Capítulo 13: Sarah

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- Por fin...- Refunfuñó Maestro mientras bajaba apresuradamente del autobús.

- Sabes que no ha sido para tanto- Le recriminó Gardevoir mientras le seguía.

Las puertas del autobús se cerraron tras ellos y el vehículo comenzó a alejarse mientras Gardevoir lo seguía con una mirada de nerviosismo. Le había costado mucho convencer a Maestro de que volviesen a viajar en autobús, y aunque su entrenador había acabado por acceder, se había pasado todo el viaje quejándose de lo incómodo que le resultaba. Aquello no habría sido un problema si su entrenador no fuese un Aegislash parlante con una voz retumbante que daba escalofríos; sin embargo, Maestro había sido sumamente indiscreto, y la extraña pareja que ambos formaban había sido el centro de atención para los demás pasajeros durante todo el viaje.

- Nunca más- Sentenció Maestro.

- Con esa actitud, desde luego que no- Le reprochó Gardevoir, molesta- Menuda vergüenza...

Gardevoir apartó la mirada del autobús que se alejaba y echó un vistazo a su alrededor. Se encontraban en la Ruta 16 de Kalos, en una parada de autobús a medio camino entre Ciudad Luminalia y Pueblo Fresco. Junto a ellos se encontraba una explanada de tierra recientemente acondicionada como aparcamiento para el Club de Pesca, cuya sede se encontraba justo allí. Junto a aquel modesto edificio, el lago se extendía como una gigantesca mancha azul en el paisaje parduzco de la Senda Melancolía. Junto a la orilla un buen número de pescadores se encontraban reunidos contemplando lo que parecía ser un hombre que, con la ayuda de los tentáculos de un fornido Tentacruel, sostenía en alto el Basculin más grande que Gardevoir jamás había visto. Otro hombre, que portaba una cámara fotográfica, se encargaba de inmortalizar la escena.

Desde el punto de vista de Gardevoir, aquello era buena señal. Si aquellos humanos estaban ocupados con sus estúpidos concursos de pesca, era poco probable que se encontrasen con muchos de ellos en las inmediaciones del lago. Al fin y al cabo, tras la muerte de Maestro, todos habían pasado a ser considerados Pokémon Salvajes a ojos de la ley. Naturalmente, Gardevoir no había dejado ni iba a dejarse capturar sin más por ningún entrenador; menos ahora que Maestro había vuelto. Sin embargo, aunque en Pueblo Vánitas todos sus vecinos habían respetado siempre su independencia, encontrarse con un entrenador en un lugar en plena naturaleza como aquel casi siempre implicaba conflicto. No todos los humanos con los que se enfrentaba aceptaban por las buenas que no deseaba acompañarlos; y conociendo a Maestro, no se lo pensaría demasiado antes de abrir en canal a cualquiera que intentase capturarla.

Aunque Greninja había acordado encontrarse con ellos en aquel lugar, Gardevoir no estaba segura de cómo dar con él. Si había algo que se le daba bien a aquel Pokémon, era ocultarse. Si bien Gardevoir no dudaba que Greninja no se escondería de ellos, aquel lugar era grande, y podría llevarles horas conseguir que su compañero les encontrase.

- Vamos- Murmuró Maestro.

Sin decir nada más, Maestro comenzó a desplazarse levitando silenciosamente hacia el interior del bosque. Tras dudar durante un segundo, Gardevoir se apresuró a seguirle. Encontrar a Greninja en aquel gigantesco bosque de árboles rojizos parecía ser como buscar una aguja en un pajar. Sin embargo, Maestro no parecía haber elegido una dirección al azar. Se desplazaba en línea recta entre los árboles, manteniendo la orilla del lago a su derecha, sin perderla de vista. Parecía saber perfectamente a dónde se dirigía. Avanzaba sin desviarse de una especie de rumbo previamente establecido, ignorando completamente a los Pokémon con los que ocasionalmente se cruzaba; los cuales solían apresurarse en apartarse prudentemente de su camino cuando se percataban de su presencia.

Pokémon: Alma de AceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora