Capítulo 1: Demonio, guardián y profesor

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Era de noche. En las calles de aquella ciudad podían escucharse los sonidos de alguien corriendo. Era una chica. Parecía estar siendo perseguida por alguien cuya identidad y motivos de persecución desconocía. Sólo podía correr, correr, sin ni siquiera poder divisar a quien seguía sus pasos.

Las farolas iluminaban aquellas calles, dejando ver un área vacía y sin un alma que pasara por allí, tan sólo ella, aquella chica, asustada, desesperada… Su melena de un color parecido al del Sol cuando atardecía, hondeaba debido al viento provocado por la carrera, y sus ojos, de un color rojo intenso, miraban hacia atrás en contadas ocasiones intentando divisar a su acechante. Fue en uno de esos momentos en los que su vista volvió atrás cuando tropezó con un desnivel del suelo, chocándose contra una pared en el transcurso de la caída.

Apoyando su espalda, la chica se maldijo por su mala suerte, apretando los dientes fuertemente y mostrando rabia en su rostro.

Las bombillas encendidas permitieron observar que no se trataba de una persona normal, sus orejas eran diferentes a las de un ser humano, más puntiagudas y acabadas en pico y, rodeando la zona trasera de éstas, sendos cuernos de pequeño tamaño pero que hacían notar su procedencia. Una demonio.

Aquellos pasos que iban tras los suyos se detuvieron. Dejó de escucharse el sonido del roce de ropajes contra los árboles y, finalmente, una figura apareció de entre las sombras, dejando ver a la víctima el aspecto de su acosador.

Un tipo vestido con un traje y con el pelo de color blanco se situó frente a ella. Llevaba dos extraños halos rodeando sus muñecas, parecidos a los que llevaría un ángel encima de su cabeza en aquellas historias que tanto se han ido contando generación tras generación.

Ella levantó la cabeza. ¿Quién era ese hombre? ¿Qué estaba pasando y por qué la perseguían? Ella no había hecho nada malo, no le había hecho daño a nadie, y, sin embargo, ¿iba a morir en aquel lugar? ¿Por qué?

Aquel hombre levantó la mano en su dirección.

-Así es como debe ser…

De repente una luz de color blanco la cegó, no teniendo más remedio que cubrirse los ojos con uno de sus brazos.

Cuando la luz se hubo disipado, los abrió lentamente, intentando acostumbrarse de nuevo a la iluminación de las calles.

En ese momento, aquél que la había perseguido se hallaba en el suelo, muerto, o eso parecía ya que no se detectaba ningún movimiento que delatara vida en él.

Mirando al ser inerte que yacía en el suelo había un joven, o eso creía distinguir pues la escena no estaba demasiado bien enfocada.

Sostenía lo que parecía una espada y con ella apuntaba al hombre de pelo blanco.

No habías rastros de sangre, ni en el suelo ni en la espada. Lo único que hubiese demostrado que allí mismo acababa de pasar algo era el hecho de que aquel chico sostuviera entre sus manos lo que parecía ser el arma del crimen.

La chica estaba confusa y algo desorientada. Fue en ese momento cuando consiguió por fin pronunciar palabra.

-¿Quién eres?

El joven la miró de reojo y posteriormente se giró. Su rostro fue completamente revelado, dejando ver una terrible quemadura que recorría su mejilla izquierda y llegaba hasta su frente, y un caso de heterochromia, presentando uno de sus ojos de color rojo y el otro azul.

-Oh, no te preocupes. Ahora todo irá bien. Era un tipo molesto así que me encargué de él –tras decir esto volvió la vista de nuevo hacia el hombre trajeado-. Nadie debería matar a otros por el hecho de ser diferentes. – parecía muy serio al pronunciar sus palabras.

Defenderé a los demoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora