Insomnio

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** Advertencia: contenido adulto explícito.

Era una calurosa noche de verano, el sudor perlaba su rostro y podía sentir la tela de su camiseta adherida a su piel. Una noche tranquila, sin misiones ni trabajos que lo mantuvieron despierto... ¡Maldita sea! Miró su reloj de pulsera, eran las dos de la mañana y a pesar de lo molesto que era llevar el uniforme no se atrevía a quitárselo.

- ¡Y una mierda! ¡Maldito sea éste lugar de los mil diablos!

Llevaba días sin poder conciliar un sueño tranquilo. Tenía a dos hermosas mujeres que veía todos los días, ¿porqué no podía soñar con ellas? Al principio solo fueron malos sueños, pero cada noche comenzaron a sentirse más y más reales, al punto de que despertaba sudando y suplicando piedad.

- ¡Estúpido monstruo hijo de puta!

Pip se dejó caer en la cama, agitado por su enojo y cansado por la falta de sueño. Evitaba cerrar los ojos y cuando no podía controlar la caída de sus párpados se golpeaba el rostro. Si pudiera darse el lujo de beber un trago... Pero no quería arriesgarse a quedarse dormido, vulnerable, a merced de aquel que su amada mignonette llamaba maestro.

La última vez que concilió el sueño se vio perseguido por una sombra amorfa que lo acorraló en un callejón. Jamás sintió tanto miedo como en ese momento, no sabía muy bien porque, pero estaba seguro que prefería la muerte que estar en ese lugar. Una fuerza sobrenatural lo obligó a ponerse de rodillas, incapaz de levantarse o girarse siquiera para ver a su agresor. Podía sentir un jadeo en la nuca y el aliento en su erizada piel, escuchar la respiración de una bestia, ceder ante el peso de un ser infinitamente superior a él... El sueño siempre se detenía ahí, pero Pip no despertó.

Arrancó la ropa y desgarró su carne, Pip gritó por el dolor y la impotencia. Quiso pensar en algo agradable, desviar su atención... ¿cuantas veces tuvo sexo anal? Varias, pero desde una posición distinta. La brusquedad con que sus glúteos fueron separados y la forma en que ultrajaron la única parte de su cuerpo que permanecía virgen... Fue como si una estaca lo atravesara. El dolor por las embestidas era brutal, sentía que su cuerpo se partiría en dos. Mordió su labio hasta que sangró, no le daría el gusto de escuchar sus gritos; las lágrimas corrían por su rostro, se sentía humillado, derrotado.

"Hay que tener cuidado con lo que uno desea, capitán"

Se despertó agitado, con el corazón latiendo desenfrenadamente y las lágrimas corriendo por sus sonrojadas mejillas. La sangre en su labio inferior seguía fresca y tenía marcas de garras en los brazos, incluso sentía una ligera molestia en los glúteos... No se atrevió a examinar esa parte de su cuerpo. Prefería quedarse con la idea de que fue un mal sueño, una estúpida pesadilla que no se repetiría más. Desde esa noche y por una larga temporada, Pip Bernadotte sufrió de insomnio.

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