En todos los años que había pasado viviendo en Kalos y frecuentando Ciudad Luminalia, Maestro nunca antes había visto semejante bullicio en la estación a una hora tan temprana en la mañana. No había sido fácil encontrar un transporte hacia la capital de Kalos en mitad de la noche, especialmente tras el caos que se había formado en Ciudad Fractal. Sin embargo, tras manipular unas cuantas mentes y dejar atrás una travesía por carretera de casi tres horas, el grupo de Maestro había logrado llegar a la estación antes de que salieran los primeros trenes hacia Ciudad Azafrán.
La situación en aquella estación, y probablemente en una buena parte del mundo en aquel momento, resultaba un absoluto caos. Tras la catástrofe que había tenido lugar en Kanto aquella noche, resultaba lógico pensar que habría organizaciones por todo el mundo interesadas en destinar recursos y personal a Ciudad Azafrán para realizar labores de ayuda humanitaria. Y hasta así parecía haber sido también en la capital de Kalos hasta hacía apenas una hora. Un magnetotrén cargado de equipos de ayuda y suministros debería haber partido ya hacia Ciudad Azafrán. Sin embargo, en aquel momento, Kalos acababa de percatarse de que tenía sus propios problemas.
Las grandes pantallas de televisión del andén de la estación, que hasta hacía menos de una hora habían estado mostrando imágenes de la destrucción que había tenido lugar en Ciudad Azafrán y habían continuado informando sobre lo sucedido, en aquel momento mostraban imágenes provenientes de Ciudad Fractal. El estado de aquella gélida ciudad de Kalos no era mucho mejor que el de Ciudad Azafrán. Una irrefrenable ola de locura y violencia se había apoderado de la ciudad. Miles de humanos y Pokémon habían muerto mientras dormían, y otros miles se habían despertado completamente enloquecidos y habían comenzado violentos disturbios. El número de fallecidos estaba aún por determinar, y una buena parte de la ciudad había quedado devastada por las acciones de algunos Pokémon relativamente poderosos que habían sucumbido a la locura. Cuánto más miraba aquellas imágenes, más agradecido se sentía Maestro de que hubiesen conseguido abandonar la ciudad a tiempo, antes de que las calles de la ciudad se convirtiesen en un campo de batalla.
Aunque contemplar aquellas imágenes resultaba enfermizo y hacía que Maestro sintiese auténtica rabia por no haber logrado dar el golpe de gracia al responsable de aquello, por otra parte no le quedaba más remedio que agradecer aquellas circunstancias. Involuntariamente, Darkrai había logrado encubrir sus acciones. En medio de una ciudad que estaba siendo consumida por la locura y en la que los muertos se contaban a miles, lo que ellos habían hecho dentro del edificio de Rey Arceus podía fácilmente ser atribuido a aquella locura colectiva y era improbable que se investigase como crimen. Por otra parte, el caos que se había formado en la estación de Ciudad Luminalia facilitaría en gran medida que cuatro Pokémon sin entrenador se subiesen a un magnetotrén rumbo a Ciudad Azafrán.
Naturalmente, ante semejante problema interno, la mayoría de iniciativas para enviar ayuda a Ciudad Azafrán por parte de los habitantes de Kalos habían sido redireccionadas hacia Ciudad Fractal. En aquel momento, el magnetotrén estaba experimentando retrasos por toda la mercancía que se estaba descargando de él para trasladarla a otro tren que la llevaría al punto de entrega más cercano a Ciudad Fractal, que era inaccesible por tren. Sin embargo, pese a que estaba siendo descargado casi por completo, aún quedarían viajeros interesados en desplazarse a Ciudad Azafrán con aquel magnetotrén. Gardevoir ya había logrado convencer a unos escépticos trabajadores de la estación de que su entrenador se encontraba en Kanto y que tenían que ir allí a toda costa, asegurándoles a los cuatro un lugar dentro de aquel tren. No había resultado fácil, pero lo habían conseguido. Ya solo faltaba esperar a que terminasen de descargar aquel tren y diesen de nuevo la orden de embarque. Entonces, solo unas horas de travesía ferroviaria les separarían de Ciudad Azafrán.
- ¿Aún sigues cabreado porque todo lo que hemos hecho no ha servido para nada?- Preguntó Gardevoir.
Maestro reaccionó ante las palabras de su compañera estremeciéndose con cierta brusquedad. Apartó la mirada de la pantalla de televisión que había sido el foco de su atención y echó un breve vistazo a su alrededor. El andén de la estación de Ciudad Luminalia era un lugar grande y ostentoso, como casi todo en Kalos. El techo formaba una amplia bóveda, el suelo estaba recubierto por losas de mármol de un tono amarillo claro, y unas grandes y elegantes columnas se alzaban a lo largo de toda la estación. Una maravilla arquitectónica digna de admiración. Sin embargo, en aquel momento el panorama podía ser cualquier cosa menos elegante y admirable. Cientos de humanos y Pokémon iban de un lado para otro, provocando un ajetreo excepcional, incluso para los estándares de la estación central de la ciudad más grande del mundo. Sumergirse en sus propios pensamientos mientras contemplaba las atroces imágenes que llegaban de Ciudad Fractal le había hecho evadirse completamente de la realidad. En aquel momento, el magnetotrén podría haberse ido sin él y no se habría dado ni cuenta.
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Pokémon: Alma de Acero
FanfictionUn hombre llega a la Cueva Celeste con una misión muy clara. Matar a Mewtwo para vengarse por lo que sucedió hace 20 años. No permitirá que nada se interponga en su camino. Ni siquiera su propia muerte a manos de Mewtwo. ... Alma de Acero fue mi pr...