición, sino el poder abrazar a Lucia. Daba pequeños pasos hacia aquel par, mis pies descalzos no hacían ruido alguno, así que cuando estibe justo aun lado de ellas tardaron un poco en notar mi presencia. Lo primero que note que vieron fueron mis pies, después poco a poco iban subiendo la mirada hasta que nuestros ojos se conectaron, pero los míos solo se enfocaban en una persona, que de un instante a otro se levanto. Su mirada ahora poseía un poco de brillo, su boca formaba una tímida sonrisa.

- Hola – dije, mi voz afectada por el nudo en mi garganta, mis saladas lagrimas fueron saboreadas por mis secos labios, y de un momento a otro Lucia se encontraba igual que yo, sus lagrimas fluían un poco mas fuerte que las mías, sus brazos se alargaron y rodearon mi cintura fuertemente, yo solo pude rodearla con mi brazo derecho, pero como pude la atraje un poco mas a mi. Coloque mi cabeza en el hueco de su cuello y aspire su aroma, ese olor embriagador me poseyó, a pesar de que llevaba tanto tiempo sin asearse aun podía oler aquel perfume que me volvía loca. 

- Que bueno que hayas vuelto – me susurro al oído, pareciese que el cansancio se había esfumado de su cuerpo, porque su voz había cambiado por completo, eso me dio mas confianza, mas seguridad de que ella se encontraba bien, por fin podíamos ser libres, en sus brazos eran mi abrigo, mi protección, mi hogar, ella era mi soporte, mi camino, mi destino. Desde ahora podríamos estar juntas sin que nadie pudiera intervenir, o eso creía.

- Estoy en casa – Susurre en su oído, y era verdad, con ella a mi lado podía hacer todo y al mismo tiempo nada,  con ella a mi lado había regresado a mi hogar, el lugar de donde nunca volvería a apartarme, donde siempre volvería a refugiarme, de donde nunca me apartaría. Nuestro nuevo inicio inicia hoy.   


No dire que es amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora