Arabella: Un comienzo.

4.3K 270 2
                                    


Hay veces que me gusta fingir que estar sola es mi decisión, que la vida no me lanza amor, que nadie quiere quedarse nunca, que nadie me ve. Todos miran, pero pocos observan.  A veces me recuesto en la cama, pongo mi repertorio de música deprimente y miro la nada, me quedo observando todos mis libros, que están ordenados según cuando los compré. Empiezan siendo infantiles y acaban siendo literatura más ''adulta'', poesía en su mayor medida. Es como observar una historia, como recordar qué pasaba en mi vida en cada momento que compré esos libros. Y luego inevitablemente, movida por alguna canción triste empiezo a pensar en mi situación, y caigo en el maldito cliché de ''nadie me quiere''. Pero es la realidad y aunque para muchas personas sea solo una manera de hablar, yo lo siento con todo mi corazón. No tengo amigos, no tengo familia, o al menos que cuenten, tampoco tengo nadie a mi lado que esté dispuesto a compartir su tiempo conmigo. Y de verdad, quiero dejar de pensar en Ada. Porque aunque mi padre me haya dicho que tengo más libertad... No sé si realmente debo usarla, podría acabar fastidiándola, y debo irme la universidad, la única motivación en mi vida es tener un trabajo con el que pueda ser libre, tener dinero e irme lejos. Pero ese día está a años luz, o así lo parece. Analizo la situación y empiezo a pensar en lo que debo hacer, la situación en casa a cambiado, eso desde luego, así que tengo que ser prudente ahora que tengo una oportunidad.

Me duele la espalda, mucho, muchísimo. Pero pensar que puede ser que sea la última vez que siento este dolor hace que sea más llevadero.

Y ahora pienso de nuevo en Ada, como no, ahí está. Recuerdo lo que dijo mi padre, pueden venir amigas a casa siempre que quiera, y siempre que la puerta esté abierta. Y luego tengo una idea, mi padre sale a trabajar cada tarde, así que tengo todas esas horas libres. Y viaja por trabajo, así que no solo tendré esas tardes, sino también algunas semanas. Parezco idiota por no haberme dado cuenta antes. Por desgracia mi casa está lejos de la de Ada, así que tardaría en llegar media hora, y aparcar por el centro es imposible... Así que tendría que buscar un parking, prefiero no arriesgar e ir el viernes como estaba planeado. Así podré decirle algunas cosas, puede que no le importe demasiado, pero no quiero dejar de verla, siento la necesidad de acercarme más, todo lo que pueda. Incluso sabiendo que posiblemente ella me vea como una pirada borracha, aunque creo que mantuve bastante la cordura. A pesar de todo ¿por qué iba a ser tan importante para ella? Sigo siendo una cobarde, sin duda alguna el hecho de que mi madre se haya ido no cambia las cosas, sigo siendo yo. Ojalá pudiera ser diferente. Cuando me miro en el espejo soy lo más soso del mundo, y aunque intente vestir diferente, maquillarme o hacerme mil cambios, siempre seré la sosa de Arabella, la niña estúpida del típico barrio de pijos residencial. No soy nada, y no entiendo el porqué, pero Ada hace que me sienta parte de un todo, parte de algo importante, de una aventura al girar cualquier esquina, de ganas de vivir, o de amar.

Tocan a la puerta y luego entran.

-¿Sí? -pregunto mirando a mi padre con su atuendo de trabajo.

Lleva una camisa un poco mal planchada, ahora que no está mi madre no sabe cómo hacer las cosas, sorprendente. De hecho ya ni siquiera comemos juntos, todo es más distante, pero para mí mejor. Es lo único que quiero que haya entre mi padre y yo, distancia.

-Voy a trabajar, llegaré tarde. No...

-No saldré, tranquilo.

En mi mente empiezan a crearse un montón de posibles escenarios, yo yéndome por la puerta hasta el centro para ir con Ada es el principal. En cuanto mi padre sale por la puerta todos mis cimientos se derrumban, y todos mis miedos también. Sí, tengo que ser responsable y demostrar a mi padre que puedo ir a la universidad, pero si no se entera... Había pensando que no podía ir, pero si va a llegar tarde... Además puedo coger el autobús aunque la parada esté un poco lejos.

Me visto pensando en que Ada me verá. Pero cuando miro mi armario todo es soso y aburrido, liso y triste. Me pongo una camisa azul y una falda blanca plisada, porque literalmente no tengo vaqueros. Pienso en qué pensará Ada cuando me vea así vestida. Me miro en el espejo, llevo la cara lavada, pero no voy a maquillarme, me hago una coleta poco tirante y cojo el bolso en el que tan solo llevo las llaves y la cartera, ya que mi querida madre rompió mi móvil. Tengo tiempo de pasar por el centro a comprar uno nuevo aunque sea barato antes de pasar por casa de Ada, así podré contactar con ella por ahí.

Esperando en la marquesina del autobús me entran los nervios, ¿y si no está en casa? ¿Qué le voy a decir? No tiene sentido que me presente allí... se habrá olvidado de mí. Puedo decir que pasaba por el centro o algo así... En fin, no tengo nada claro en este momento. Cuando veo el autobús acercándose me tiemblan las piernas, tanto que tengo que sentarme en la parte trasera para que nadie me vea. Miro el paisaje e intento respirar, tranquilizarme, pero es imposible. ¿Qué estoy haciendo? ¿A dónde lleva esto?

En armonía |COMPLETO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora