54. Estoy aquí contigo

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Samuel: estás preciosa...-la miró embobado y ella sonrió al volver a ver esa mirada en su rostro, lo había echado de menos.

Andrea: muchas gracias, ¿vamos?-Irina y Flavio los vieron desde el umbral de la puerta.

Irina: no la traigas muy tarde.

Flavio: y trátala bien-Samuel afirmó con una sonrisa.

Irina: odia el tomate.

Flavio: y también el pimiento-Andrea se sonrojó mientras que Samuel soltaba una carcajada

Andrea: ¡Parad! Estoy pasando vergüenza-se giró y salió del hostal seguida por él.

Irina: ya es una mujercita-suspiró a la vez que Flavio se reía.

Caminaban por el paseo marítimo de Esperanza del mar mientras buscaban un lugar tranquilo donde poder cenar.

Samuel: mira, esta marisquería parece que está bien ¿te gusta?

Andrea: sí-sonrió-¿terraza?-el afirmó y ambos se sentaron en lo que les tomaban nota de lo que querían

Samuel: por lo que me dijo Flavio, sois hermanas desde hace poco ¿no?-cerró el libreto con el menú.

Andrea: si...-lo miró con duda-nuestro padre le dejó la casa sin decirnos nada, cuando vine para vivir aquí me encontré con eso.

Samuel: vaya, debió ser un chasco y... ¿venias de vacaciones?

Andrea: no exactamente-tragó saliva-venía a empezar una nueva vida.

Samuel: entiendo... ¿huyendo de algo o de alguien?-ambos se miraron intensamente y ella no supo que contestar, realmente estaba huyendo de él y él mismo la había encontrado.

Andrea: del pasado... supongo, ¿y tú?

Samuel: poco te puedo contar-su voz se apagó, en ese momento les trajeron la cena y comenzaron a cenar.

La cena se desenvolvió con normalidad, Andrea le contó detalles de su vida, detalles que correspondían a la época en la que no conocía a Samuel, él le contó algunas preocupaciones que tenía con respecto a su estado y su tormento de no recuperar la memoria. Cuando terminaron de cenar, pagaron y se fueron por el mismo paseo por el que vinieron.

Samuel: todos mis recuerdos son con respecto a médicos, a Pablo y Patricia, esa dichosa fábrica de perfumes y poco más-suspiró y ella cambió su rostro al escuchar esos nombres, él se percató-¿Cuándo vas explicarme la conexión que tienes conmigo?

Andrea: ¿Qué te hace pensar eso?

Samuel: tu manera de hablar, de reaccionar y sobre todo tu perfume-ella se sorprendió-hay algo en tu aroma que me resulta tremendamente familiar.

Andrea: este perfume pertenece a tu dichosa fábrica de perfumes-sonrió-por eso te resulta familiar, tú lo creaste.

Samuel: no, no-negó-estoy seguro que hay algo más detrás de ello... toda tú eres un estímulo para mí-ella se sonrojó-quiero decir, mi cuerpo reacciona en su totalidad a tu lado, los recuerdos, mi cabeza estalla con solo tenerte cerca... sé que eres alguien que estuvo en mí pasado por mucho que me lo niegues.

Andrea: ¿por eso me invitaste a cenar? ¿Para ver que se de ti o de que nos conocemos?-endureció el rostro.

Samuel: no... perdón-meneó la cabeza-no era mi intención que pensaras eso... yo... ¡arg! No sé hacer las cosas, estoy muy confuso, siento cosas entre los dos a las que no encuentro explicación.

Andrea: ¿Qué sientes?

Ambos se detuvieron en el paseo y él la miro, sin previo aviso tomó su mano y se acercó delicadamente a ella, ella solo se quedó quieta esperando lo que iba hacer, de un momento a otro los labios de Samuel impactaron con los de Andrea, ella se estremeció al instante con el tacto de sus labios sobre los suyos, las manos de él se posicionaron en la cintura y la acercó a su cuerpo mientras que ella enredó las suyas sobre su cuello, sus labios iniciaron un movimiento pautado que ambos reconocían, sus lenguas se reencontraron nuevamente explorando cada rincón después de tanto tiempo, recordando cada sabor y cada movimiento del otro, la sonrisa de él puso fin beso que a pesar de no ser el primero, ambos lo sentían como tal.

DULCE AROMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora