Capítulo XIV

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****ADRI****

—¿Qué es lo que ha pasado Adri?—me preguntó suavemente Elric mientras se apartaba un poco de mí. Me miró a los ojos, podía ver claramente confusión en su cara y no le culpaba por ello. Me secó las lágrimas de la cara con su capa. Tomé aire, no podía ocultarle algo como esto.

—Mi hermana—respondí de golpe. No quería pensar en ella. Pero por su expresión podía deducir que seguía igual de confuso, incluso más que antes.

Elric esperó a que respondiera. Pero yo no continué. ¿Cómo podía explicarle que los que se habían sentado detrás nuestro eran la princesa Alyssa Borela y el príncipe Damon Ruvala? ¿Cómo podía explicarle que mi hermana me había traicionado y que por su culpa estaba en esta situación? No sabía que hacer. Una parte de mí quería contarle toda la verdad y descargarme así un peso de encima. Oír a mi hermana haciendo planes con Damon para atraparme había bloqueado mis pensamientos racionales. Sólo podía pensar en eso una y otra vez. Además estaba el tema del hielo. Cuando la tristeza dio paso a la ira grité del enfado y de repente todo a mi alrededor estaba congelado. Había notado el frío recorriéndome por todo el cuerpo. No entendía nada. La situación me superaba. La mayor parte del tiempo conseguía mantener mis sentimientos a raya de tal forma que nadie podía herirme. Pero el hecho de estar en peligro continuo, lejos de mi familia y mi hogar, la traición de Alyssa y el extraño suceso del hielo, habían roto por completo mi máscara de hielo. Ya no podía seguir fingiendo más.

—¿Cuál de tus cinco hermanas Adri? ¿Y qué es lo que pasa con ella?—me preguntó Elric con cuidado de que no le atacase por indagar demasiado.

Estaba a punto de responderle cuando salió una figura de entre los árboles. Elric se había levantado rápidamente y esgrimía su espada hacia la figura. Era una mujer. 

—Baja eso humano antes de que te pinches—dijo la mujer calmadamente con un tono frío. Elric bajo un poco la espada, pero se mantuvo en posición de defensa. Parecía estar tan confuso como yo—. He venido a hablar contigo Adrienne.

Mi máscara de hielo volvió a caer, pero esta vez sólo por unos segundos. Conseguí reconstruirla antes de que Elric se girara en mi dirección y me mirara.

—¡¿Adrienne?!—me preguntó aún más confuso que antes si es posible. Decidí ignorarle y centrarme en la misteriosa mujer.

Ya estaba lo suficiente perdida como para que ahora me viniese una mujer desconocida y extraña a decirme que había venido a hablar conmigo. Tomé aire tranquilamente para relajarme. No podía dejar que los sentimientos nublasen mi mente. Tenía que tranquilizarme, ya había llorado suficiente. Me fijé bien en la mujer. Su fina cara seria te hacía sentir respeto. Sus cabellos lisos eran muy largos, le caían sueltos hasta por debajo del culo. Lo que me llamó la atención es que aquella mujer era joven, no aparentaba más de treinta años, peros sus cabellos eran de un color blanco como la nieve. Su tono de piel era color melocotón, y sus labios finos eran rosados. Tenía una figura alta y delgada que desprendía elegancia. Pero lo que más me impactó fueron sus ojos. Eran exactamente del mismo tono que el mío, eran de un color azul hielo. Había algo que no me gustaba en ese hecho. Me puse de pie algo más calmada.

—¿Qué es lo que quieres hablar conmigo?—pregunté con un tono de voz igual de frío que el suyo. Tuve que concentrarme para no responderla de manera formal como hacía en la corte. No sabía por qué pero me salía tratarla como si fuera una noble de alto rango.

—Tenemos muchas cosas de que hablar Adrienne.

—¡¿Adrienne?!—volvió a repetir Elric.

La mujer que estaba parada en el borde del claro comenzó a andar tranquilamente en nuestra dirección. Elric, confuso, se mantuvo donde estaba. Yo saqué mi espada y la levanté en su dirección. Aquella mujer había despertado mi sexto sentido, y eso no era una buena señal.

La Princesa de HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora