Vanidad

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El sol se había ocultado hace ya un buen rato, llevaban más de una hora esperando y no había rastro de ese par. Varias teorías sobre su desaparición abrumaban a los Wild Geese: "¡Ese loco, por fin se la llevó a la cama!", "Debió hartarse del acoso del capitán y le chupó la sangre, o peor aún, se lo dió a ese freak de Alucard", "La jefa los habrá mandado a una misión de último momento"... Todos temían lo peor, después de todo Pip siempre era el primero en aparecer en el campo de tiro para ponerles rutinas de calentamiento antes de que Seras despertara. Entonces, ¿dondé estaban el capitán y la draculina?
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- ¡Eso duele, capitán!
- Si lo hicieras más seguido, no te dolería, boba.
-Pero...
-Shhh... Solo disfrútalo, estás en manos de un experto.

Estaban en la habitación de Pip, ella había ido a buscarlo antes de tiempo para ir juntos a la práctica de tiro, tenía ideas geniales para la sesión de ese día. No supo como llegaron a eso, simplemente tuvo la desdicha de encontrarlo recién salido de la ducha; su torso iba desnudo, ella pudo ver el montón de cicatrices que había en sus brazos, pecho y espalda, semiocultas por su húmedo y largo cabello castaño.

-¡Se siente viscoso!
-Es para que no te duela... En serio, no puedo creer que no lo hagas, ¿acaso no es importante para las mujeres? 

Ella guardó silencio y permitió que las manos de Pip continuarán con su labor. La verdad es que nunca le tomó mucho interés a esas cosas, pero tenía razón, era algo importante para una mujer... Dejó de pensar demasiado y solo se dejó llevar; las manos de Pip masajeaban con destreza su cuero cabelludo, los dedos embarrados con el viscoso acondicionador desenredaban sus enmarañados cabellos... Tenía razón, ya no la jalaba cuando pasaba el cepillo entre ellos, ya no dolía.

-Supongo que, con ese cabello si debe ser un experto.
-Un cabello hermoso dice mucho de una persona, mignonette.
-Que vanidoso es, capitán.

Ella tuvo la desdicha de encontrarlo cuando estaba cepillando su largo cabello, lo cuestionó sobre los varios artículos que estaba usando y él se escandalizó cuando ella confesó que nunca había usado nada de eso, que rara vez cepillaba el suyo y que esa era la razón por la que lo llevaba corto.

Eso era un crimen, alguien tan bonito como ella no podía ir por la vida con un cabello opaco y enmarañado, como su capitán no iba a permitirlo.

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