Capítulo 11: Ultra Ball

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Los años posteriores a la pérdida de su familia habían convertido a Mawile en un monstruo. A medida que hacía pasar los recuerdos de Mawile a gran velocidad, Mewtwo presenciaba situaciones sumamente dolorosas y desquiciantes. Aquella pequeña criatura se había visto arrastrada a una espiral de violencia y locura que parecía dispuesta a engullir hasta la última parte de su ser. Cuando los ruidos dejaron de oírse y los asaltantes que asesinaron a su entrenadora se marcharon, Mawile aún tardó horas en decidirse a abandonar la Pokéball en la que se había ocultado. Al salir de su escondite, la escena que presenció la destruyó completamente por dentro. Abandonó aquel edificio mientras corría asustada, llorando mientras esquivaba los charcos de sangre y los cuerpos inertes de los humanos y Pokémon con los que había compartido su vida.

Una vez fuera, despojada de su familia y su hogar, Mawile descubrió lo cruel que podía ser el mundo lejos de la protección de su entrenadora. Vagó por el pantano durante días. Los otros Pokémon le hicieron daño. Su especie era una invasora en el ecosistema local, y ninguno de los habitantes de aquel pantano deseaba un nuevo depredador al que temer. Pero aquella pequeña depredadora era incapaz de cazar; su instinto de supervivencia se había atrofiado debido a la vida llena de comodidades de la que había disfrutado. De no ser por su cuerpo de acero, del que ningún otro Pokémon de aquel pantano era capaz de alimentarse, habría muerto en apenas de un par de días. Sin embargo los Pokémon que le atacaban, incapaces de causarle heridas mortales, se limitaban simplemente a causarle todo el daño que podían antes de huir temerosos de la ira de Mawile. La ira de una pequeña Pokémon completamente inofensiva que no era capaz de entender por qué su mundo se había desmoronado de repente.

De aquella manera tan súbita, Mawile pasó de tenerlo todo a no tener absolutamente nada. La posibilidad de encontrarse con los hombres que mataron su entrenadora y al resto hizo que evitase a toda costa a los humanos; pero los Pokémon del pantano huían o la atacaban al menor contacto con ella. Mawile no solo se había quedado en la más absoluta y dolorosa soledad, sino que el mundo entero parecía haberse declarado su enemigo. Los humanos, los Pokémon, e incluso el propio pantano parecían confabulados para hacerle sufrir. Y más tarde, cuando el hambre comenzó a azotarla, incluso su propio cuerpo parecía dispuesto a intentar matarla.

Sin embargo, contra todo pronóstico, Mawile no murió sola en la oscuridad de aquel maloliente pantano. Mawile logró adaptarse y sobrevivir, pagando como precio por aquella supervivencia su propia cordura. Aceptó que todo el mundo fuese su enemigo y abrazó la idea de que tan solo se tenía a sí misma. Estaba en guerra con el mundo que la rodeaba, y no estaba dispuesta a perder aquella guerra. Durante años, Mawile atacó a cualquier forma de vida que se cruzase con ella. Tiñó de rojo el pantano con la sangre de humanos y Pokémon. Con el tiempo dejó de llorar y volvió a reír. Se engañó a sí misma para creer ser feliz mientras vivía atrapada en aquel tormento personal.

Mewtwo dejó de escrutar aquellos recuerdos. Aquellos años estaban repletos de una sucesión interminable de momentos de extrema violencia y una locura completamente desbocada. Sin embargo, ninguno de aquellos acontecimientos parecía haber marcado especialmente a Mawile. Había atacado sin provocación y había hecho daño a humanos y Pokémon por igual. Se había manchado las manos con la sangre de víctimas que suplicaban por su vida. Incluso había arrancado carne cruda a mordiscos de criaturas que aún seguían con vida. Pero ninguno de aquellos recuerdos, que podrían haber resultado traumáticos para cualquiera, parecían haber importado lo más mínimo al pequeño monstruo en el que Mawile se había convertido. Había vivido una vida dedicada a la crueldad y la violencia, parecía ser que solo había dos momentos más en la vida de Mawile que habían llegado a marcarla. Mewtwo rastreó las emociones de Mawile a través de aquellos recuerdos, y encontró un punto en su memoria que nuevamente parecía marcar un antes y un después en su vida.

Pokémon: Alma de AceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora