Ada: Así empieza una historia.

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-¿Fumas? -me pregunta Arabella sacando un paquete de tabaco.

-Sí, pero solo de sabores.

Alza una ceja, aún así me ofrece uno. Me lo coloco entre los labios y la miro mientras me ofrece fuego, aprovechando que está distraída. Le doy una calada y pongo cara de asco, el sabor de el tabaco normal nunca me ha convencido.

-¿No te gusta, eh?

Niego con la cabeza y se lo ofrezco. Debería de haberlo tirado, seguramente le dé asco compartir saliva con una desconocida, aunque espero que no. Dios, debería de dejar de pensar en eso, debo centrarme. Para mi sorpresa se coloca el cigarro entre los labios y arruina todos mis esfuerzos por dejar de pensar en cosas indebidas. ¿Cómo puedo sentir tanta atracción por alguien? No solo el hecho de que sea preciosa, sino el querer adentrarme en sus pensamientos.

-Estoy hecha una mierda -comento mirando mi ropa.

Pone cara de incredulidad.

-¿Bromeas? Nunca había visto a nadie borracha tan impecable.

-Tú lo estás.

Se sorprende, puedo notarlo, pero no se por qué.

-Estás loca.

-Puede que esté loca, pero no estoy ciega -argumento, sin saber muy bien hasta dónde lleva esto.

-Sí lo estás...

-Vale, me acabo de dar cuenta del doble sentido de la palabra, pero te veo muy bien.

-¿Segura de que no ves borrosa?

Ojalá te viese doble, pero eso, por supuesto, no lo digo.

-¿Dónde vives? -pregunto mirando el reloj.

Son las cinco, quizás es un poco tarde para ella.

-Lejos, a las afueras, en una zona residencial.

-Sabía que eras así.

-¿Cómo? -pregunta extrañada.

Me doy cuenta de que estoy siendo una gilipollas por culpa del alcohol, o porque tengo la lengua suelta. Pero no debería de haber dicho eso.

-Lo siento, estoy prejuzgando cosas, y no debería.

Le da una calada al cigarro y parece pensar qué decir sin encontrar nada.

-Bueno, seguro que tienes razón. Pensarás que soy una chica bien, con padres ricos, religiosa quizá, ¿no es así?

Me humedezco los labios y doy un paso hacia adelante.

-Lo siento, no quería...

-No -me interrumpe-, tienes razón.

-No es cierto, quiero decir... Puede que sea el exterior, ¿qué hay del interior?

Niega con la cabeza, como si no quisiera seguir por esta dirección.

-Lo siento, es que no sé si esto llegará a buen puerto. Estoy borracha también, quizás podríamos hablar de esto cuando no estemos como cubas.

-Bueno... los borrachos siempre dicen la verdad ¿no?

-Sí, y siempre se arrepienten.

Nos reímos al unísono y cuando terminamos nos miramos en silencio durante unos segundos.

-¿Quieres que te lleve a casa? -pregunto recordando que tengo el coche al lado.

-¿Bromeas? Tú no vas a conducir en este estado.

En armonía |COMPLETO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora