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Taehyung



El trayecto a la antigua casa de Jungkook fue realmente extenso. Alguna que otra vez, el menor de ambos descansaba su mano cerca la mía y nuestros dorsos se tocaban. Con aquel mínimo contacto, era desgraciadamente feliz.

Cada tanto, la señora Young Mi miraba para atrás, y más de una vez olvidaba cerrar los ojos, actuando que estaba dormido. ¿Existe persona en el mundo que pueda dormir teniendo a lo que más adora a centímetros? Y para agregar, el mínimo contacto es un roce entre sus manos.

Están muy cansados. — dijo la voz grave del señor Jeon.

Ajá. — los crujidos de una bolsa se hicieron presentes, para luego parar y segundos más tarde sentir como algo pesado y abrigado era reposado por mi anatomía. — Hace frío, será mejor que no pesquen un resfriado o al volver tendrán problemas. — la madre de Jungkook era tan tierna y sentimental, desprendía un aura a que amaba a su hijo con todo su corazón y haría todo a su alcance por su felicidad. Algo que no te estaría pasando, Tae, dijo la molesta voz de mi cabeza.

Los párpados se me caían a mediado pasaba el tiempo, la temperatura del auto era la adecuada, la manta era la perfecta y los latidos de mi corazón estaban en sincronía. Escuchaba la leve música de la radio, las cortas conversaciones difíciles de entender por la voz baja.

Mi cabeza estaba ubicada en la puerta, mirando hacia el exterior, el cómo los árboles iban y volvían, el cielo lentamente se despejaba mostrando un celeste glorioso a la vista. La cabellera de Jungkook estaba situada en mis muslos, con gran parte de su anatomía en el asiento y las piernas caídas. Miraba con maravilla el rostro del menor, sus pestañas arqueadas y sus mejillas regordetas, aquellos lugares ubicados bajo el labio inferior y la forma tan peculiar de su nariz.

Encantado por tal obra de arte, Jungkook empezó a mover su cabeza de un lado al otro, y automáticamente, bajo la manta, su mano y la mía se unieron, agarradas con ternura, seguridad y transmitiendo todo el amor el uno con el otro. Gracias a ello, pude dormir una corta siesta, profunda, relajada.

Desperté al sentir como mi anatomía era levemente agitada. Abrí los ojos con lentitud, admirando la encantadora sonrisa de la señora Young Mi, quien también movía a su hijo. 

Chicos, ya hemos llegado, despierten así entran y van a dormir. — dijo para luego abrir la puerta de su lado y bajar.

Jungkook se levantó de mi regazo, notamos que su mano y la mía, todavía estaban agarradas y expuestas a los ojos de todos. Por un instante mi corazón dejó de latir, para luego escuchar como aquella irritable voz resaltaba que me presentaría como su novio, su pareja.

Froté con delicadeza mis orbes, y estiré como podía mis brazos, escuchando el sonido de mis músculos acomodándose y los huesos tronando.

— El cielo se despejó. — aclaró Jungkook, mientras acomodaba su cabello y abría la puerta.

En Busan el cielo es más brilloso. — afirmé.

No hay tantas fábricas como en Seúl, por eso hasta el aire es más leve. — decía el anterior viviente de aquel sitio. Sonreí por su respuesta y abrí la puerta de mi lado, bajé y levanté la mirada. Estaba frente a casa lo bastante grande, con las paredes exteriores de ladrillo claro y las ventanas con marco blanco, una pequeña entrada llena de plantas y arbustos, el verde reinaba en aquel sitio.

Jungkook, ¿van a ir a recorrer o quieren que les muestre sus habitaciones así descansan? — la mirada del menor fue dirigida hacia mi persona.

thanks hormones ; taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora