Arabella: El despertar.

4K 309 2
                                    




Huele a tortitas, a vainilla, a mantequilla y a caramelo, también a café recién hecho. No me puedo creer que todo esto sea cierto, es demasiado. Es como un sueño, no quiero abrir los ojos, quiero quedarme con esta sensación para siempre, Ada, la chica de mis sueños haciendo el desayuno, como si yo no tuviese cadenas, como si no tuviese miedo, u obligaciones.

Finalmente abro los ojos. Me levanto poco a poco, enseguida me doy cuenta de que me duelen varias partes del cuerpo, los ojos, las manos y la garganta. Trago saliva y noto como el dolor se intensifica. Miro la mesa que hay frente a mí, hay un vaso de agua. Ada es un ángel, tiene que serlo. Me lo bebo de golpe y me levanto. Miro hacia abajo, ni siquiera recuerdo haberme cambiado de pijama, llevo uno con estampado de fresas, y huele a ella. A vainilla y suavizante de alguna flor, quizás jazmín. Me llevo la manga del pijama a la nariz y lo huelo.

-¡Buenos días!

Me quito el brazo de la cara rápidamente avergonzada.

Cuando levanto la vista me quedo alucinada, ahí está, toda despeinada, con su pijama de osos panda y sus zapatillas de unicornio. Sigo repitiéndome a mí misma que esto no puede ser real.

-Estás haciendo tortitas -comento dedicándole una sonrisa comedida.

Aún recuerdo partes de la noche anterior, y sinceramente me siento avergonzada y ligeramente patética.

-Sí... ¿Te gusta el sirope de arce?

-La pregunta real es ¿a quién no?

Nos reímos y nos quedamos en silencio, cuando nos miramos a los ojos siento como algo se mueve dentro de mí, un montón de sentimientos escondidos y de miedos.

-Yo siempre desayuno en la ventana, y ya que ha dejado de llover y hace sol...

Asiento y miro el ventanal que está abierto. El sol llena el salón, hace una temperatura perfecta. Parece mentira que ayer estuviese lloviendo tanto.

-¿Puedo ayudarte? -pregunto con remordimientos.

-Sí, siéntate -dice guiñándome un ojo mientras vuelve a irse.

Hago lo que dice y me quedo mirado el balcón, es mediano, pero está lleno de cactus y flores, todo está tan bonito, que sin duda tiene que pasar mucho tiempo cuidándolas. Es curioso porque hay muchas cosas que no encajan con lo que ves a simple vista, cualquier persona que la vea por la calle pensaría que es una chica extraña, complicada incluso... Pero nunca me había encontrado a alguien que fuera tan altruista, que diese sin pedir, que me hiciese sentir de esta manera.

Trae una bandeja llena de cosas, me levanto para ayudarla y colocamos todo en silencio. Un plato lleno de tortitas, sirope, fresas y dos cafés. Nos sentamos y no sé muy bien por dónde empezar, sin duda le debo un montón de explicaciones...

-No pienses tanto -me aconseja-, se puede notar desde aquí que te estás rebanando los sesos.

Coge tres tortitas y las pone en su plato, les echa sirope y luego me hace un gesto para que la imite.

-Son tantas cosas las que debería de contarte... -comienzo a decir.

-No hace falta que lo hagas si no sientes que tienes que hacerlo.

Le doy un sorbo al café, sabe a canela.

-No puedo presentarme en tu casa así y luego que tú hagas todo esto por mi sin que yo te de una sola explicación.

Me echo dos tortitas en el plato y una cantidad ingente de sirope, pero sin duda necesito azúcar. Cuando le doy el primer mordisco juro que estoy saboreando el mismo cielo.

-¿Te gustan? -pregunta expectante.

-Casi lloro.

Se ríe y coge una fresa. Le da un mordisco y me quedo mirándola embelesada, por unos instantes me doy cuenta de que podría hacer esto siempre, contemplarla, solo contemplarla. Si es preciosa cuando se maquilla, cuando lleva lentillas de colores o ropas extrañas... Ahora sin nada de eso es algo más, no podría describirla.

-¿Estás mejor entonces? -pregunta ofreciéndome un cigarro cuando terminamos de desayunar.

Lo enciendo y me quedo mirando el plato donde descansan las migajas de la última tortita y restos de sirope. No sé cómo contestar a esa pregunta, decido ser sincera.

-Me encuentro mejor gracias a ti, pero... por lo que estaba aquí anoche no tiene solución. O puede que sea un conjunto de cosas, no lo sé. No sé por dónde empezar, y quiero contártelo.

Le doy una calada al cigarro, es de lima.

-Si es lo que quieres hazlo de golpe, quita la tirita de una vez, es menos doloroso así.

-Mi madre se suicidó ayer.

Levanto la cabeza ligeramente para ver su reacción, pero no veo nada más que seriedad. Y no diría que se ha quedado en blanco, más bien veo que su mente está llena de pensamientos.

-Arabella... Lo siento muchísimo.

Niego con la cabeza.

-Mi madre y yo no teníamos una buena relación, ni siquiera teníamos una. Ella... No importa, creo que estoy trayendo demasiado drama innecesario a tu vida.

Frunce el ceño y expulsa el humo del cigarro, parece contrariada.

-No, cuando quieres tener cualquier tipo de relación con alguien va con todo, no solo con lo bueno. Así que evidentemente hay drama, porque en la vida de cualquier ser humano lo hay. No te sientas culpable por ''traer drama a mi vida''. Porque estoy segura de que también traes cosas buenas.

-No estoy tan segura...

-Me entristece que pienses así.

-Si no tengo nada bueno para mí misma ¿por qué iba a tener algo bueno para ti?

Suspira y se levanta, comienza a poner las cosas en la bandeja. Por algún motivo no me puedo levantar.

-Todos tenemos cosas buenas dentro, pero hay algunos que no son buenos explorándose o abriéndose a los demás, y en eso... te comprendo mejor de lo que crees.

Me levanto y coloco las sillas, salgo al salón y dejo la ventana abierta. Mientras tanto reflexiono sobre ello, sabía perfectamente que entre ella y yo había algo, algún tipo de conexión que solo se siente cuando has vivido de alguna manera lo mismo.

Le envío un mensaje a mi hermano, solo para asegurarme de que sigue allí con su novia. Sé que no se despegarán en un tiempo, sobre todo si mi padre no está por allí. Después de lo que me hizo anoche no me siento con fuerzas de enfrentarme de nuevo a él, aún así es mi hermano pequeño y debo hacerlo.

-¿Quieres quedarte aquí o damos una vuelta? -pregunta Ada entrando de nuevo al salón.

Se sienta a mi lado y me dedica una sonrisa cálida.

-¿Te importa si nos quedamos aquí un poco más? Creo que todavía no quiero darme cuenta de que el mundo sigue girando.

-Puedes quedarte todo el tiempo que necesites.

Ojalá pudiese quedarme para siempre.

En armonía |COMPLETO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora