***ADRI***
—Regresemos al castillo—ordené a Ser Rodrick—. Lord Eddard Hawkins y su acompañante vienen conmigo—me anduve con cuidado de no decir el nombre de Elric delante de toda esa gente. Si había algún espía de los Ruvala por allí y llegaba el nombre de Elric Hamleigh a sus oídos, los padres de Elric estaban muertos.
Ser Rodrick asintió con la cabeza haciendo una pequeña reverencia para luego dirigirse hacia sus hombres. Percibí como lanzaba una pequeña mirada a Ned. La supuesta huída de Ned había sido el centro de todos los cotilleos durante un buen tiempo. Su regreso iba a dar que hablar. Y más aún cuando me encargase de su padre.
Mis hermanas montaron en el carruaje para regresar al castillo antes de lo que habían previsto. Mientras los hombres de la Guardia Real montaban de nuevo en sus monturas.
—Alteza, ¿no desea montar en el carruaje?—me preguntó Emireth.
—Volveré a caballo. Gracias.
Emireth inclinó la cabeza y entró en el carruaje tras mis hermanas pequeñas. Emireth era la institutriz actual de Aileen y Selene, aunque había sido de todas nosotras. Se encargaba de educarlas en protocolo y artes femeninas, como costura, música y modales, con el objetivo de convertirlas en damas nobles. Además las cuidaba cuando mis padres no podían encargarse de ellas dos. Me apiadaba de ella. Aileen era un culo inquieto, cuidarla muchas veces podía requerir una buena resistencia física. Me extrañó bastante que las doncellas de Damara y Lorelei no las hubieran acompañado, cuando salían de castillo siempre iban con ellas.
A pesar de que todo el mundo de la calle dejaba paso al carruaje real no podíamos ir muy rápido por las calles, los carruajes por la ciudad iban a paso lento, por lo que tardamos más de lo que me hubiera gustado en llegar a la puerta de Adrien, llamada así en honor al primer rey de la dinastía Borela. La puerta de Adrien se encontraba en la primera muralla, y era la única forma de acceder al castillo. En la muralla, a ambos lados de la puerta de Adrien colgaban banderas con el blasón familiar. Un oso blanco gruñendo y levantado sobre los cuartos traseros. Al reconocer a Ser Rodrick y el carruaje real abrieron las pesadas puertas de madera. Avanzamos por el puente levadizo hasta llegar a la segunda puerta que permanecía cerrada. Jamás se encontraban las dos puertas de la muralla a la vez. Esto era por precaución. Una vez atravesada la segunda puerta el carruaje se detuvo. Teníamos que pasar por algunos patios que no eran aptos para el carruaje. Todas mis hermanas nada más bajar dirigieron su mirada hacia mí como para comprobar que no me había esfumado y seguía allí. Les lancé una pequeña sonrisa para asegurarlas que no iba a volver a desaparecer. Aileen me devolvió una gran sonrisa y corrió hacia mi.
—¡Aileen!—gritó Emireth cuando se dio cuenta de que Aileen iba corriendo hacia mi. Con Aileen no se podía bajar la guardia nunca.
Aileen se encontraba a mi lado en el suelo cuando Emerith llegó a su altura y la cogió rápidamente en brazos para que no le pillara ningún caballo.
—Tranquila Emireth, irá montada conmigo hasta el Torreón del Rey.
—Como desees alteza—respondió tendiéndome a mi hermana pequeña.
La agarré fuertemente y la senté delante de mí.
—¿Selene?—pregunté a mi otra hermana. No se me había pasado desapercibida su cara de corderillo degollado. Esbozó una sonrisa tímida y asintió. Vino corriendo hacia nosotras. Emerith la aupó con algo más de esfuerzo que a Aileen. Y me ayudó a sentarla detrás mío—. Agárrate bien, ¿vale?
—Sii, Adri—dijo al tiempo que me agarraba con sus bracitos.
—Lady Damara, Lady Lorelei. Si deseáis usar nuestro caballo sería todo un honor—se ofreció Ned.
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La Princesa de Hielo
FantasyEl continente de Erelín está dividido en cinco reinos que mantienen la paz. ¿Pero será esta paz duradera? Las familias que gobiernan cada reino lucharán por tener mayor poder que las demás. Un juego peligroso en el cual participan personas dispuesta...