Capítulo 28

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Elizabeth

Me dolía el pecho. Algo me lo estaba apretando, dificultando mi respiración. Mi corazón estaba latiendo demasiado rápido, como si hubiera hecho ejercicio durante más de dos horas sin parar.

Sentía que me iba a morir.

Los miré incrédula. No entendía como pudieron hacerme eso, como pudieron apostar algo tan importante.
Y lo peor era que Adam era mi mejor amigo, considerado un hermano. Y el me había vendido, igual que Seth.

Sentía que mis ojos iban a explotar, ya que estaba aguantando las ganas de llorar. Cerré los ojos intentando aliviar el dolor.

Me habían fallado.

Adam me había fallado.

Como mejor amigo, y como hermano.

— Elizabeth... —inició Adam, pero al ver mi cara este se calló de golpe. Una enorme tristeza se instaló en sus ojos, dándose cuenta de su error — Lo siento, Elizabeth...

Levanté mi mano y lo hice callar. Me miraban expectantes​ esperando a que dijera algo, pero no podía.

Me había quedado sin habla.

Lo que más me dolía es que había sido Adam. Se supone que como mejores amigos no me puede hacer una cosa así. Que él estaba para protegerme y cuidarme.

Lo miré una vez más y comencé a andar hasta la salida del comedor. Me metería en el cuarto y no saldría de él. Eso ya estaba decidido.

Me sentía avergonzada, me sentía una estúpida. Mientras Axel intentaba calmar los sollozos, me había consolado y hasta me había aconsejado... Mi mejor amigo apostaba la virginidad de su no hermana de sangre.

— ¿Elizabeth? — susurró Diane acercándose a mi. Estaba preocupada, se le veía en la cara. Ella no tenía nada que ver, ella no me había fallado — Mírame Elizabeth.

No podía mirarla a la cara sin antes estallar en lágrimas. Y no podía hacer eso. No cuando ella no tenía la culpa.

Le di un pequeño empujón y salí por la puerta dispuesta a quedarme días en la habitación sin salir.

Diane era mi mejor amiga, y la quería como si fuese una hermana. Ella había creído en mi cuando nadie lo había hecho. Me dio una oportunidad de seguir adelante con mi vida después del orfanato.

— ¡Eres un maldito imbécil hijo de perra, Adam Evans! — escuché como gritaba Diane a su hermano, defendiéndome — ¿¡Cómo cojones se te ha ocurrido eso, pequeño bastardo!? ¡Es Elizabeth, la chica que consideramos como nuestra hermana! — unos susurros se escucharon que no llegue a entender. Supuse que era Adam intentando dar explicaciones — ¡Eres lo peor, Adam! ¡No te mereces ni el cariño de Elizabeth, ni el de tu propia hermana!

No quise escuchar más, así que apresure el paso hasta la habitación.

Había provocado una gran pelea entre los hermanos inseparables de California. Jamás había visto a Diane tan enfadada y tan indignada. Solía pelearse con su hermano, sí, pero no de esta manera tan brutal.

Nunca le había dicho que no mereciera su amor, ni le había gritado de esta manera.

Cerré la puerta con seguro y me apoye en ella. No iba a llorar, porque Elizabeth Brooks no lloraba sin una razón grave.

Nunca había llorando delante de alguien, siempre he reprimido mis lágrimas hasta llegar a desfallecer del dolor causado en mi pecho.

Me entraban ataques de ansiedad, y de nervios porque no me permitía llorar. Eso era un problema, pero lo había podido sobrellevar con los años.

Me senté en el suelo con la espalda pegada en la puerta, en silencio.

— Elizabeth — hablaron a la puerta. Me congelé al escuchar mi nombre con la voz de Wade. Me quedé callada porque simplemente no podía hablar, después de lo que Adam me había hecho. Intentó abrir la puerta pero no lo logró. Escuché un bufido por su parte — Abre la puerta, Elizabeth — exigió — No te lo repetiré dos veces —añadió después de unos segundos —.

Wade no se lo pensaría dos veces en derribar la puerta. Él era así, o hacías lo que quería o él mismo te obligaba a que lo hicieras.

Pero verlo hacía que el dolor en mi corazón se hiciera más grande. Aún así, me levante del suelo y quité el seguro.

Wade no se lo pensó dos veces y abrió la puerta, cerrando tras él.

— No les hagas caso — dijo cruzándose de brazos — Son imbéciles, solo querían apostar cualquier gilipollez para ganar dinero

Le ignoré y me senté en la orilla de la cama. La cama estaba hecha y llena de cojines de colores, adornándola.

Wade volvió a suspirar y se acercó a mí. Mi cabeza quedaba a la altura de su cintura y este después de pensarlo durante unos segundos, se puso enfrente mía de cuclillas.

— No hice nada para que me ignores, Elizabeth — replicó posando sus codos en sus rodillas — Tu fuiste la que se marchó de mi cama y la que me repitió que si hicimos lo que hicimos fue sin compromiso alguno. Y quería saber el porqué — chasqueó la lengua y siguió hablando — ¿Por qué me lo volviste a repetir?

— Es lo que tú dijiste — escupí — Sin compromisos.

— Me estás volviendo loco, Elizabeth — confesó mirándome — Me siento tranquilo cuando estoy contigo. No me importa nada más — suspiró — Cuando bajé mis manos por tu cuerpo sentí que era mío... Y nunca me había pasado —reconoció en voz baja. Elevó una de sus manos y toco mi mejilla, acariciándola —  He tardado en darme cuenta, porque tenía miedo de que te pasara lo mismo que le pasó a ella. No podía permitirlo. No podía dejar que te hicieran daño...

Nos quedamos en silencio, él mirándome a mi y yo a él. Sin fijarnos en nada más.

Sus ojos que antes me habían lanzado dagas, transmitían sinceridad. Brillaban bajo la oscuridad que nos dejaba las persianas bajadas.

No podía continuar con esto, no después de lo que me dijo Axel.

Me recordé a mí misma las palabras que Axel me había dicho

«Una hermosa rosa que desde que la ves quieres cogerla. Quieres llevártela a tu casa y ponerla en un vaso de agua, y cuidarla el resto de tu vida. Pero la rosa tiene espinas, y puedes cogerla haciéndote daño, claro que sí. Pero al pasar los días, la rosa se va marchitando y tú con ella. Porque ese es el problema de la rosa, que la arrancas, y es hermosa al principio. Pero después, al pasar los días se marchita dejando caer sus pétalos, llenándote de amargura.»

Negué con la cabeza y baje mi mirada hasta dar con mis rodillas.

— Buscas a alguien que te salve del pozo en el que estas metido — susurré sin poderlo mirar — Algún día te darás cuenta de que nadie te puede salvar, que el único que puede hacerlo eres tú. Y mientras tanto, no podrás estar con nadie — trague en seco, queriendo arrepentirme de mis siguientes palabras —Ni conmigo tampoco.

Instagram: @xrociy (igual que en Wattpad)

WADE © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora