Ada: Me haces llorar.

4.6K 302 20
                                    

Imagínate estar de fiesta, dándolo todo, y que de repente se te caiga el mundo encima. Suele pasar, no sé el porqué. Llevas cuatro chupitos de más y de repente la música suena pastosa, lenta, o demasiado rápida, los cuerpos que hay tu alrededor te molestan, te rozan o empujan, caminar se convierte en todo un reto y tú te mueres de sed. De repente te encuentras ahí en mitad, tus amigos saltan y bailan la última canción de moda y tu estás hecha pedazos, mirando cada uno de los problemas que envuelven tu vida, o sintiéndote mal sin motivo aparente. Puede que el alcohol nos juegue una mala pasada. Nos morimos por llorar o por gritar, pero nos tragamos todo hasta que nos vamos con mala cara a casa, nos derrumbamos en la cama, y nos dormimos con el ceño fruncido, con todo dando vueltas. Mis noches suelen acabar así.

-Estás espectacular -me dice Maia cuando me ve llegar.

Todas están en la puerta, Runa me enseña el sello de la discoteca en su muñeca.

-Ya nos lo han puesto, espero que te dejen entrar gratis.

Hago un gesto con la mano, quitando importancia.

-No pasa nada, ¿entramos?

No tengo ganas de hablar, aunque suene mal, hoy no quiero pensar. Solo bailar, beber y nada más.

Cuando se abren las puertas un montón de luces me dejan ciega por unos instantes, la discoteca es enorme. Hay dos plantas, la de arriba solo rodea los bordes de la pared, no me atrevería a subir ahí con estos tacones y una borrachera como la que espero tendré. Las luces se mezclan y hacen formas extrañas en la pared, azules y moradas, de vez en cuando rojas. Hay varias tarimas, pero ahora mismo no me veo con fuerza de subir a ninguna, no lo descarto más adelante, cuando lleve unas cinco copas encima.

Miro a las chicas, la verdad es que siempre permanecemos la primera media hora juntas. Luego nos vamos dispersando, algunas de ellas ligan y se van con quien lo hayan hecho. Otras se van por ahí a ver qué encuentran, que normalmente suele ser más divertido que quedarse en un mismo sitio bailando durante tres horas seguidas. Otras se van a los baños a... bueno, a lo que sea.

Nos pedimos una ronda de tequila, luego otra, y luego otra... y en algún punto sé que pierdo la cuenta. Todo me da vueltas y en algún momento de la noche pierdo a las chicas. Yo estoy bailando, y bebiendo más. Una copa, una cerveza, otra copa, un chupito de licor de piruleta... Alguien me coge de la mano, cuando miro es un chaval de mi edad. Es muy guapo, pero aunque esté muy borracha no me apetece nada. Cualquier otra noche habría tonteado con él, eso seguro, nos habríamos liado y o bien habríamos acabado en el baño, o puede que en mi casa o en la suya. Me pega contra él y pega su boca a la mía, no puedo zafarme en al menos cinco segundos, al final le empujo, le suelto de la mano con brusquedad y me meto entre el gentío. Me muevo sin rumbo y angustiada, buscando a las chicas. Justo en el momento en el que la veo suena ''Don't let me down''. Una ironía supongo. Te necesito, no me decepciones... Y tanto que lo estoy. Parece que toda la gente se aparta para dejarme ver, para dejarme ver a Arabella besándose con un chico. Está en el centro de la pista, a unos ocho pasos de mí. Lleva un vestido precioso que sin duda le hace justicia. Su pelo parece morado con las luces. El chico la coge de la cintura y la pega más a él. De repente casi parece que lo vayan a hacer ahí en mitad. Creo que estoy llorando, pero no sé el porqué. Sin duda no tengo ningún derecho.

Vago sin rumbo, empujando a la gente, intentado encontrar a Guri. Guri siempre suele quedarse un poco rezagada, porque es muy tímida y callada. Pero la necesito. No encuentro a nadie, por mucho que busco no encuentro a nadie. No sé cómo, pero consigo entrar en los baños.

No sé de qué manera me he hecho ''amiga'' de una tía con un aspecto un tanto curioso. Pero no curioso como yo, más bien siniestro. Tampoco sé cómo, pero estoy con ella en uno de los baños esnifando una raya de coca. Me siento y me agarro la nariz que me pica un poco. Todo me da vueltas y tengo ganas de vomitar, pero me aguanto. Miro el techo e intento no pensar, cerrar los ojos y dejarme llevar por las sensaciones.

-¿Cuál es tu problema? -pregunta la chica, creo que se llama Matilde.

Tiene unas rastas negras que le llegan hasta la cintura. Sus ojos son pequeños, y lo parecen aún más debido al maquillaje negro y la raya que le llega hasta la sien.

-Me gusta una chica...

Abre un poco los ojos.

-No pareces lesbiana.

-Soy bisexual -aclaro-, y eso es un estereotipo muy estúpido.

Se esnifa otra raya y asiente para sí misma.

-Así que te gusta una chica... ¿y qué haces aquí entonces?

-¿Cómo? -pregunto confundida.

-No pareces feliz aquí, con una desconocida... drogándote. Parece que serías más feliz con ella, ¿por qué no haces algo para cambiar eso?

Niego con la cabeza y luego me quedo pensando.

-Está fuera, besándose con un chico.

-¿Y? Seguramente será un pringado al que no volverá a ver.

-Sí, pero quizás no le gustan las chicas...

-Eso nunca lo sabrás hasta que no preguntes, o lo intentes.

-No es tan fácil.

-Sí lo es, pero prefieres ponerte excusas porque te da miedo. Te da miedo que te rechacen porque esta vez te importa, te gusta de verdad, te ves con ella a tu lado, y sin duda te mueres por estarlo. Por eso te pones excusas de cobarde.

Me levanto de golpe, me agarro a la puerta y respiro cinco segundos hasta que decido ponerme en órbita. Tiene tanta razón que duele.

-Parece que te has metido dentro de mi cabeza -le digo sonriendo.

Me giro y le doy la mano, se la aprieto con fuerza.

-Gracias, has hecho por mí más de lo que crees.

Cuando salgo y me abro camino entre la gente, sonrío como una tonta, cualquiera diría que Matilde está solo en mi mente. Alzo la cabeza y la busco, pero no la encuentro, al menos en la parte de abajo. Miro hacia arriba, sé que no debería de subir en mi estado, estoy drogada, borracha y todo me da vueltas. Pero por Arabella subiría a muchas partes. Así que reúno fuerzas y subo. Me cuesta más de lo que creo, alguien me agarra del vestido. Me zafo como puedo, pero cuando llego a la mitad de las escaleras todo empieza a estar borroso. Trago saliva pero siento que me ahogo. Alzo la cabeza y la veo, bajando las escaleras, sola. Me mira por unos instantes y no sé si tiene los ojos llorosos o puede que lo imagine, pero cuando quiero alzar la mano y decirle que me espere todo se vuelve negro, siento el impacto del suelo contra el cuerpo, siento el dolor antes de dejar de sentir nada.

En armonía |COMPLETO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora