Arabella: En una nueva cama.

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Está encima de mí, me penetra una y otra vez y yo no siendo absolutamente nada. ¿Cómo puedes no sentir nada? Mi cuerpo no reacciona. Miro hacia la derecha y por algún motivo me imagino a mí misma entrado a la habitación contemplado tal patética escena. Entro poco a poco y me quedo de pie mirando la cama, mirándonos. Me imagino que cruzo los brazos y niego con la cabeza ligeramente, me imagino que me pregunta qué estoy haciendo, qué estamos haciendo. Cierro los ojos para evitar llorar, aunque sé muy bien que no lo haría. No recuerdo el nombre del chico, tiene la cabeza hundida en mi cuello desde hace diez minutos y parece que no va a acabar nunca, ¿dónde están los eyaculadores precoces cuando se les necesita? Después de un par de minutos más termina, se deja caer sobre mí, siento sus ochenta kilos aplastándome y casi me dan ganas de reírme. Se deja caer hacia el lado y se queda tumbado mirándome. Eso me incomoda un poco.

-¿Te has...? -comienza a preguntar.

Me giro ligeramente y le miro, tiene los ojos oscuros, casi negros. Su pelo forma remolinos castaños. Tiene todo el cuerpo lleno de tatuajes, puedo divisar una ala que le rodea el cuello.

-No -contesto secamente.

Entrecierra los ojos como si no pudiese creerse que no termine con solo tocarme.

-¿Quieres que...?

-No.

Alza las manos y se levanta, dando la conversación por perdida.

-¿Puedo ducharme? -pregunto levantándome también.

Me pongo las bragas y me cruzo de brazos esperando una respuesta.

-Claro -contesta mientras se enciende un cigarrillo.

Me acerco a él, se lo quito de los labios y le doy un par de caladas, se lo vuelvo a colocar y él niega con la cabeza. Me lo quita y me pasa el pulgar por el labio inferior, me lo besa delicadamente y me vuelve a colocar el cigarro en la boca.

Cuando abro el grifo de la ducha y el agua corre por mi cuerpo siento que estoy expulsando muchísimas suciedad, bajo la vista y lo único que se cuela por el desagüe es agua clara. Siempre que tengo sexo con alguien me siento sucia, no me siento cómoda, es cómo si estuviera haciendo algo inmoral, o algo que no va conmigo. Ningún hombre me hace sentir nada, es más, hay veces que me repugna, ¿por qué lo hago? Supongo que por costumbre. Cuando cumplí los dieciséis y mi madre comenzó a controlarme aún más no pude evitar tener una revelación interna, me descargué la típica aplicación que te venden para encontrar el amor pero realmente sirve para fines menos románticos. Recuerdo que coloqué una foto mía y en la biografía puse que me gustaban tocar el piano. Empezaron a lloverme mensajes con cosas como: ''¿Qué más sabes tocar? ¿Qué haces con esos dedos a parte de tocar el piano?'', la mayoría de ellos eran hombres demasiado mayores y no me interesaban. Entonces vi una foto de un un hombre muy atractivo, tenía los ojos azules y una barba entre descuidada y cuidada que le daba un aspecto muy sexy, su pelo era ligeramente ondulado y oscuro. Tenía una mirada muy penetrante. No pude evitar enviarle un mensaje, tenía cuarenta y dos años pero era el hombre más guapo y seductor que había visto en mi vida. Después de poco más de una semana hablando quedé con él, me dijo que me llevara la misma ropa que traía puesta en la foto. Era mi conjunto de típica chica cristiana, mi polo celeste y mi falda blanca plisada. Nos citamos en el bar de un hotel, era un hotel muy lujoso y me sentí importante. Cuando lo vi sentí algo extraño, ese sentimiento se disipó cuando comenzamos a hablar, no paraba de mirarme de arriba a abajo, me sentí deseada, y era algo completamente nuevo para mí. Yo era virgen pero no se lo dije porque temía ser rechaza. Acabamos subiendo a la habitación del hotel aunque yo no estaba nada convencida. Comenzó a besarme nada más cerrar la puerta, a penas tenía tiempo de devolverle el beso, era demasiado brusco y solo pude concentrarme en no ahogarme. Me rompió la cremallera de la falda y no se molestó en sacarme la camiseta del todo. Sus manos me apretaban los pechos y no pude evitar comenzar a llorar silenciosamente. ¿Dónde me había metido? Entonces me penetró de golpe, intenté decirle que era virgen, que lo hiciese despacio. Empecé a sollozar y él me tapó la boca. Terminó en menos de dos minutos y además se corrió dentro de mí. Se levantó sin mirarme y se marchó. Cuando me puse de pie y me vestí como pude tenía los ojos rojos y la boca mordida. Me miré al espejo y me quité la sangre de la boca. Mientras bajaba por las escaleras del hotel a toda prisa sujetándome la falda no pude evitar sonreír, era la primera vez en mi vida que me sentía viva de verdad.

Termino de ducharme y me visto rápidamente. Limpio el vaho del espejo y me contemplo unos instantes, llevo mi vestido favorito, es de ganchillo y es color tiza. Lo compré en un viaje a España con mis padres en el rastro de Madrid. Mi madre me dijo que no me lo compraría así que la mañana antes de volver a Italia me escapé para comprarlo y esconderlo bien en mi maleta.

-Me marcho -murmuro mientras busco mi mochila.

-¿No me das un beso?

Me giro y miro al chico, en parte me da pena porque no me acuerdo de su nombre, luego pienso en que quizás él tampoco sabe el mío.

-¿Cómo me llamo? -pregunto por curiosidad.

Se queda pensativo y pone cara de circunstancia, no puedo evitar reírme. Sin duda tinder no es el lugar para encontrar el amor.

Me encamino hacia la puerta y luego aligero el paso, no quiero llegar tarde a Tentazione, estoy deseando tocar el piano un rato, deseando sentir algo que realmente me llene.

Abro la puerta y siendo una calidez perfecta, me quito la chaqueta y siento como todo mi cuerpo entra en calor. La verdad sea dicha, aquí no conozco a nadie y siempre deseo ser la primera para tocar y marcharme. Disimulo un poco y me acerco a la barra, giro la cabeza buscando al camarero y entonces veo una melena roja. Me quedo mirando a la chica que hay a mi lado, no le veo la cara pero me recuerda a la misma chica que vi en la hamburguesería. Se me han quitado las ganas de beber, así que me marcho hacia una mesa, siempre me siento en la misma, una que hay en un rincón donde la luz no llega pero puedes ver el escenario perfectamente. La luz se apaga y enfocan directamente al escenario, el presentador parece apurado como si hubiese hecho una larga caminata, coge el papel que lleva entre las manos para leer a la primera persona.

-Ada Bonnet, cantará Creep.

Pongo toda mi atención sorprendida, es mi canción favorita, me sé la pieza para tocarla en el piano a la perfección, podrían pasar años sin tocarla y no fallaría una nota. Hay demasiados sentimientos escondidos en esa canción. Miro como una figura femenina se acerca al escenario, parece un poco temblorosa pero cuando la luz le da en la espalda veo que me equivoco. Es la chica de la barra, no puedo apartar la mirada de su falda plateada, es como una versión de mis faldas pero mucho más interesante y divertida. La luz morada le da de lleno, su pelo rojo parece morado. Miro su cara y me quedo paralizada por unos segundos, es la chica que vi en la hamburguesería, la chica que ocupó mis pensamientos buena parte de aquella noche. Sus facciones están más relajadas, tiene la nariz diminuta y los labios gruesos, los ojos son otro mundo, ni siquiera me fijo en el llamativo color de estos, sino en la forma almendrada que tienen, parece querer decir algo con la mirada, contar miles de historias que yo querría escuchar. Cuando comienza a cantar me quedo sin respiración, cuando canta la frase ''no pertenezco a aquí'' no puedo evitar asentir, pensando en que debe de ser de otro planeta, sin duda es la chica más increíble que he visto, no solo en su belleza extraordinaria, si no la forma que tiene de moverse, de cantar, incluso de pestañear y respirar. Me quedo embelesada con ganas de subir al escenario y tocarla, tocarle las facciones y sentir la suavidad de su pelo. Entonces despierto, ¿qué está pasando? ¿En qué estoy pensando? Me levanto nerviosa y apunto estoy de tirar la silla. No me importa perder mi turno, tengo que salir de aquí. Me encamino hacia la puerta lo más silenciosamente que puedo, cuando pongo la mano en el pomo me giro y la escucho, solo cinco segundos más, la última frase que canta dice ''desearía ser especial'', un pensamiento pasa por mi mente, debo irme de aquí, yo nunca podría gustarle a una chica así. Seguramente me odiaría, con mis faldas de pija y mis polos de lacoste. No hablemos de mi familia y de mis facciones sosas. Estaré bien para chicos poco exigentes de tinder, pero ella es otra cosa, parece venir de otro planeta, una marciana en el mejor de los sentidos. Camino por la calle, congelada, el impacto del frío me deja paralizada, pero empiezo a correr, cada vez más rápido hasta que llego a la parada de autobús. Cuando me siento miro hacia los lados, me aseguro de que no hay nadie y entonces analizo como me siento, triste, furiosa conmigo misma, insegura, y en el fondo un poco excitada. Algo nuevo para mí, o quizás no tanto, quizás es lo que no encajaba en mi vida, ahora lo hace. Pero no puedo evitar pensar en que es un peligro, una sentencia de muerte para mí misma si mis padres se enterasen, adiós a toda mi vida.

En armonía |COMPLETO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora