Lila: Un parto y una verdad.

3.5K 258 10
                                    

-No... no tengo palabras, tengo que ser sincera -comienza a decir Arabella visiblemente aturdida-, no... Estuviste embarazada, te... Dios mío Ada, quiero decir Lila, lo siento. ¿Qué ocurrió? No comprendo cómo pudiste seguir adelante después de todo aquello.

Asiento varias veces para mí misma, porque ni si quiera yo misma sé cómo lo hice, pero a veces la propia vida te abre el camino hacia la calma, hacia la solución.

-Supongo que creyendo en que todo se colocaría en su lugar con el tiempo. Era lo que me decía, un pie en frente del otro y repite, sigue caminando, entonces no tendrás nada de lo que preocuparte.

-Lo sé pero... ¿qué ocurrió? ¿Cómo te apañaste?

-El amigo de mi padrastro me había conseguido todo lo necesario, junto a ello la tarjeta sanitaria europea, pero antes me había dicho que aunque debía dar a luz en Francia, después debía continuar.

Cuando empiezo a recordar el final, todo lo que vino después... No puedo evitar sentir ganas de llorar, como siempre que recurro a esos pensamientos me siento abrumada, sobrepasada por el propio pasado. Sin creerme que aquella niña de trece años era yo, y el bebé que llevaba en el interior mi hijo. Y es que a veces prefiero pensarlo así, es mucho más fácil.

-Comprendo... tenías que irte más lejos.

-Sí, no tenía que irme a otro continente, pero tampoco era conveniente que me quedase pegada a España. El caso es... lo que tengo que contarte a continuación es lo más duro para mí, y si no lo he contado a nadie es porque temo que me juzguen, pero de verdad...

-No voy a juzgarte -me interrumpe-, eras una cría por Dios. Yo ni siquiera habría llegado tan lejos... Te habían forzado y estabas embaraza, sola. No Lila, no voy a juzgarte. Te lo prometo.

Suspiro, pero no convencida.

-No me lo prometas tan rápido, aún me queda contarte algo más. Bueno, la primera noche que llegué a Paris me quedé lo más lejos del gentío que pude, en un hostal muy barato. A pesar de tener dinero tenía que ahorrarlo tanto como pudiese, porque debía durarme mucho tiempo. Me senté en la cama del hostal y bajé la mirada a mi estómago cada vez más grande, y me di cuenta de algo... Algo que no había pensando hasta ese momento. Aquel niño que había en mi interior era una persona real, quiero decir... Crecería y tendría carencias, necesitaba un hogar estable, una familia, no una madre de trece años trastornada, a la que perseguían y que además tenía unos recursos que tarde o temprano acabarían... No cubrían ni por asomo los dos primeros años de su vida, y yo debía de buscar un trabajo... Y no tendría ningún lugar en el que dejar al niño. No había posibilidad alguna de que aquello pudiese ocurrir, es más, si ese niño estaba lejos de mí había muchas más posibilidades de que él no lo encontrase. Podría encontrarme a mí, pero jamás sabría nada de él, le sería imposible. Así que esperé los últimos meses allí, planeando el parto. Pero no me atrevía a ir a ningún hospital, no podía. Estaba aterrada, no era capaz de ir al centro de la ciudad, mucho menos a un hospital. En mi mente pensé que si lo hacía él me encontraría. Y decidí... dar a luz en aquel hostal, sola.

-¿Sola? ¿Cómo?

-Sí, sé que ahora suena estúpido, pero sabía que no podría entrar en el hospital. En mi identificación ponía que tenía quince años, que me llamaba Ada. Y no me atrevía a entregar toda mi documentación así sin más, pensé que la primera vez que alguien la viese se darían cuenta de la verdad, de que era una farsante. Y entonces él me encontraría, era todo lo que pensaba, todo lo que me aterraba, volver a caer en sus garras. Que me acabase matando y llevando lejos a mi hijo sin saber qué ocurriría con él. No podía soportar la idea. Miré en internet cómo podía tener el parto sola, sin ayuda. Y bueno, me animé pensando que así lo hacían antes ¿no? Que no podía ser tan complicado. Cuando miré en internet tuve miedo, tanto que no puedes imaginarte, leí sobre las contracciones, parecían más o menos llevaderas. Luego leí sobre la transición, una frase era algo como ''notas cómo te abres por dentro''. Y cuando leí aquello me aterroricé, pero no tanto cómo pensar en lo que podría pasar si iba a un hospital. El caso es que lo preparé todo, y el día llegó, antes de lo esperado pero llegó. No sé hasta que punto quieres conocer los detalles.

-Quiero saberlo, quiero saber qué sentiste y cómo lo afrontaste.

-Fue como un dolor que nunca conseguiré describir, algo que nunca había sentido y realmente espero y deseo no volver a sentir más. Lo hice todo como ponía en internet, incluso en una bañera de agua caliente para que fuese más fácil para mí y menos traumático para el bebé. Y cuando lo cogí entre las manos, toda dolorida, cansada, con la garganta rota de gritar... Lo contemplé unos segundos antes de sacarlo del agua, supe que le quería, incluso después de todo, le quería. Pero quería lo mejor para él, y yo no lo era. Lo saqué y ahí estaba, mi hijo. Aún a día de hoy no puedo creer que realmente yo, pasase por todo aquello. Después de aquello con todo ya en orden, con él durmiendo en la cama plácidamente... empecé a pensar qué hacer con él, cuál sería la mejor decisión.

En armonía |COMPLETO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora