52. ¿De qué demonios me conoces?

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En la habitación Pablo y Patricia buscaban desesperados algo que les indicara donde podía estar Samuel, pero él no había dejado ni rastro, ni una dirección, ni un teléfono, simplemente nada.

Pablo: ¡Maldita sea!

Patricia: ¿Ahora qué hacemos?

Pablo:-se quedó pensativo hasta que sonrió-usurparemos la presidencia, él no la va reclamar, nadie se dará cuenta, falsificaremos unos cuantos documentos y ya está.

Patricia: ¿Estás seguro? ¿Y si vuelve? ¿Y las del Junco? Podrían reclamar

Pablo: y si vuelve querida prima, estará igual que antes, sin memoria... y en cuanto a las del Junco, nada, Andrea se fue quien sabe a dónde y Sofía sigue con su vida, no creo que se den cuenta de nada...

Patricia: el médico me dijo que estaba empezando a recordar, cada vez que una recuerdo se atravesaba por su mente sentía un fuerte dolor en la cabeza y esos dolores cada vez eran más constantes... el médico dijo que se estaba aproximando.

Pablo: vamos Patricia... si en un año en esta casa no le hizo recordar nada, ¿crees que por ahí va recordar todo?

Patricia: esperemos que no...

Por la tarde Andrea daba vueltas en su habitación, pensando en todo lo que le habían dicho Flavio e Irina pero también tenía un debate interno con su corazón y su cabeza. Tenía de nuevo al amor de su vida a su lado, concretamente en el piso de abajo... en el mismo lugar, respirando el mismo aire que ella, por más que pasase el tiempo ella seguía incondicionalmente enamorada de Samuel Gallardo podía intentar comenzar de nuevo... pero su moral le repetía una y otra vez que no se podía aprovechar de esa situación... además, él otro Samuel le había hecho tanto daño que no podía olvidarlo así como así... por mucho que deseara iniciar de nuevo algo con Samuel sabía que en el momento exacto en el que él recuperase la memoria, volvería a odiarla... y cuando descubriese que se aprovechó de él todavía lo haría mas. Salió de su habitación y bajo pasando por el primer piso allí estaba él, observó cómo dejaba los zapatos de la entrada de la habitación ese gesto la dejo helada en las escaleras.

Samuel: hola-ella lo miró y bajo corriendo evitando hablar con él-¡eh! Te estoy hablando-se calzo y fue siguiéndola hasta recepción.

Andrea: y yo te estoy ignorando, no hablo con huéspedes-dijo tajante.

Samuel: eres un poco borde ¿no?

Andrea: soy de simpatía selectiva que es muy diferente, majo, tengo que volver a mi trabajo.

Samuel: ¿trabajas aquí?

Andrea: pues sí-Samuel se quedó mirándola, no había tenido tiempo de hacerlo, era una mujer muy bonita y su rostro era muy angelical muy diferente a su rudo carácter... se perdió en su mirada, la cual le resulto conocida-¿Qué tanto me miras eh?

Samuel: tienes el rostro de un ángel...-ella se enterneció y relajó su expresión asomando una leve sonrisa-...pero tienes el carácter de un demonio-concluyó y se marchó.

Andrea: ¡IMBECIL!-se cruzó de brazos, al girarse vio a Irina en el margen de la puerta sonriendo-¡Que miras!

Irina: ui no, yo nada-soltó una risa-que genio te gastas eh, no conocía esa faceta de ti.

Andrea: no conocía esa faceta de ti-dijo haciéndole la burla-verás... ¿Quién se cree?

Samuel salió a la playa con una sonrisa, aquella mujer de verdad que le parecía muy curiosa y le hacían mucha gracia sus reacciones, se quitó la camiseta y caminó hacia el agua, sintió el agua en sus pies y respiró profundamente relajado... ingresó en el mar lentamente dejando que el vaivén de las olas lo envolviera levemente... entonces al parpadear la vio... era una mujer morena de pelo largo, estaba en el agua completamente desnuda... "Samuel... ¿Por qué desconfiaste de mí?" aquella distorsionada voz se coló nuevamente en su cabeza

DULCE AROMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora