Arabella: Después de ti.

4.3K 278 15
                                    




Su aliento es el único foco de calor que siento, y no me importaría que fuera así siempre. Porque es cierto, el resto del tiempo estoy congelada, de miedo y de dudas. Pero antes de que nuestros rostros se acerquen mi nuevo móvil suena. Doy un pequeño salto y abro los ojos, me doy cuenta de todo. Esta tarde ha sido mágica, pero en el fondo; irreal. Y con la llamada todo vuelve, mis padres, mis obligaciones y la persona que debo fingir ser si quiero conseguir escapar de aquí.

-¿Todo bien? -pregunta Ada.

Mi mirada está fija en la pantalla, mi padre me llama. Después miro la hora, ya está en casa. No me había dado cuenta de nada. Debía de llegar a casa antes de las nueve, y son las nueve y cuarto. Empiezo a ponerme nerviosa.

-No, no... ¡Nada está bien!

Me giro durante unos segundos, ahora mismo no puedo mirarla, sería demasiado doloroso y me recordaría a lo que ha estado apunto de pasar hace unos instantes.

-Habla conmigo... -murmura poniendo una mano en mi hombro.

Cierro los ojos con fuerza. Y le quito la mano delicadamente.

-Tú no lo entiendes Ada, pero la he vuelto a fastidiar...

-Sí, te entiendo... Creo que te entiendo. Sobre lo que has dicho de tus padres, ¿son ellos el problema?

Me giro y asiento. No importa que llegue unos minutos más tarde.

Ada me mira compasiva, como si realmente quisiera ayudarme. Porque probablemente quiera, parece tan buena, tan pura... Y al menos esa es la idea que me he creado en mi mente. No parece que pudiese hacer ningún mal a nadie. Yo me siento como todo lo contrario, un huracán dispuesto a pasar por las vidas de los demás sin importar los daños, y es lo que estoy haciendo con la suya, me doy cuenta. De repente me doy cuenta de todo. Esta tarde me ha dejado bastante clara la situación entre ella y yo, no puedo seguir negando la gran atracción que sentimos la una por la otra, pero ella no lo merece. Y yo no me la merezco. Si sigo aquí, si dejo que ocurra algo entre nosotras podría causarle un daño que no sabré reparar. En unos meses me voy a la universidad, ¿soy capaz de arriesgarlo todo por ella? Estoy apunto de alcanzar mi libertad, solo serán cuatro años de carrera y después... La libertad completa. Sí, es demasiado sacrificio, pero si no hago esto ¿qué me queda?

-Ada, debo de irme y ahora mismo no puedo explicarte el porqué.

Me mira con el ceño fruncido, su expresión pasa por varias fases, puedo notarlo. Primero confusión, luego parece reflexionar y al final; algo de enfado.

-¿Tienes complejo de cenicienta? Porque ya me lo has hecho dos veces, no sé si esperas que siga...

-No, no espero nada. Y tú tampoco deberías de esperar nada de mí, sea lo que sea que estés buscando... no está dentro de mí.

-No te atrevas a ser así...

-¿Cómo? -pregunto, aún sabiendo la respuesta.

-Así de cobarde. Es lo que estás siendo, ¿todo por qué? ¿Qué esperas conseguir siendo lo que los demás quieren que seas?

Mis barreras vuelven a caer, pero no todas.

-Tú no sabes nada...

-No me hace falta saber más para darme cuenta de todo. Sí, no sé los detalles, y tú tampoco tienes la menor idea de mi vida, te lo aseguro. Y visto lo visto, tampoco parece que vayas a saber algo algún día.

Las palabras se clavan en mí, una tras otra, no puedo evitarlo. Aprieto los puños de impotencia.

-No... yo no... No quería llegar a este punto -es lo único que consigo decir.

-Antes de irme te diré algo. Y puedes hacerme caso o seguir como si nada, llevando la vida que llevas aunque no sea la que quieras vivir.

Me giro de nuevo, aprieto los ojos y siento cómo dos lágrimas caen por mis mejillas, otro punto de calor, esta vez más doloroso.

-No quiero escucha... No puedo.

Ada vuelve a cogerme por los hombros, pero esta vez no con delicadeza, sino más bruscamente. Sus falsos ojos azules se clavan en mí, pero no importa que el color que vea no sea el de verdad, porque aún así siento estar viendo el mismo lugar que he visto otras veces, un lugar donde quiero profundizar pero no puedo.

-Todo el mundo va a crear expectativas sobre ti, desde el primer momento. Pero eso es crecer, decepcionar a los tuyos, a todos aquellos que quieren controlar tu vida y ven que eres libre. Más de lo que ellos son y serán jamás. Por supuesto que puedes dejarte llevar, ir con la corriente, seguir el plan que tanto detestas. Pero cuando un día te levantes y te des cuenta de que estás vacía, no los culpes a ellos. Cúlpate a ti, porque serás la única responsable de tu misera, de esa putrefacción interior que te romperá cada día más, hasta que no puedas soportarlo. No seas quien quieren que seas, sé siempre lo más fiel a ti misma, porque si realmente existen eso que algunos llaman ''pecados'', el más horrible de todos es no seguir tu corazón, y no dar parte de él cuando lo necesitas, y no ser tú misma.

Se gira, y ni siquiera me mira cuando se aleja. Se va hacia la otra dirección, donde no hay paradas de autobuses, lejos de mí. Y me quedo aquí, quieta, temblando, pensando en todo lo que ha dicho, y veo como su figura desaparece por completo antes de tiempo por culpa de la lluvia. Me arrodillo y comienzo a llorar, lloro por todo lo que quiero ser y no puedo. Y lloro porque me detesto a mí misma. Y me detesto aún más cuando subo al autobús que me lleva a casa, o a mi cárcel personal. Donde me espera todo aquello que detesto y me hace infeliz.

En armonía |COMPLETO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora