***ELRIC***
Me aburría enormemente. No es que la vida en castillo no estuviera nada mal, todo lo contrario de hecho. Pero no tenía amigos aquí con los que pasar el rato.
Cuando me mostraron la que sería mi alcoba durante mi estancia me quedé sin aire. Era la habitación más grande y lujosa que había visto en mi vida. Si así era la alcoba que yo ocupaba no podía imaginarme como sería la de Adri.
Un sirviente preparó la bañera con agua caliente y me ayudó a bañarme. Esto me resultó bastante incómodo y extraño al principio, pero acabe relajándome y disfrutando del agua caliente. Más tarde, el mismo criado, me ayudo con los ropajes, cosa que fue todo un alivio. Por mi sólo me hubiera colocado las variadas prendas en partes del cuerpo que no se le correspondían.
Una criada trajo los mejores manjares que había probado en mi vida. Una vez que ésta se hubo marchado esperé a que el otro criado también abandonara la alcoba para poder comer tranquilamente y sin preocuparme de los modales. Pero aquel hombre no se marchaba. No sabía como tratar a los criados, así que me decidí por invitarle a abandonar la alcoba antes de que se me quedara fría la comida. El sirviente aceptó y me dijo que le avisara si tenía alguna necesidad. Una vez a solas comencé a engullir la comida. Los sabores de todos los platos eran exquisitos.
Tras acabar la comida me acomodé en uno de los sillones de la alcoba. Era incluso más cómodo que el catre en el que yo acostumbraba a dormir. No me di cuenta de lo cansado que estaba como consecuencia de estos días pasados hasta que un golpe en la puerta me sobresaltó. Me había dormido en el sofá. Volvieron a llamar de nuevo.
—Adelante—respondí en un tono no muy seguro.
—He venido a comunicaros que el Rey os ha invitado a cenar con él y su familia en el Comedor del Oso a las ocho—anunció un nuevo sirviente.
—Ehh...gracias, es todo un honor. Acudiré con mucho gusto—dije intentando imitar la forma de hablar de Adri.
Hizo una reverencia y cerró la puerta a su salida. ¡Mierda! ¡Había sido invitado a cenar con la familia real y simplemente sabía los modales básicos que me había enseñado Adri antes de partir en barco desde Gasilia. ¿Y si faltaba al respeto al Rey al dirigirme a él? ¿Y si faltaba al respeto a la Reina por mis malos modales? ¡Menudo desastre! Necesitaba ayuda y urgentemente. Y por desgracia sólo había una persona capaz de ayudarme.
Llamé a la puerta, y cuando me dieron permiso a pasar, entré. Lord Hawkins se encontraba sentado en un sillón de cara a mí con un libro entre las manos. Su cara expresaba clara sorpresa y algo de decepción. Tendría la esperanza de que en la puerta se encontrara Adri en vez de mí. Sentía de corazón su decepción. Nos mantuvimos durante unos segundos en silencio, hasta que la impaciencia de Lord Hawkins lo rompió.—¿Y bien?—se notaba cierta curiosidad en su tono de voz, aunque lo intentó camuflar pareciendo exasperado.
—Necesito que me ayudes a aprender como comportarme delante de la familia real durante la cena—solté rápidamente con cierta reticencia. Me jodía en gran mesura pedir ayuda a aquel estúpido.
Lord Hawkins se quedó mirándome durante un buen rato sin expresión alguna. Los nervios me estaban matando. No me había hecho ninguna gracia pedirle ayuda, pero era el único que me podía servir. Aún así, no pensaba suplicarle por su ayuda. Por tanto esperaba que aceptara a la primera. Lord Hawkins apartó la mirada hacia la ventana de su alcoba.
—De acuerdo—soltó finalmente.
—¿Qué?—solté sin poder contenerme de la sorpresa.
—Te ayudaré a aprender modales—respondió esta vez mirándome de vuelta.
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La Princesa de Hielo
FantasíaEl continente de Erelín está dividido en cinco reinos que mantienen la paz. ¿Pero será esta paz duradera? Las familias que gobiernan cada reino lucharán por tener mayor poder que las demás. Un juego peligroso en el cual participan personas dispuesta...