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Ian no necesitó que le respondiera con palabras, mi acción fue más que evidente. Estaba dispuesta a seguir hasta al final de todo esto, después de tantos años de ser anorgásmica. No sé qué tiene este hombre, pero necesito descubrir por qué con el sí; luego me las veré con las consecuencias.

La respiración y los gruñidos de Ian al sostener su miembro y hacer pequeños movimientos arriba y abajo me excitan otra vez, y él se da cuenta que estoy lista para otro asalto, ya que se da la vuelta y me deja encima de su inminente erección.

—Cuando tu quieras, Elena —me dice dejando su pene en mi entrada, dándome la última oportunidad de arrepentirme—. Elena —es lo único que sale de sus labios entreabiertos al sentir como lo dejo entrar poco a poco en mí. 

Cuando lo tengo completamente dentro, me detengo a sentirlo y disfrutar de la deliciosa invasión; pero Ian tiene otros planes, puesto que me agarra de la cadera para empezar a hacer movimientos descendientes; yo solo pude poner mis manos en su pecho y seguir con los movimientos de cadera, sintiendo cada partícula de su miembro llenándome. No duramos mucho en ese lento va y ven, necesitamos más, más velocidad, más fuerza, nos necesitamos el uno al otro, pero ninguno tiene la valentía de decirlo, nuestros cuerpos se encargan de hablarse el uno al otro.

Me erizo al completo cuando estoy al borde de un orgasmo desbastador. Ian me regala una de sus sonrisas de pervertido sexy, la última que he añadido a la lista de sus sonrisas,  este acelero su agarre en mis caderas al mismo tiempo que la velocidad de las acometidas. Subo y bajo sin parar, lo que nos arrastro a un orgasmo que nos dejo a ambos exhaustos y deseosos de más.

Ni en mis sueños más lujuriosamente irreales he sentido algo parecido. Joder, que sensación tener a este hombre dentro.

Me dejo caer en su pecho para recobrar el aliento e Ian me deja un beso en la frente mientras sus manos recorren mi espalda hasta llegar a mi trasero, donde las deja.

—Eso fue asombroso, glorioso —es lo último que escucho de la boca de Ian, antes de quedarme profundamente dormida. Coincido contigo, Ian pene glorioso.

Me despierto sobresaltada al escuchar unos gritos y salto de la cama. Me doy cuenta que ya es de día; me encamino a la habitación de Alex, donde la encuentro tratando de calmar a Dylan. 

—¿Qué le pasa, Alex? —le pregunto al tomar a Dylan en brazos.

—La verdad no sé Lena, desde que llegamos ha estado inquieto.

—Te dije que sacarlo de la casa no era buena idea, el frío no le hace bien —creo que tendré que decirle a Ian que llevemos a Dylan al doctor, tantas calenturas no debe ser normal. Hago lo único que creo lo podrá calmar y empiezo a cantarle y acunarlo en mi pecho.

Mientras lo hago siento como los fuertes brazos de Ian me abrazan desde atrás, depositando un beso en mi cuello y hablándome en susurros cerca de mi oído.

—A esto me refería cuando te decía que me gusta como eres con mi hijo, solo tú logras calmarlo con esa rara canción en español —solo sonrío como una boba hasta que logramos dormir a Dylan y acostarlo en su cuna. Al final decidimos no llevarlo al hospital, por supuesto Ian quería, pero Alex con su argumento de que tiene experiencia y él no, logró convencerlo.

—Ven, volvamos a la cama —me dice luego presionando su erección matutina contra mi trasero. ¿Otra ronda de sexo delicioso con Ian pene glorioso? Sí, por favor, pero jodidamente tengo trabajo.

—Ya son las 7:10 am, debo prepararme para ir a la oficina —su respuesta es refunfuñar como un niño por dejarlo con las mismas ganas que tengo yo, pero trabajo es trabajo. Me pongo de puntillas para darle un beso en la mejilla con una mano en su entrepierna antes de dirigirme al baño. Me sobresalto cuando me da una suave nalgada en el momento que estoy frente a la puerta.

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