Capítulo 4: Cruz roja.

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Mis ojos se abrieron al verlo, llevaba puesto sólo una fina camiseta negra sin mangas. Tatuajes en diferentes partes de sus musculosos brazos adornaban su piel. Tenía un pequeño arete en su ceja derecha y una oreja perforada adornada por una minúscula piedrecilla negra.

¿Puedo pasar? — Su voz ronca me hizo saltar a causa de la impresión, negué rápidamente con la cabeza, dándole a entender que no quería que entrara a mi pequeña casa, mi hogar. June estaba durmiendo en la parte de arriba, sólo deseaba que no hiciera ningún ruido.

Ah, ¿no?— Murmuró molestó mientras bajaba su mano hacía la orilla de sus pantalones, sacando de ahí un arma negra.

Al momento en que su arma hizo contacto con mis ojos, di un paso hacía atrás nerviosa, mi cuerpo temblaba al igual que mis manos. No creía aguantar más tiempo de pie. Maldición, mi nuevo vecino es un psicópata.

Me moví hacía un lado dándole a entender que podía pasar. Claro, quien no lo haría después de que me enseña un arma cargada apuntando hacía mi.

Lentamente entró hacía la habitación, mi mirada siguió sus pasos para asegurarme que no tocara nada.

Se paró frente a una foto de mi pequeña familia -Mamá, Papá, June y yo- la tomó entre sus manos, observándola.

¿Es tú familia? Preguntó mientras se acercaba a mí. Me sacaba aproximadamente una cabeza de altura, haciendo que me sintiera intimidada gracias a las miradas que me daba.

Sí. Murmuré mientras me alejaba un poco de él.

Soltó bruscamente la foto, haciendo que cayera en el piso, rompiéndose todo el cristal de esta.

¡Oye!— Grité involuntariamente mientras me acercaba hacía los pedazos de la foto.

Al momento en el que me agache él me tomó bruscamente del cabello haciendo que un fuerte dolor de cabeza se extendiera por todo mi cuero cabelludo.

Mira bambie, no vengo aquí para socializar contigo ¿oíste? No quiero personas entrometidas en mi puta vida, ya tengo demasiadas y tú no serás otra. Para la próxima vez que te vea en tu puta ventana Dirigió su manó hacia su arma— No dudaré en usar esto.

Un estremecimiento recorrió toda mi columna vertebral, tragué gordo.

Mi nombre es Lena, no bambie Respondí. Mierda, genial Lena, de todo lo que pudiste decir ¿dijiste eso? — Me regañé mentalmente.

¿Qué? Respondió cada vez más enojado.

Me llamo Le...

Si te oí.— Habló interrumpiéndome mientras jalaba más mi cabello hacía abajo, forzándome a mirarlo. No te atrevas a retarme.

Su mano voló hacia mi mentón, haciendo que lo mirara.

Y vaya que no me esperaba esto.

Al momento en que su mano hizo contacto con mi piel, un tremendo dolor de cabeza me invadió, gemí a causa del dolor, zafándome de su agarre, llevando mi mano hacia mi cabeza, mientras una serie de imágenes recorrían mi mente.

Lo único que podía reconocer eran unos ojos verdes en una obscura neblina. Pero había algo diferente en esos ojos. No me intimidaban, ni me provocaban miedo, o nauseas.

Eran lo opuesto a eso, esos ojos pedían ayuda a gritos, estaban más desolados que nada, me provocaban lástima y la necesidad de ayudar.

Abrí bruscamente los ojos cuando la mano de aquel chico dejo de tocar mi mentón. Respiraba entrecortadamente, mientras veía con ojos aterrados mi vecino psicópata.

¿Qué fue eso? — Preguntó notoriamente confuso.

Yo... —Comencé, pero inmediatamente me callé cuando note su fuerte mirada en mi mano derecha.

Dame eso. Demandó. ¿Qué? ¿Ahora que es lo que quería? Dirigí mi mirada hacía mi mano derecha fijándome en el pequeño anillo con un pequeña cruz roja grabada en este.

¿En realidad quería mi anillo? No. Ni loca, ese anillo era lo último que me quedaba de mi padre, me lo obsequió al morir. Era lo que me conectaba a él.

Dame el anillo. ¿De dónde lo sacaste? — Me demandó por segunda vez en la noche. Se acercó bruscamente hacía mi, alargando su mano hacía mi anillo.

Me alejé bruscamente de él, no quería que me quitara mi anillo, y menos que me volviera a tocar. Con lo sucedido anteriormente realmente tenía miedo sobre como mi cuerpo podía reaccionar con cualquier toque de él. Las visiones, el dolor de cabeza, los continuos escalofríos, realmente estaba mal. Pero ahora sólo podía pensar en la razón por la que él estaba aquí, y porqué quería mi anillo.

Aléjate de mí.— Demandé, cuando se acercó más a mí.

Primera lección, siempre se hace lo que yo diga.— Agarró rápidamente mi brazo torciéndolo hacía mi espalda, poniéndolo en una incomoda y dolorosa posición. Un gemido se escapó de mi boca, a causa del dolor.

Al momento en el que sentí sus fríos dedos tratar de quitar mi anillo, apreté mi mano en un puño, para así evitar que lo quitara.

Un gruñido me advirtió que el chico de ojos verdes estaba realmente molesto. Sentí un objeto frío chocar contra la parte baja de mi espalda, apretando.

Bajé mi mirada hacía el objeto, y de nuevo los nervios regresaron a mi. Su maldita pistola cargada estaba posicionada justo en mi cadera.

Bambie, el anillo se recupera, la vida no.— Una amenaza salió de sus labios, haciendo que inmediatamente soltara mi puño, y él quitara el anillo de mi dedo anular.

Buena chica.Me dijo. Primera lección, aprendida.

Me soltó mientras refugiaba mi anillo entre sus dedos, y se dirigía a la entrada principal. Una sonrisa burlona se dibujo en su cara, mientras agarraba la perilla de la puerta entre su mano, para salir hacia la calle.

Y justo antes de salir, volteo a verme para murmurar:

Prepárate para lo imposible, pequeña Lena.


Curse || editando.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora