Ada: Cerca de mí.

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Escucho al ruiseñor cantar junto a mi ventana como cada mañana, a veces creo que es lo único constante en mi vida, ese pequeño pájaro que ya estaba aquí cuando me mudé hace unos cinco años. Me paro a pensarlo y parece que fue ayer cuando corría asustada siempre mirando hacia atrás pensando que mi vida podría acabar en cualquier momento y en que debía aprovechar lo que me quedase. Aún hoy día, después de tantos años y con algo más de seguridad en que seguiré respirando por mucho más tiempo... sigo mirando atrás cuando camino, como un tic que siempre me sigue, delatando mi miedo e inseguridad.

Me miro al espejo pero no me veo, ¿le habrá pasado esto a alguien más? Mirarse por unos minutos concienzudamente en el espejo esperando ver algo, cualquier cosa, quizás un pequeño rastro de autenticidad, dejar de verse cómo una marioneta por unos segundos. Pero te miras a los ojos y solo ves dos agujeros, la boca forma una pálida linea que no parece querer curvarse del todo. Y el resto del cuerpo es como si no existiese, como si simplemente estuviera ahí flotando, arrastrándose por las calles haciendo el esfuerzo de parecer normal, rígido, haciendo como que quiere estar ahí. No puedo evitar poner una mano en el espejo con nostalgia, como si casi sintiera pena de mí misma, como si quisiese acariciar mi propio reflejo arrepintiéndome de todas esas veces que lo que quería era romperlo, romperlo en millones de pedacitos para que su recomposición fuera imposible.

Para dejar de pensar me doy una ducha fría y contemplo cómo el agua se torna roja debido a mi pelo, eso me hace sentir extraña, es cómo si la máscara se estuviese desprendiendo. Y luego llega el momento de decidir qué ponerse, podría ser normal para cualquier otra persona pero necesito algo especial. Yo siempre necesito algo especial incluso si voy a comprar el pan. Miro mis nuevos pantalones de rayas verticales de tonos morados y acampanados, me los coloco no sin esfuerzo ya que me quedan un tanto apretados. Encima me pongo un jersey color hueso que me queda un par de tallas grande, y finalizo el conjunto con unas converses negras bastante estropeadas y antiguas. Me hago dos trenzas despeinadas y me decanto por unas lentillas moradas azuladas que combinan con el pantalón. Miro el móvil, ya llego cinco minutos tarde y ni siquiera me he montado en el coche, decido que lo más sensato es llamarlas por teléfono.

-Ada... -comienza a decir Ragna.

Sé que me quiere echar la bronca pero no estoy para eso, mucho menos después de la extraña tarde que pasé ayer y la aún más extraña noche.

-Vale, vale, lo sé... -empiezo a hacer aspavientos con una mano cómo si pudiera verme-, solo te llamaba para decirte que estoy llegando, simplemente hay un atasco horrible al comienzo de la calle, pero si todo va bien estoy ahí en segundos.

Sé que no me ha creído antes de que diga nada.

-¿Me estás vacilando?

-Eh... no, no, mira, escucha -corro hacia el portal y abro la puerta para que escuche el sonido de los coches.

-Mira, me da igual, empezamos a ensayar ¿vale?

-Vale, y lo siento... Te quier... -y me cuelga.

Me río y niego con la cabeza. Ragna es bastante fría, o eso parece, porque en el fondo es todo corazón.

Corro hasta mi coche, un citroen azul más antiguo que el sol. Es parecido a un escarabajo versión antigua pero cómo si algo hubiera salido mal en la fabricación. Se llama Cindy y la verdad es que no lo cambiaría por nada del mundo. Pongo la calefacción a tope y saco una magdalena del bolso, le doy un bocado y arranco haciendo que Cindy produzca un ruido un tanto sospechoso, pero sea lo que sea no me lo puedo permitir.

Tenemos un estudio alquilado entre las seis. Básicamente nuestro trabajo consiste en cantar en bodas, eventos, y todo tipo de ocasiones donde la gente necesite algo de música. El grupo está compuesto por Ragna, Hela, Runa, Guri, Lene, Maia y yo misma. La historia de cómo nació nuestro grupo es un poco larga, pero se puede resumir en que todas nosotras estábamos frustradas porque nuestra carrera como cantantes no iba viento en popa precisamente, así que el destino pareció unirnos para que al menos pudiéramos pagar las facturas. Yo ya conocía a Ragna, había estado con ella los últimos años de mis estudios de canto en una escuela de aquí, y ella me presentó a las demás, salvo Guri, que se incorporó más tarde cuando la conocí una noche de fiesta. Recuerdo habérmela encontrado llorando sentada en unas escaleras de camino a casa, pobre Guri, siempre tan sensible.

Subo las escaleras de dos en dos, dándome cuenta de que llego veinte minutos tarde. Cuando abro la puerta del estudio lo primero que escucho es a ellas, ensayando una canción de Adele que tendremos que cantar en una boda que tenemos en una semana. Se callan en cuanto me ven entrar.

-Lo siento, lo siento mucho...

Ragna me hace un gesto con la mano y al final me dedica una cálida sonrisa, como si ya se hubiese olvidado de que he llegado tarde y de que sigo siendo tan irresponsable como el día que me conoció, yo estaba intentando esquivar a un chico un poco pesado de clase, ella supo como quitármelo de encima.

-¿Qué tal si nos demuestras cómo lo llevas? -pregunta u ordena Lene.

Le dedico una mirada asesina, contemplo su atuendo, no puedo evitar pensar en que se habrá pasado más de dos horas ante el espejo esta mañana, siempre tan arreglada y perfecta.

-Sin problema -acabo cediendo.

Cojo la guitarra y comienzo a tocar los primeros acordes de Make you feel my love. Cuando lo hago siento que todo desaparece, ni siquiera puedo concentrarme en respirar. La primera frase que canto me hace pensar, pero a la vez no puedo evitar pensar en lo cursi que es. Y luego pienso en la boda, en todas las bodas que he contemplado preguntándome si se querrán de verdad, si alguien llegará un día a quererme tanto a mí, y ¿cómo se sentirá?

Después de unas cuatro horas ensayando, al final decidimos que ya es bastante. Nos vamos a comer juntas y empezamos a charlar de todo y de nada, pero al final el tema sale.

-¿Qué te pasa? -me pregunta Runa.

No me sorprende que haya sido ella la que haya acabado sacando el tema. Runa es muy callada y tímida (por algún motivo, no lo es conmigo), y eso hace que sea observadora y por consiguiente que se de cuenta de lo que otros no. Todas ponen su atención en ella, y luego en mí, esperando una respuesta.

-Supongo que no puedo dejar de pensar en alguien.

Le doy el último sorbo a mi batido de menta y chocolate y espero el interrogatorio.

En armonía |COMPLETO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora