Ada: La primera vez que te besé.

4.5K 281 23
                                    




Los últimos años de mi vida no he sentido nervios cuando alguien se ha acercado a mí para besarme, o cuando he visto cómo alguien me miraba los labios dejando claro lo que iba a ocurrir. Simplemente lo hacía, lo hacía porque en el fondo no lo sentía. Eran solo unos labios contra los míos, deslizándose, haciéndome sentir cualquier cosa, pero muy en el fondo no me hacían sentir nada. La última vez que me puse nerviosa antes de intentar besar a alguien fue hace muchos años, casi parece que aquel momento no pertenezca a mi vida, y sin duda no debo de pensar en eso ahora. Porque Arabella me está mirando, tiene las mejillas sonrosadas, seguramente igual que yo. Y es la primera vez que no sé qué hacer. Abro ligeramente la boca, sin saber si debo hablar o dejarla así. Arabella se mueve hacia mí, y poco a poco nos quedamos más juntas, la una frente a la otra, mirándonos a los ojos, puede que mirando más allá. Levanto una mano y le acaricio la mejilla, siempre he querido hacerlo. Tiene la piel más suave de lo que nunca podría haber llegado a imaginar. Me sonríe sutilmente.

-Yo nunca he... nunca he besado a una chica -confiesa tímida.

-Yo nunca he besado a alguien por el que realmente sienta algo.

Sus ojos se iluminan, más tranquila.

-¿Sabes que me gustas verdad?

Asiento ligeramente.

-¿Y tú sabes que no tienes que tener miedo a esto? -pregunto antes de acercarme un poco más.

Coloca su mano en mi hombro y la desliza suavemente hasta mi cuello, finalmente la coloca en mi nuca, me acaricia el pelo. Se humedece los labios y asiente.

-A veces no puedes remediar tener miedo cuando sientes algo por primera vez -murmura un poco más seria.

-Tú y yo no somos un error, lo que sentimos no lo es.

Esas palabras parecen llegar al fondo de su corazón, probablemente necesitaba que alguien le dijese eso. Que no somos un error, que lo que sentimos es tan válido como lo que sienten otros, que no hay nada extraño en ello.

No puedo evitarlo, porque no puedo aguantar más. Me acerco a ella y poso ligeramente mis labios sobre los suyos, acariciándolos sin abrirlos. Ella acopla su boca a la mía y ahí empieza todo, sé que todo empieza aquí. En este beso cálido, tímido al principio y cada vez más apasionado. Nuestra historia empieza aquí, o puede que haya empezado hace tiempo. En unos encuentros fortuitos que quizás estuvieron planeados desde hace años atrás, en unas rodillas magulladas, en noches en vela, en lágrimas que se convirtieron en llantos, en esa pequeña bola de luz que se hizo más grande de lo que ninguna pudimos imaginar, tan grande que necesitábamos más. Necesitamos esto. Su boca sabe a azúcar y a bálsamo labial de cereza, y no puedo evitar sonreír en mitad del beso, porque es todo lo que siempre he imaginado, es eso y mucho más. Un cosquilleo en mi interior, mis manos que se deslizan por su cadera, su mano en mitad de mis omóplatos, nuestros cuerpos cada vez más juntos. Después de un rato nos separamos poco a poco, casi como si no quisiésemos. La miro para intentar analizar qué siente, pero solo veo felicidad, y eso es todo lo que busco y lo que espero. Me coge de la mano y entrelaza sus dedos con los míos, me dedica una sonrisa.

-No sabes cuánto tiempo llevo queriendo hacer esto -murmura sin dejar de mirarme.

Ahora mismo siento que podría morir y lo haría feliz, pero no, aún me quedan muchas cosas que vivir con ella, y no puedo evitar pensar en qué nos deparará el futuro. Solo espero que no sea tan difícil como mi pasado.

-Sí, lo sé.

-¿Y ahora qué? -pregunta para mi sorpresa.

No estoy acostumbrada a que la gente quiera definir las líneas de nuestras relaciones, pero comprendo que ella lo necesite.

-Supongo que ahora dejamos de fingir ¿no?

-Sí, hay tantas cosas que nos hemos guardado. ¿Quieres empezar tú? Me da la sensación de que tú lo sabes todo de mi vida, sin embargo yo no sé casi nada de la tuya.

Alcanzo un cigarrillo y le paso uno a ella, me lo enciendo y hago lo mismo con el suyo. Necesito unos segundos para pensar. Le doy la primera calada y cuando expulso el humo, aún no sé qué decir. Mi historia es mucho más rara y enrevesada de lo que cualquiera podría soportar. Estoy segura de ello.

-Sería divertido que juegásemos al juego de las preguntas, ya sabes, tú me haces una a mí, la contesto y te hago otra ¿no?

Es la única cosa que se me ocurre, y aunque suene estúpido e infantil, parece entusiasmarle la idea.

-Vale, empieza tú.

-¿Cuál es tu mayor sueño? -pregunto automáticamente.

-Ser libre -contesta sin pensarlo.

-Eso está en tu mano.

Niega con la cabeza y luego me sonríe.

-Es mi turno... ¿Te has enamorado antes?

Siento una punzada en el pecho y asiento.

-Sí, hace muchos años. ¿Te ha gustado alguna chica antes?

-No, eres la primera.

Se ruboriza por unos segundos y no puede parecerme más adorable, siento la tentación de volver a besarle.

-Me siento afortunada.

-¿Es duro estar lejos de tu familia? Sé que no eres de aquí así que... Me gustaría que me contases sobre ese tema.

Trago saliva pesadamente, no sé si es viable este tema. Pero tarde o temprano lo sabrá todo... ¿Prefiero esperar un tiempo? No lo sé, pero no quiero que esto acabe tan pronto como ha empezado.

-Ada, solo quiero decirte que sé más de lo que crees, puede que no sepa la historia, pero cuando te hablé de mi madre pude verlo en tus ojos. Y también cuando me dijiste aquellas palabras que me llegaron tanto en la playa... Y si no te sientes preparada para contarme tu historia, entonces no lo hagas hasta que quieras.

Niego con la cabeza, visiblemente nerviosa. Apago el cigarrillo y me recuesto en el respaldo del sofá sin mirarla, porque quizás si lo hago todos mis cimientos se alcen y entones decida no contarle nada. Seguir siendo la falsa Ada.

-Creo que lo mejor que puedo hacer es contártelo todo, porque algunas cosas no se entenderán si no sabes el principio de todo. Sólo quiero decirte que si en algún momento te quieres ir... lo comprenderé.

-Vamos Ada, no seas tonta. Ni que hubieses sido asesina en serie en el pasado.

Le dedico una sonrisa comedida y me impulso hacia adelante para estar recta. La miro y asiento.

-Está bien Arabella... Voy a contante la verdad de mi vida. Pero estaría bien empezar diciendo que mi verdadero nombre ni siquiera es Ada.

En armonía |COMPLETO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora