Vergüenza

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Era la primera vez que se enfrentaba a un oponente tan fuerte y el brote de emoción era imposible de suprimir. Seras sentía el miedo ante la derrota pero a la vez lo complementaba con la excitación de saberse superior a uno de los mejores hombres de Millenium. Seguía las indicaciones que el capitán Bernadotte dictaba en su mente, la alegría de sentirlo tan cerca facilitaba sus acciones y la motivaba, ella iba a ganar.

Pero no importaba que fuera un demonio que obtuvo el respeto del paladín de Iscariote, en el fondo, aguardando en su conciencia, aún permanecía la pequeña niña que se cohibía con la presencia de un hombre maduro. Lo descubrió en mal momento, cuando el capitán Hans Günsche se quitó el rasgado pantalón y la estorbosa camiseta, innecesarios para su próxima transformación.

— ¡Kya!

La vergüenza pudo más y se tapó los ojos, no podía observar aquella perfección masculina sin bochornos de por medio. Un alma se removió indignada en su interior, tomó fuerza y el capitán Bernadotte se materializó a través de su aura vampírica, respondiendo al llamado de auxilio que clamó su pequeña draculina.

— ¿Pero que pretendes, maldito acosador de mierda? Estarás muerto antes siquiera de que la toques, perro de las mil putas.

Hans permaneció en silencio, observando la vergüenza de una señorita y la ira de su novio al confundir sus intenciones. Si pudiera explicarles que solo buscaba estar más cómodo para tomar su forma lupina.

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