Drácula

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"Y mi corazón, después de tantos años de llorar sobre los muertos, no se acompasa ya con la alegría. Además, los muros de mi castillo están resquebrajados; las sombras son muchas, y el viento sopla frio entre las barbacanas y las desmoronadas alamenas. Amo la obscuridad y la sombra; y deseo estar solo con mis pensamientos el tiempo que pueda..."

Bram Stoker

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Tenía trece años cuando fue entregado a un sultán, ofreciendo su cuerpo como una ofrenda de paz, prueba de la sumisión de su padre. Él y su hermano Radu vivieron las torturas de Sodoma y Gomorra en carne propia, noche tras noche, mientras las lágrimas de sus rostros empapaban el crucifijo que se turnaban cada que eran solicitados en los aposentos del monarca. Tres años después regresó a su natal Valaquia solo para recibir la noticia de la muerte de su padre y la tortura que su hermano Mircea sufrió, todo por orden de un noble al que juró destruir en ese momento. Le tomó algunos años, pero logró ser reconocido como príncipe de Valaquia y su sed de venganza desataría a la bestia de los libros de historia, exterminando más de 100,000 personas en seis años, ganando por sus sádicos modos el sobrenombre de "Tepes", el empalador de Rumanía.

Obligó a sus jurados enemigos, la nobleza compuesta por los boyardos, a construir con sus propias manos el castillo que habitaría, mientras morían frente a sus ojos por el cansancio y las deplorables condiciones en las que se les obligó a vivir. Ese castillo sería testigo de miles de muertes, adornado por los bosques de empalados que caracterizaban a su propietario, sería su refugio incluso después de su ejecución. Una vez que aceptó el don de la sangre regresó al que sería su hogar por décadas, lapidando con sus piedras las cientos de víctimas que sasiarían su sed. Honraba su vínculo con el diablo, disfrutando tanto como lo hizo en vida con la tortura y el asesinato de sus víctimas, y estaba bien así, con su soledad y los fantasmas que hechizaban los pasillos del castillo de Drácula, el hijo del dragón.

Con el tiempo su nombre sería olvidado, sus enemigos morían por la edad o las inclemencias del mundo y él permanecía recluido en la oscuridad, hasta que un extranjero vino a su casa con la visión de un mundo mejor, lleno de vigorizantes doncellas y pomposos caballeros. Atravesó el océano, alejándose por primera vez de su hogar y encontró lo que jamás imaginó, un tesoro encarnado que codició y reclamó como suyo, llamando la atención de un osado cazador de vampiros y cuatro hombres que le dieron caza. Vlad Draculea Tepes, Drácula, sería bautizado de nuevo con el nombre de Alucard, para que Abraham Van Helsing tuviera control sobre él; dejó su viejo y amado castillo para ser prisionero y esclavo de los humanos, como antes fue prisionero de los turcos, salvo que esta vez se condenó a si mismo por amar a Mina.

El legado de Van Helsing derivó en la organización Hellsing y encontró fascinante que lo usaran para acabar con otros vampiros e incluso personas que fueran una amenaza, la ironía era tan grande que comenzó a disfrutar de sus misiones. Él amaba la guerra y si tenía que servir a humanos para ser participe en sus sádicos juegos de poder, estaba dispuesto a ser llamado como un perro obediente, incluso le dió forma canina a su familiar Baskerville a modo de burla. Tenía toda la sangre que quería, aunque extrañaba obtenerla de los gráciles cuellos de sus novias, ya no hubo necesidad de ocultarse entre el polvo y la húmedad, pero añoraba su hogar y las horas que pasaba consigo mismo. Por vez primera en cientos de años recordó sus noches de confinamiento con Radu, lo irónico que fue el que se enfrentaran al final, la forma en que el diablo le extendió la mano mientras dios le dió la espalda, las consecuencias de creerse humano y tener sentimientos que no encajaban en un monstruo...

Los años pasaban con indiferencia para él, ya no había guerra y el perro de Hellsing dejó de ser útil, así que lo encerraron en el sótano como si fuera un viejo mueble. Seguía siendo demasiado irónico, solo que esta vez no lo encontró fascinante, esta vez lo llenó de rabia. No supo con exactitud cuanto pasó en la oscuridad, maldiciendo una y otra vez, por fin estaba solo con sus pensamientos pero eso ya no lo llenaba.

Pasó mucho tiempo para que alguien se dignara a visitarlo, una virgen doncella que corría como un cordero presa de un perro salvaje. Fue herida y su deliciosa sangre reavivó en él la sed de muerte y las viejas añoranzas de la guerra. Hizo un pacto con Integra como antes se vio forzado a hacerlo con Van Helsing, pero esta vez fue por voluntad; tal vez estaba demasiado excitado por el sabor de la virginal ambrosía, pero quedó cautivado por la belleza y determinación de esa bella mujer que logró reemplazar el recuerdo de Mina... Sería su hermosa ama quien lograría que dejara de añorar el viejo y encantado castillo de Drácula... Su vida siempre estuvo rodeada de situaciones irónicas, pero sin duda esa era la más grande.
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Notas de la autora:
Y con esta viñeta termina "el fin de semana literario de Fleuretty". Los títulos son los de los libros de los cuales tomé las frases citadas, yo soy pésima inventando títulos xD

Gracias a Veratos, _Jannel_ y Mawisita por leer todas las ocurrencias de estos días, espero no haberlas abrumado con tanto texto @w@ cinco actualizaciones de Random en dos días, eso es mucho hasta para mí. Nada estaba planeado, lo juro >~< solo recordé el libro "el pájaro espino" mientras desayunaba y, bueno, ya saben el resto...

En breve retomaremos el ritmo habitual de humorísticos drabbles y estén atentas al especial de walpurgisnacht que espero publicar esa noche.

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