thanks hormones ; taekook

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Taehyung

Mi cuerpo descansaba contra el colchón, con el portátil a un lado y el móvil del otro. Mi cabeza estaba inundada de pensamientos. Durante toda la tarde, con el corazón en la mano y el miedo a tope, le hice caso a Jimin y traté de investigar un poco sobre como complacer y tratar a un hombre durante, mal hablado, el sexo.

— Lloraré. — dije, mientras colocaba mis manos sobre mis ojos y presionaba. Estaba aterrorizado. Admito que era consciente de que hacerlo con alguien de tu mismo género sería un tanto peligroso, claro que no era la palabra correcta, pero olvidé por completo que el otro cuerpo está en desarrollo y no es "apto" para encuentros íntimos.

Jungkook no importaba qué, quería que lo hagamos por una cuestión de avanzar, si no, quedaríamos como las típicas parejas de niños de cinco años que solo se dan un maldito beso seco y se ríen después de ellos. No, no seríamos así.

Las páginas a las que visité, todas, aclaraban que usar lubricante era una buena opción para la preparación — Digan algo que no sepa. — susurré, riendo por mis adentros

También, aconsejaban que usar condón era algo bueno, a lo que recordé aquella pequeña charla que tuve en primer año con una mujer que hacía a todos babear.

Estaba más que seguro, en esos tiempos, que era bisexual, ya que no me interesaban sólo los cuerpos femeninos y esa profesora pensaba lo mismo. Al principio me caía demasiado mal, me repugnaba ver que explicaba a la perfección la asignatura, era muy detallista y todos apretujaban sus piernas para ocultar sus pequeñas erecciones de niños fetos. La profesora pedía a gritos una sesión de sexo, y siempre miraba al mismo chico, a nadie más ni nadie menos que a mí. Siempre tragaba cada vez que sus ojos se clavaban en mí a través de esos lentes. Más de una vez llegaba a mi casa con ganas de vomitar, no porque ella sea mujer, sólo por el simple hecho de que me estuvieran mirando con intenciones más allá de enseñarme lo básico.

Todo eso cambió cuando iba con Jimin por la calle, masticando chicles y escuchando al otro quejarse porque no lograba hacer un jodido globo, cómo le llamaba. Ambos con los ojos como platos, veíamos a la profesora de educación sexual besándose con una chica, género femenino, de cabello largo, era una mujer. Cuando nos registró, se avergonzó y pidió disculpas si les daba asco tener una maestra homosexual. Ambos les dijimos que no importaba, que cada uno es como quiere y no nos daba asco, ella sólo sonrió y agradeció. Luego de eso, dejo de verme, con la excusa de que su novia era parecida a mí.

Volviendo al tema principal: parte de mí estaba emocionado e intrigado por ir a otro nivel, querer a Jungkook es algo que me sorprendió más de lo debido, aquel cariño, amor, es mayor que cualquier otro sentimiento que haya tenido en mi vida.

Suspiré pesado, era viernes, dos días para tener la tan esperada cita. No tenía un plan fijo, mi idea era quedarnos en su casa, con una cena favorable, hecha por Jin, y conversar. Podíamos estar en contacto todo el día, pero no sabíamos mucho del otro, tampoco tenía idea de las ya, no tan notorias, marcas que tiene en las muñecas y sobre la columna. Necesitaba averiguar, pero corría el riesgo de abrir una puerta con candado y activar una alarma, no lo deseaba en lo absoluto. Rezaba porque sean cosas que se logró hacer el mismo, no era tan tonto y tenía pocas probabilidades de que sea así. Sólo sacaba los pensamientos de sus compañeros de salón y tío, si estaban involucrados, verían arder el mundo y no de un buen modo.

Mi celular no paraba de reproducir el ringstone de Jungkook, un poco perdido en mí, agarré la pequeña cajita tecnológica —como decía mi abuela— y lo desbloqueé, clickeando la aplicación y chat con mi pequeño.