Regina mills

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Ni bien el sol comenzaba a asomar, Regina era despertada por el Fastidioso ruido de su alarma y sin dudar arrojaba dicho objeto haciendole saltar las piezas por Todos lados, siempre solían ser así sus despertares ,desde hacía tantos años que todo formaba parte de su amarga rutina.
De Muy mal humor tomaba su ducha y bajaba a desayunar.
Ya una vez en la cocina Mary Margaret servía su café y unas piezas de frutas.
-¡¡¡este café esta asqueroso!!! Le grito a la pobre anciana, arrojando la taza contra el suelo, desparramando su contenido por todos lados.

-lo siento señora, disculpe.
Decía miéntras juntaba los pedazos de cerámica.

-¡¡¡eres una inútil!!!,me haces perder dinero.
Su furia de descargaba como todos los días, contra aquella mujer de blancos cabellos y manos arrugadas.

-me voy.
Se levantó, agarro su bolso ,las llaves del mercedes y salió con una furia aun más grande.
Mary Margaret estaba acostumbrada a eso trato, esas palabras hirientes, a los golpes y los gritos.
hacía muchos años que trabajaba para Ella  y por más Motivos que Regina le diera no pensaba abandonarla, habia prometido a henry cuidar de ella a costa de cualquier precio, pero cada día le costaba más.

Estaciono su auto frente al hospital, bajo dando un portazo, encendió un cigarro y se dirigió con pasos firmes hacía la Entrada, cada vez que ella llegaba todo el personal trataba ni siquiera de mirarla, era conocida como la Reina malvada, como una bruja sin corazón, capaz de hechizar a cualquiera con sus enormes ojos negros.
Sus tacones resonaban por el hall, a toda velocidad. Llego a su despacho y se encerro de un portazo, esperando que Ese día nadie tuviera el valor de Molestarla.

Como directora se encargaba de dar permiso a las cirugías, del presupuesto, de sus médicos y residentes. Como dueña del hospital su tarea era la más importante, todo lo que sucediera era decisión y responsabilidad de ella.
Hacia mucho tiempo que no pisaba un quirófano, hace casi ya 5 años, que no había vuelto a tocar un bisturí. Solo se limitaba a pasarse todo el día en el despacho firmando papeles.

Una cabellera peliroja se asomó por la puerta de su oficina.

-hola hermanita, ¿como has estado?

Zelena era media hermana de Regina,por parte del padre, sus penetrantes  ojos azules y su gran y enrulado pelo colorado la hacían de una personalidad extravagante y muy divertida.
Su relación era muy mala, Regina había cambiado tanto, que hasta sentía odio por su hermana. Ya no recordaba que en el pasado habían sido muy unidas y no había nada que una no supiera de la otra., pero el tiempo había quebrado su relación, dejando todo eso en el pasado y separando a las dos hermanas.

-¿que quieres Zelena? Dijo sin siquiera levantar la vista de los papeles.

-pues nada, andaba por acá y pensé en visitar a mi hermanita.

-si solo viniste por eso puedes irte por donde llegaste.

-¿por que eres así? Sabes que yo...

Regina no la dejo terminar y con sus ojos llenos de rabia se Levanto de su silla y empujándola hacia la salida le grito

-no quiero escucharte, déjame sola, no necesito de tí ni de nadie.

-pero gina...

una cachetada se estampo contra el rostro de la colorada,
-nunca más vuelvas a llamarme así y ya vete que me molestas.

Su odio crecía desmesuradamente, no dejaba que nadie La llamaran así, "gina". Solo su padre lo había hecho y nunca más permitiera que lo vuelvan a hacer,nunca más.

Cerro la puerta en la narices de Zelena y se apoyó en el marco, dejando caer una diminuta lágrima, que rápidamente enjuago y volvió a sumergirse entre los miles de papeles.

Cerca de las 6 de la tarde, abandono el hospital para dirigirse a su mansion, había sido un día largo y la visita de Zelena había sido la gota que revalsaba el vaso.
Aparco su coche dejándola en la entrada y giro la llave en la enorme puerta. Se encontró con Mary Margaret quien le sonreía cariñosamente.

-no voy a cenar, y no quiero que nadie me moleste.

-si señora.

Regina simpre llegaba cansada y con una furia incapaz de controlar, ya había perdido la cuenta de cuantas veces cocinaba y la cena era tirada a la basura. Como le dolía a la anciana ver a esa mujer convertirse en alguien tan frío y tan distante del amor del mundo, pero quien era ella para juzgarla y mucho menos obligarla a cambiar. Solo se limitaba a su trabajo y cuidando que nunca le pasara nada, pero la tarea cada año se hacia muy difícil y sabia que Sus años le jugaban en contra, ya A sus 68 años ,su salud no era la mejor y no podría permanecer por mucho más trabajando para ella, que pasaría el día que ya no pudiera cuidarla, quien estaría ahí para soportar sus caprichos, sus enojos y su dolor.

Se encerró en el despacho, se servio un whisky, apoyo sus cosas y se sentó en un gran sillón que dejaba contemplar las estrellas desde el gran ventanal.
Odia sentirse así, y que los demás la miraran con lastima, como si alguien pudiera hacer algo por Ella, odia su vida ,su trabajo, sus pesadillas que noche a noche la atormentaban, odiaba esa casa y ese maldito hospital. Levanto su vaso con su mano temblando a causa de los sentimientos que desbordaban en Su interior y con todas sus fuerzas lo arrojó contra la pared, el mismo destino tuvo su botella, el ordenador y cuantas cosas más.
Regina era impulsada por una sed de venganza hacia la vida, una sed que cada día hacía crecer su maldad hasta límites inimaginables.
Mary Margaret escuchaba desde la planta de abajo, el estrepitoso ruido, pero sabía muy bien que debía dejarla sola, la última vez que quizo ayudarla termino llevándose un gran golpe en la cabeza por un objeto que Regina le había lanzado.
Cuando por fin se hizo silencio, la anciana subió despacios la escaleras y comenzó a ordenar el despecho, había trozos de Vidrio desparramados por todo el lugar, el ordenador en mil pedazos,las cortinas rasgadas y la alfombra manchada con sangre.
Cuando a Regina la alcanzaba la furia, no era conciente del daño que podía ocasionar, la maldad que en ella habitaba era capaz de ocasionar grandes destrozos en las cosas y las personas.

Se sumerguio en la bañadera blanca que cubría gran parte del inmenso baño de su habitación, mientras el aroma de manzana llenaba sus sentidos, prendió el mp3 y puso la única canción capaz de atizar toda su furia, demons. Mientras sonaba las primeras estrofas, su cuerpo se iba relajando dejándola entrar en aquel transe que pondría fin a ese día.

Save Me From This HellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora