****ELRIC****
Daw y yo nos encargamos de cocinar los conejos que había conseguido cazar antes de encontrarme con ellos. Hacía mucho tiempo que no veía a mis amigos. Se habían unido a los rebeldes hacía más o menos un año. Había pequeños grupos de rebeldes por todo el reino de Gasilia. El rey Günther no se había ganado el respeto de su pueblo por ser un rey justo e inteligente, si no por el miedo. Por ello, parte de la población se había revelado contra él, asaltando los carros llenos de oro que iban hacia el castillo. Mientras que Leda y Herry siempre habían sido más revolucionarios y habían querido unirse a los rebeldes, Daw había sido más reacio a ello. Hasta que un día ocurrió algo horrible que haría cambiar completamente de idea a Daw. Una noche un grupo de soldados borrachos que estaban de paso por el pueblo, habían violado a su hermana menor y la habían dejado embarazada. Daw siempre se culpó por no haber estado esa noche en casa y a partir de ese día juró vengarse. Él, Leda y Herry desaparecieron de un día para otro. Yo sabía el motivo, pero no dónde estaban. Y después de un año, al fin les había vuelto a ver.
—Bueno Adri cuéntanos algo de ti—inquirió Herry picado por la curiosidad. No hacía falta tener dos ojos para notar que a Herry le encantaba Adri, le comía con la mirada. La verdad es que no le culpaba, Adri era guapísima y además era pura elegancia.
—No hay nada que saber de mí—dijo encogiéndose de hombros. Olvidaba que Adri era muy reservada.
—Tu sabes todo de nosotros y nos puedes entregar al Rey, ¿y no tenemos derecho a saber nada de ti?—espetó Leda. Sus ojos marrones oscuros echaban llamas. Le encantaba ser el centro de atención de los hombres, cosa que le había arrebatado Adri en ese momento.
Mirando a las dos muchachas me di cuenta de lo diferentes que eran físicamente. El pelo de Adri era negro como la noche, mientras que el de Leda era dorado como el sol. Los ojos azul hielo de la primera contrastaban con la oscuridad de los de la segunda. Leda tenía la tez algo bronceada. Por el contrario, Adri tenía la tez de color porcelana. Los labios de Leda eran muy carnosos. Los labios de Adri eran más finos y rosados. Mi compañera de viaje era algo más alta que mi amiga de la infancia. Pero la mayor diferencia era su forma de actuar. Adri era más elegante y provocaba respeto. Leda no era nada elegante, sus movimientos eran mas toscos y descuidados. Lo mismo ocurría en su forma de hablar.
—Yo no he deseado conoceros—respondió Adri con un tono cortante que helaba la sangre.
—Bueno, ¿y a dónde os dirigís?—intervino Daw desviando el tema de la conversación antes de que las dos muchachas se mataran.
—Nos dirigimos hacia el puerto. Vamos a coger un barco hacia el reino de....
—Necesitamos coger un barco—me cortó Adri lanzándome una mirada asesina. Debía de controlar las palabras si no quería que aquella muchacha me cortara el cuello mientras dormía.
—Elric, ¿a qué reino decías que os dirigías?—me preguntó Leda con una gran sonrisa en la cara. Mi mirada pasó de la sonrisa de Leda a la mirada asesina de Adri. Tragué fuertemente saliva. Me encontraba entre la espada y la pared.
—No creo que eso me corresponda a mi contarlo Leda. Yo solo actúo como un buen caballero en reluciente armadura. Soy un simple acompañante—temía por mi vida, así que decidí no involucrarme. Ante esa respuesta Adri esbozó una sonrisa de superioridad. Por el contrario Leda parecía estar a punto de matarme.
—De aquí no se va a mover nadie sin decirnos antes a donde os dirigís—amenazó la muchacha que se había puesto de pie y había desenvainado su espada.
Antes de que nadie pudiera hacer nada Adri se había puesto de pie desenvainando su espada también. Daw se metió en medio de las dos con los brazos hacia arriba intentando calmarlas. Estaba en un nido de víboras.

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La Princesa de Hielo
FantasyEl continente de Erelín está dividido en cinco reinos que mantienen la paz. ¿Pero será esta paz duradera? Las familias que gobiernan cada reino lucharán por tener mayor poder que las demás. Un juego peligroso en el cual participan personas dispuesta...