Capítulo XX

305 31 29
                                    

***ADRI***

De repente me encontraba en un prado cubierto de nieve y rodeado por pinos. No reconocía el lugar, pero por la vegetación podía deducir que era algún lugar de Arkadia. Miré a mi alrededor pero no había nadie. Debía de hacer bastante frío, pero yo no lo sentía a pesar de no ir nada abrigada. Iba vestida con el mismo vestido granate y azul que llevé puesto por última vez en palacio antes de partir. Incluso llevaba el pelo recogido en una gran trenza de lado.

Empezaron a caer pequeños copos de nieve. Una figura salió de la linde del bosque. Era Arsya. No desentonaba nada con el paisaje. Iba entera de blanco, incluso sus cabellos eran blancos. Llevaba un vestido blanco elegante digno de una reina del norte. Mostraba la misma cara seria que cuando nos conocimos. Su figura alta y delgada se movió elegantemente en mi dirección. Sus ojos azules hielo estaban fijos en los míos. A pesar de que imponía, le mantuve la mirada.

—Adrienne—dijo a modo de saludo cuando se encontraba a tan sólo dos pasos de mí.

—¿Dónde estamos?—pregunté sin saludar.

Su cejo se frunció y sus ojos adquirieron el color del mar en tempestad. Me acordé de Aeron; siempre decía que cuando me cabreaba mis ojos adquirían el color del mar en día de tormenta.

—Ese no es modo de dirigirse a una diosa, joven—su tono era de hielo.

Su comentario sólo consiguió que comenzara a molestarme. Por su culpa tenía estos malditos poderes, no era algo que yo había elegido. Si por mi fuera Arsya se podía quedar mis poderes, yo no los quería para nada. Estaba segura de que solo me traerían problemas. Además no me gustó nada que usara ese tono para dirigirse a mí. Estaba acostumbrada a que todo el mundo me respetara e hiciera lo que yo mandara puesto que era la princesa, sólo Alyssa osaba faltarme al respeto. No toleraba fácilmente que me hablaran prepotentemente, y parecía que a Arsya le ocurría lo mismo. Nuestros egos iban a chocar continuamente.

—¿Dónde estamos?—volví a preguntar haciendo caso omiso a su advertencia.

Su rostro se volvió de mármol. Tenía el presentimiento de que tenía ganas de convertirme en un cubito de hielo.

—Estás soñando. Es peligroso que te visite en la tierra. Los demás dioses podrían descubrirnos y ser conocedores de tu existencia. Ellos me ordenaron cortar todo contacto con mi descendencia, de tal modo que el secreto de la magia que corría por la familia se perdiera con la muerte de Magnus. No estarán nada contentos si se enteran de que me he comunicado contigo.

—Si estamos en mi sueño, ¿eso significa qué todo esto es producto de mi mente? ¿O es verdad a pesar de ser un sueño?

—Esta conversación es real aunque estés soñando. Te visitaré en sueños cuando pueda como medio de comunicación.

Yo asentí. No me hacia gracia el mundo de la magia. Siempre había sido una persona muy lógica. Antes no creía en los dioses ni en la magia, por lo que todo esto me estaba resultando realmente extraño.

—¿Cuáles son tus preguntas, Adrienne?—me preguntó con su tono neutral.

—¿Por qué yo?—pregunté sin pensar.

Sabía que tenía que estar aprovechando el poco tiempo que teníamos en preguntar otras cosas más útiles, pero era incapaz de entender porque yo de todos los humanos tenía poderes.

—Ya te lo expliqué Adrienne—respondió con aburrimiento—. Sólo las personas fuertes serán capaces de despertar los poderes de su interior. Es necesario que el corazón pase por una prueba. Debe romperse. Si tras ello se reconstruye completamente e incluso se convierte en más fuerte, la magia despertará. Pero, si por el contrario, se mantiene roto o se reconstruye pero es más frágil, la magia se dará cuenta de que el portador no es lo suficientemente fuerte y poderoso, por lo que permanecerá dormida. Con la traición de tu hermana, tu corazón se rompió en mil pedazos. Pero tu no dejaste que aquello te parara. Reconstruiste tu corazón, y lo recubriste con una doble capa. El hielo recubre tu corazón. Tienes una doble barrera. Ahora eres más fuerte que antes.

La Princesa de HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora