Arabella: Mi propia constelación.

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Ha pasado tiempo desde que nuestra historia comenzó, pero es que realmente ha comenzado y terminado varias veces. Por todo lo que luchamos cada una estamos donde estamos hoy. Me encuentro a mí misma reflexionando sobre todo en general, de nuevo, frente a la playa.

Me paro a pensar en todo y me doy cuenta de que siempre he sido una persona bastante cerrada en general, incluso con Lila, la cual se abrió a mí en un tiempo relativamente corto y en cambio ella tuvo que esperar un poco más para que yo me soltase. Para contarle cosas de mi madre que preferiría que se fueran con ella para siempre,  pero que sé nunca se irán. Contarle como crecí sintiéndome vacía en colegios de gente rica donde nadie me trató nunca bien, en cómo rezaba cada noche a un Dios que parecía no favorecerme. En que nunca he sabido si realmente creo en algo, o en alguien. Recuerdo que me dijo ''antes de creer en Dios, o en cualquier otra entidad suprema, deberás creer en ti''. Sonrío ante la frase, tan cierta. Así es cómo adquirí poco a poco el poder de la fe, quizás no tanto en una religión concreta, sino hacia el universo. A la energía de este, en cómo el mundo se enamora de las almas más valientes, y les da a estas todo aquello que necesitan. Aunque a veces nos parezca poco, nunca sabemos qué nos espera en esta vida, o puede que en la siguiente.

Mi mente se posa en otro recuerdo, como una mariposa inquieta que intenta resguardarse del frío. La primera vez que Lila conoció a mi padre y a mi hermano. Aguantó bastantes comentarios y preguntas que quizás no debería de haber permitido. Pero lo hizo, mirándolos a los ojos fijamente, sin temer decir que me amaba en alto, y que nunca lo haría.

Cuando entró en mi habitación por primera vez su cara se llenó de asombro, porque había algo que nunca había compartido con ella, porque me daba vergüenza. Ya que toda mi vida cuando había hablado de ello la gente me miraba aburrida, no me prestaba atención o cambiaban de tema, incluso si veían que mi voz estaba llena de pasión. Así crecí pensando que mis ideas eran poco válidas, pero cuando Lila vio las paredes, cubiertas de constelaciones, planetas, el sistema solar, posters de documentales sobre astronomía, junto a todos los libros sobre ello y el telescopio que estaba al lado de una libreta llena de garabatos y escritos de lo que iba viendo cada día, y reflexionando sobre ello... Sintió mucho más que interés. Recuerdo cómo me preguntó si podía verla, le dije que sí, que tanto como quisiera. Y cuando se sintió interesada en todo aquello, y comenzó a hacerme un montón de preguntas, a escucharme con ojos brillantes e inquietos... Sentí que valía la pena, sentí que la astronomía no era tan solo un sueño, sino lo que quería hacer en la vida.

-Mi madre solía sentarse justo donde estás tú y mirar las paredes con cara de asco -confesé aquella tarde.

-Pero eso no debe condicionarte Arabella.

En vez de ofrecerme apoyo emocional, acariciarme el hombro y decirme que lo sentía mucho, me dijo aquella frase que me seguía instando a luchar por lo que quería. Una vez más.

-Gracias, por hacerme ver que no hay que conformarse -murmuré por lo bajo poniendo mi mano sobre su regazo.

Me dedicó una sonrisa, la sonrisa más dulce que nadie pueda imaginar.

-Conformarse es otra forma de morir ¿no?

Asentí sonriendo también, antes de besarnos. Porque tenía tanta razón, nosotras no nos habíamos conformado con lo que la vida nos había arrojado. Es cierto, en un principio ambas nos vimos atrapadas en un pasado que parecía seguirnos hasta el fin del mundo, paralizadas, pensando en que huir era la única forma de vivir. Físicamente como hacía Lila, o emocionalmente como hacía yo. Decidimos pararnos en seco y decirle al universo que aquello no era ni justo ni suficiente, y que dejábamos de abrazar la misera que recorría nuestros días. Cuando lo hicimos, el resto de las cosas llegaron solas... El amor, propio y hacia los demás, los sueños, que comenzaban a cumplirse en su mayoría, la felicidad que brotaba cada día un poco más, y sí, la suerte también. Porque todo lo que ocurrió después aunque tuviera múltiples de claroscuros, también había que agradecérselo un poco a la suerte.

Me levanto de la barandilla en la que estoy apoyada, llevo un chaquetón negro gigante, unos vaqueros negros y unas botas de cuero falso rojas. Me dirijo por el camino de madera hasta la orilla y saco de mi mochila todo lo necesario para observar las estrellas. Antes de hacerlo saco dos palillos y me hago un moño un poco desastroso, me caen algunos mechones de pelo azul por la cara, pero lo dejo estar. Sí, ahora me siento yo misma, incluso si estoy lejos de todo lo que conocí una vez, no puedo esperar a seguir conociendo más, a seguir viendo no solo el cielo con ojos de un soñador, sino el resto del mundo, las ciudades que me acogerán y las personas con las que me toparé. Finalmente sé que tengo mucho que ofrecer, y que el mundo también. Y la mejor parte es que ya no tengo miedo.

Me miro la muñeca donde mi nuevo tatuaje sigue curándose. Decidí hacérmelo hace poco, cuando las cosas se aclararon por completo en mi mente. Cuando llega la primavera, un triángulo bastante característico compuesto por las estrellas Arcturus, Spica y Regulus se hace notable, ayudando a todos aquellos que se orientan con el cielo estrellado. Los astrónomos llaman a esta constelación el triángulo de orientación de la primavera. Este tatuaje tiene múltiples explicaciones, como que las lilas florecen en primavera, así como lo hace esta constelación. En que al igual que los exploradores se orientaron con el cielo estrellado, yo lo hice cuando ella vino a mi vida. Pero lo más importante es que aunque ahora ella y yo estemos lejos, siempre agradeceré más que nada que apareciese de la nada, como estas tres estrellas, que aparecen para guiarte el camino, hacerte sentir menos solo, en paz. Así es como estoy yo, en paz, tranquila bajo mi propia constelación.

En armonía |COMPLETO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora