Capítulo 14: Trevenant

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Aquella criatura se movía de forma torpe y errática. Las llamas que la envolvían eran unas intrusas que no eran parte de su forma física. Maestro analizó rápidamente la información que su ojo metálico le proporcionaba. Aún no lograba distinguir qué era aquella gigantesca llamarada que se acercaba a ellos, pero había algo que podía saber con claridad tan solo con mirar a aquel afligido ser; estaba sufriendo. Aún desde su ignorancia al respecto, Maestro lamentaba tener que ver a aquel ser en aquella horrible circunstancia; pero no podía perdonar la amenaza que representaba para su grupo. Su desplazamiento era impreciso, arbitrario incluso, pero tanto él como sus compañeros serían de un modo u otro arrollados por aquella mole ardiente si no hacía algo para impedirlo. Maestro era consciente de que lo último que necesitaba una criatura que sufría de ese modo era nuevos enemigos; pero no le dejaba otra opción. Sin importar cuales fuesen las circunstancias, debía proteger a su equipo.

Con un cierto pesar, Maestro proyectó su Escudo Real y se interpuso entre sus compañeros y aquel gigantesco ser; bloqueando su camino. Era consciente de que el contacto con aquella barrera le produciría un serio debilitamiento físico, y que su sufrimiento aumentaría; pero no podía permitir que semejante pira se abalanzase sobre Greninja y Gardevoir.

Aquella criatura era realmente enorme. Maestro no era capaz de determinar su tamaño exacto en aquel momento; pero era casi tan grande como los viejos sauces que les rodeaban. Aunque el tamaño de la barrera parecía insignificante en comparación con su cuerpo, la criatura se detuvo bruscamente al colisionar contra ella. Un sonido de madera crujiendo y unas cuantas ascuas desprendiéndose de su forma acompañaron al estruendo producido por el golpe. El contacto se prolongó durante unos segundos; mientras aquella criatura trataba en vano de empujar el Escudo Real de Maestro para seguir avanzando. Acto seguido, el efecto debilitador de aquella barrera comenzó a actuar sobre su forma física y el esfuerzo que hacía para desplazar aquel escudo infranqueable comenzó a apagarse hasta desfallecer.

Maestro aprovechó cada segundo mientras frenaba el avance de aquella criatura para recopilar toda la información posible sobre ella. Observo y analizó cada detalle de su forma tratando de descifrar su auténtica naturaleza. Las llamas que consumían su cuerpo le cegaban y deslumbraban a aquella distancia; y su enorme tamaño complicaba la distinción de su forma. Sin embargo, una visión fugaz de lo que parecía ser un enorme ojo rojo brillante estremeció a Maestro. En aquellas circunstancias, no había mucho margen de error. Se trataba de un encuentro improbable, pero era técnicamente posible. No sabía cómo un Pokémon como él había llegado a un lugar como ese, pero no era el momento de hacerse aquellas preguntas. Sin su ayuda, moriría en breve.

- ¡Apagadlo!- Ordenó Maestro a sus compañeros.

Greninja miró con nerviosismo al gigantesco Pokémon en llamas que Maestro trataba de contener frente a ellos. A cada segundo que pasaba en contacto con el Escudo Real, sus movimientos se volvían cada vez más lentos y débiles. Su cuerpo de madera se desprendía en brillantes ascuas a medida que el fuego consumía su forma. Fuera quien fuera aquel Pokémon, en aquel momento estaba extremadamente débil. Greninja nunca antes había manipulado el agua de una forma no destructiva. Si utilizaba sus Shurikens de Agua sobre aquel Pokémon, causaría más daños de los que prevendría; y el impacto de una Hidrobomba sobre un cuerpo de madera que se caía a trozos podría terminar de romper en pedazos a quien trataba de socorrer. Greninja llevaba años esforzándose por hacer que sus ataques fuesen cada vez más dañinos y devastadores. No veía la forma de extinguir aquellas llamas sin hacer daño a aquella atormentada criatura.

Sin saber cómo reaccionar a aquella situación, Greninja se quedó completamente inmóvil; incapaz de actuar. Sabía que sus compañeros contaban con él; pero no se le ocurría como abordar la situación. No sabía cómo cumplir aquella orden de Maestro. Tras unos segundos de inmovilidad, Greninja oyó como su compañera dejaba escapar un largo suspiro. Actuando por simples reflejos, Greninja se giró hacia Gardevoir. Sabía lo que estaba pensando su compañera. No quería ayudar a aquel Pokémon. No lo conocía de nada, pero le deseaba que ardiera y se consumiera hasta que solo quedase de él un puñado de cenizas sobre el fango. Sin embargo, pese a su cruel e insensible forma de ver el mundo, Gardevoir no iría en contra de la voluntad de Maestro.

Pokémon: Alma de AceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora