Muerte en vida

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El goteo de las cloacas ya no la enloquecía, ni la fría húmedad de su entorno le provocaba la histeria de antes. Sus músculos se adaptaron al recurrente dolor por fin y cada visita de aquel que llamaban Doc dejó de ser una agonía para ella; ese molesto sujeto insistía en tener su cuerpo cubierto con vendas, lejos del alcance de ojos curiosos o piadosos... ¡Como si no supieran todos esos bastardos que la estaba matando de hambre! La mantenía encadenada y en posturas sumamente incómodas, ¿acaso tenía miedo de que decidiera alimentarse de él cuando llegaba con el bisturí para tomar muestras de sus tejidos? No, Mina Harker jamás se alimentó ni se alimentaría de un humano... Jamás se volvería como el monstruo que la convirtió en una blasfemia y la condenó a una muerte en vida... Conocía los planes de aquellos alemanes, querían destruir a un tal Alucard, el perro de la organización antivampiros Hellsing. Por eso desenterraron sus restos, sacándola de aquella hibernación derivada de la falta de sangre en su cuerpo, por eso clavaban agujas en sus disecadas venas y cortaban su deshidratada piel como si despellejaran a un animal, porque ella fue la única que bebió de la sangre de Drácula para liberarse de su control, sin saber que eso la convertiría en el blanco de sus enemigos... Ansiaba su muerte, no estaba segura cuanto tiempo tendría que pasar antes de que al fin sucumbiera por su maldita sed de sangre, solo esperaba que esos hombres hicieran honor a la fama que acarreaban los nazis... Esperaba que hicieran sufrir al conde, que pagara cada uno de sus pecados de la peor forma, que sufriera y se retorciera en su miseria como ella lo había hecho cuando fue maldecida por el veneno del demonio... ¡Que dios la perdone por sus pensamientos! Pero, ella también era una aberración ante los ojos del señor, igual se iba ir al infierno, así que podía escupir en sus múltiples nombres: Drácula, Vlad, Alucard, todos simbolizaban el más puro odio que una joven inglesa podría sentir por un ser terrenal. La tenían encadenada para que no escapara, pero si se tomaran la molestia de dialogar con Mina, les diría que no había necesidad, estaba dispuesta a cooperar para ver con sus propios ojos la muerte del conde Drácula.

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