En armonía |COMPLETO|

Arabella: Nada.

Estoy en la playa, es el único sitio al que me permito acudir desde que acabó todo, o más bien desde que yo acabé con todo. Aún recuerdo el momento una y otra vez dando vueltas en mi mente, partiéndome el corazón. Como si tuviera derecho a tener el corazón partido cuando toda la culpa es mía. Estaré culpándome el resto de los días por haberme permitido ser así.

La verdad más absoluta, la que no puedo contar a Lila porque me avergüenza demasiado es que no estoy preparada para afrontar mi sexualidad, me asusta. Nunca seré capaz de decírselo a mi padre, y de él depende mi vida. Es él el que tiene el dinero para hacer que me forme y pueda irme de aquí. Una vez más estoy siendo egoísta.

Los pensamientos me hacen un nudo que se enreda conforme pasan los días. Me siento como si estuviera en una isla a la que nadie puede llegar, como si hubiese perdido las coordenadas a propósito para que nadie pueda encontrarme.

La brisa del océano me acaricia el pelo, el cual está corto. Cuando llegué  a casa después de irme de la de Lila y me miré en el espejo me repugné a mí misma. Cuando me peiné me di cuenta de que tenía purpurina pegada en el pelo, debido a que a Lila le gusta tanto al final acabé impregnada de ella también. Cogí las tijeras de la cocina y comencé a cortarme el pelo como pude sin cuidado alguno hasta que no quedó nada. Me fui haciendo más pequeña y acabé de rodillas en el suelo, sintiendo que no quedaba nada que mereciese la pena en la vida. Pero es que no sabía qué hacer, y sigo sin saberlo. ¿Debo dejarlo todo por ella? Porque mi familia nunca aceptaría esto y no pienso esconderla, no se lo merece.

Lo que más me duele o una de las muchas cosas, es que ya no había vuelta atrás. Lo dejé con ella, y tendría que tener mucha cara para volver. Además no creo que las puertas de su casa o de ella en general estén abiertas para mí otra vez. Ya la he abandonado tres veces, después de que ya se lo hayan hecho anteriormente. ¿Qué clase de monstruo soy?

Nada.

No soy nada.