Capítulo 24: ¿Estás conciente de ello?

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«Tirin, tirin, tirin.»

El ruido proviniente de una extraña maquina hizó que abriera lentamente mis ojos. Una tenue luz iluminaba la habitación en la cual me encontraba. Traté de incorporarme sobre las blancas sábanas pero no lo logré, la cabeza me dolía demasiado, y tenía vendas en los brazos.

—Oh, estás despierta.— Una aguda voz me dijó desde el lado derecho de la habitación. Voltee hacía la dirección de la voz y me encontré con una señora algo mayor, vesitida completamente de blanco.

'Una enfermera' pensé. Llevaba una taza rosa pastel en sus manos, humo salía de está. Le regalé una media sonrisa a la señora, dandole a antender mi incomodidad.

—Pero que tonta soy.— Se regañó a sí misma mientras se acercaba a la cama. —Soy Rosalie, tu enfermera en el turno de la noche.— Se presentó, me extendió la palma de la mano, insegura, recibí su saludo, y ambas estrechamos palmas.

—Toma.— Me dijó mientras me pasaba la taza con el contenido humeante. "Estó te hará sentir mejor, sufriste heridas graves dulzura."

Su comentario me hizó recordar el motivo por el cual me encontraba en este hospital. Traté de recordar los hechos exactos; Trevor y yo habíamos sufrido un choque a causa de un estúpido hombre en medio de la carretera. Fruncí el ceño recordando, ¿como diantres había llegado a este jodido hospital? ¿Dónde se encontraba Trevor? Coloqué la taza en la comoda de lado derecha y voltee a ver a la dulce enfermera frente a mí.

—Rosalie ¿cierto?— Asintió. —¿Sabe cómo llegue aquí?— Me interrumpí a mi misma. —Tengo que salir de aquí, no puedo estar...— Empujé las sabanas hacía mis pies y traté de incorporarme, mi fijé en el cateter en mi brazo y lo jalé, sin pensar en el daño que eso me haría. Gemí a causa del dolor.

—Lena, tienes que calmarte.— La voz de la enfermera resonó en la habitación.

—No.— Murmuré, me movía en la cama, quería salir de ahí. Recordé los lamentos de Trevor, resonaban una y otra vez en mi cabeza. ¡Tengo que salir de este jodido hospital! ¡Tengo que hacerle saber que estoy bien, estoy viva!— Grité frenética.

Unas frías manos se posaron en mi cuello empujándome hacía atrás, provocando que cayera sobre mi espalda.

—Lena, querida, tienes que calmarte, la tensión no es buena para tu estado de salud, no me obligues a usar calmantes.— Me dijo la enfermera.

Negué con la cabeza varias veces.

—No, no, no lo entiende.— La empujé hacía atrás. —¡Tengo que hablar con él!— Grité. Pateé y empujé todo lo que estaba a mi alcance.

Escuché como la enfermera pedía asistencia. —¡La paciente entró en estado de trance!— Gritaba una vez tras otra.

En un abrir y cerrar de ojos, varios pares de manos se encontraban en mi cuerpo forzandome a acostarme, traté de resistirme, pero fue imposible.

—No, no.— Murmuré. Agarraron con fuerza mi muñeca y enterraron en esta un pequela jeringa con un liquido extraño dentro. Comencé a ver pequeños puntos de colores a los costados de mis parpados, seguía negandó con la cabeza, y tratando de explicar porque tenía que salir de ahí.

Sin saber cuando, ni como, el calmante ya había hecho efecto en mi débil cuerpo, haciendo que cayera profundamente dormida sobre la cama del hospital.




(...)




—Estuviste a punto de hacer una jodida tonteria hoy. ¿Sabes en el riesgo en el que pudiste ponerte?—  Una voz susurró provocando que despertara por segunda vez en la noche.

Curse || editando.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora