Capítulo 27: Mewtwo

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Octavia encabezaba la marcha por aquel oscuro sendero, mientras Maestro, Greninja, Mawile y Gardevoir la seguían. Ya habían pasado casi dos horas desde que habían abandonado la casa de Tiberius y se habían dirigido a su cita con el destino. Casi había anochecido, y la espesa vegetación de Bosque Verde oscurecía aún más la tenue luz que había en el ambiente. Aquella frondosa zona del bosque les cubría por arriba casi como un techo, impidiéndoles ver el cielo estrellado sobre sus cabezas. Toda aquella situación tenía un toque tenebroso que tanto a Maestro como al resto de su grupo les resultaba familiar. La sensación de atravesar aquel bosque era parecida a la de cruzar la Ruta 14 de Kalos, con la ventaja de no tener que hundir los pies en el maloliente fango del pantano para poder avanzar.

El helicóptero de la Organización Rey Arceus les había dejado unos cuantos kilómetros al sur de Ciudad Plateada, muy cerca de Bosque Verde. Octavia les había recomendado realizar aquella parte del camino a pie, a lo que todos habían accedido por temor a ahuyentar a Mewtwo si su llegada resultaba demasiado evidente. Desde entonces, habían caminado casi sin mediar palabra. Octavia conocía el camino hasta el refugio secreto de Rey Arceus, y aquello era todo lo que el resto necesitaba saber. Cada uno de aquellos Pokémon vivía la tensión del momento a su manera, y ninguno de ellos se sentía con ánimos de conversar. Cuando cayó la noche y el bosque pasó a estar demasiado oscuro para poder ver, Gardevoir se limitó a crear un orbe luminoso y Octavia imitó su gesto incendiando su mano derecha y utilizándola como una antorcha para iluminar sus alrededores. Pese a lo inusual de aquel gesto, ninguno de sus acompañantes le preguntó cómo había logrado generar fuego de aquella forma con una mano humana. Aquella criatura a la que seguían les resultaba demasiado extraña, y ninguno tenía ganas de intentar comprenderla.

Mientras seguía a la agente de Rey Arceus por aquel oscuro bosque, Maestro se encontraba sumido en una serie de funestos pensamientos. Aunque se esforzaba por mantener sus emociones bajo control para que no le llegasen a Gardevoir mediante su Sincronía y no afectasen a la moral de su equipo, lo cierto era que tenía miedo. A diferencia de la determinación que sintió tres años atrás en la Cueva Celeste, en aquel momento, tras haber probado el fracaso en su anterior intento y haber tenido que pagar las consecuencias por ello, sentía miedo de que sus errores volviesen a repetirse. Le había prometido a Mismagius que traería a todos sus compañeros de vuelta a Kalos sanos y salvos, pero aún no estaba seguro de cómo haría para lograr algo así. Aunque tras todo lo que había experimentado en los últimos días, Maestro estaba casi seguro de ser indestructible, la misma condición no se aplicaba al resto de sus compañeros. Si el combate contra Mewtwo no iba bien, podría en aquella ocasión llegar a perderlos a todos. Pensarlo hizo que Maestro se estremeciera. Lo único que a Maestro se le ocurría que fuera peor que haber muerto luchando contra Mewtwo, habría sido que todos sus compañeros muriesen y él no. Algo que en aquel momento parecía bastante posible si no jugaba bien sus cartas en aquel enfrentamiento; no en vano, jugaba con una enorme desventaja de poder de su lado.

Aunque ya se le había pasado por la cabeza en más de una ocasión dejar al resto de su grupo atrás y luchar en solitario, Maestro sabía de sobra que aquello no era una opción para él. No se trataba de una cuestión de orgullo ni de ansias de venganza. No era algo tan simple como la evidente negativa que habría recibido por parte de su equipo ante aquella petición. La realidad era un poco más triste para él. Aunque fuese indestructible, él no era lo bastante fuerte como para vencer a Mewtwo. Si se enfrentaba a aquella criatura en solitario, su fracaso estaba más que garantizado; no importaba si Mewtwo acababa descubriendo alguna forma de destruirle definitivamente o si simplemente decidía huir, de un modo u otro fracasaría. La única forma en la que podría destruir a Mewtwo y salir victorioso sería con la ayuda de su equipo.

Maestro evitó pensar en el fracaso y trató de centrar su capacidad de pensamiento en cómo resultar de ayuda para su equipo durante el inminente combate. Mientras trataba de urdir una estrategia, perdiéndose en medio de una tormenta de ideas y dejando de ser consciente de sus alrededores, su cuerpo físico acabó chocando con algo. Aquel repentino obstáculo era la espalda de Octavia, quien finalmente había dejado de caminar. Maestro se apresuró a retroceder, y la agente de Rey Arceus se dio la vuelta para dirigirse hacia el grupo que la acompañaba.

Pokémon: Alma de AceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora