Capítulo 38

23K 1.6K 91
                                    

Te invito a leer los dos últimos capítulos por si te has perdido. ¡Gracias!

Elizabeth

No me arrepentía. Lo había hecho por el bien de todos y jamás me arrepentiría de una cosa así.

Edler no me intimidaba. Quizás me pusiera inquieta está situación. La de estar en un coche con tres gorilas y con Edler que no se separaba de mi.

No lo entendía. No podía entender las razones por las que me encontraba en esta situación. Pero yo lo había decidido, ya no había marcha atrás.

Si no llegara a sobrevivir de esta, no me importaría. Tampoco es que perdiera tal cosa.

Nunca había tenido nada por lo que luchar. Y siempre que me había aferrado a algo, me lo habían quitado.

Amdyle fue mi última oportunidad de volver a ser una persona normal. Como cuando era pequeña y sonreía por cualquier gilipollez.

Pero mis padres se habían llevado con ellos mi alegría. Se habían llevado mi inocencia.

No los culpaba, pero me dolía recordar cada momento que había pasado con ellos.

La alegría que transmitía con cada sonrisa. A mi madre, haciendo una tarta de chocolate solo porque mi padre se la pedía. Mi padre, rodeado de papeles pero donde siempre hacia un hueco para ayudarme a mi con mis deberes.

— Estamos apunto de llegar Elizabeth — informó Edler con una sonrisa — Me gustó mucho conocerte, aún que me trataste muy mal la primera vez que nos vimos — dijo con una gran tristeza fingida —.

— Claro — gruñí con sarcasmo — te caí tan genial que apareciste por arte de magia disparando a doquier.

— No me tengas en cuenta eso, guapa — soltó sonriendo — Solo fue un pequeño susto que se me ocurrió darte

Quería pegarle en toda la boca para que se callara. Quería chillarle y decirle que era un imbécil y lo mucho que lo odiaba. Pero ya no valía la pena. Ya no.

Ya había tomado mi decisión.

Me mordí el labio para intentar controlar la rabia que poco a poco me invadía, llenándome de adrenalina.

Edler sonrió y me guiñó el ojo, complacido por haber conseguido ponerme en esta situación.

— Oh vamos pequeña — se quejó con una sonrisa — No me mires así, solo quiero lo mejor para ti.

— ¿Lo mejor para mí? — escupi con asco — Lo mejor para mí sería estar a kilómetros de ti.

— Siento decirte que eso no va a ser posible, bella — suspiró cruzándose de brazos. Por un momento observé como sus ojos se llenaban de nerviosismo. Sus manos temblaron por un momento y su respiración fue más rápida — Ya nada es posible.

Eso último lo susurró queriendo que no me diera cuenta de sus palabras. Pero lo hice. Lo escuché.

¿Por qué ya nada era posible? ¿Que había hecho yo para merecer esta puta mierda?

El conductor le hizo una seña bastante rara a Edler. Este se puso rígido al instante y comenzó a mirar hacia atrás, preocupado.

Intenté voltear la cabeza para poder saber qué cojones estaban mirando, pero Edler me cogió de la barbilla y me obligó a pensármelo dos veces.

— Ni una palabra, Elizabeth — amenazó Edler aún agarrándome de la barbilla — Ni. Una. Palabra.

Quise explicarle que no tenía pensado hacer nada. Que solo pensaba en el bien estar de Wade y de sus amigos. Pensaba en Diane.

Wade.

Wade.

Quería pedirle perdón antes de irme para que así no me odiase tanto. Pero me gritó, y quizás todo lo que dijo era cierto.

No sabía lo que quería. Jamás lo había sabido. Siempre había pensado que él era el problema cuando realmente el problema era yo.

Yo, que no había sabido decidir entre arriesgarme o ir a lo seguro.

Yo, que no había disfrutado todos esos momentos que me había regalado.

Yo, que me había enamorado de él sin que me diera cuenta.

Wade, ese chico que tenía todas las cartas para ser un niño malo y que solo suplicaba amor. Un amor que jamás le habían dado.

Wade que me había dicho que su mayor sueño era crear una banda donde se apoyaran los unos a los otros. Donde no habrían mentiras. Donde sólo existiera la lealtad y la amistad.

Él me lo había dicho desde un principio. No directamente, pero si me mandaba señales que no lograba ver.

Él no me quería para salir del agujero. Él me quería porque yo era su única razón para salir del pozo donde estaba metido.

Yo era su luz. Yo había sido su fuerza para seguir luchando.

A Wade le habían quitado lo que tanto adoraba: a su abuelo. Era la única persona que había logrado entenderlo y la única a la que podía desmotrarle amor.

Sus padres le habían rechazado. Jamás se habían interesado por él. Jamás. A la única persona que tenía para desahogarse había sido su abuelo.

Y él me había elegido a mi para abrirse después de tanto tiempo. Él me había elegido a mi a pesar de todo.

— Hall no quiere dejarte ir tan fácilmente, preciosa — informó Edler levantándose del asiento y chequeando su trasero — Lo que no sabe es que te vas a venir conmigo le guste o no le guste.

Mi corazón comenzó a bombardear con más fuerza. Observé a Edler como buscaba con nerviosismo su parte trasera. Vi algo brillar y me alarmé.

Una pistola.

Lo empujé y quise quitársela, pero me golpeó en la mejilla dejándome KO durante unos segundos.

— ¡Me prometiste que no les harías nada! — grité a todo pulmón, intentando quitarle el arma que estaba entre sus dedos. El gorila que estaba a mi otro lado, me agarró del pelo intentando separarme de su jefe, pero no lo dejaría ir tan fácilmente —

Gruñi del dolor al sentir tal tirón en mi cabello, pero no dejé de empujar a Edler.

Este último abrió la ventana y saco la cabeza, alejándome aún más de él. Y comenzó a disparar.

Al escuchar el primer disparo me congelé. Comencé a ver todo negro. La adrenalina me subía y exigía acción.

Intentaban dañar a Wade.

Y no lo iba a permitir.

Me abalancé al conductor, importándome una mierda que el gorila que estaba a mi lado me agarrara más del pelo. Importándome un carajo todo lo demás.

Si moría salvándole la vida a una persona como Wade, valía la pena.

Y agarré el volante.

¡Atenta!

¡Tengo explicación!

Me han echado de casa.

Esa es la explicación.

Buenas noches 💕

WADE © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora