Narras tú.
En el coche hablamos sobre cómo había estado mi día, Justin insistió mucho para que le contara. Un olor a hierbas y frutos rojos invadían todo el automóvil, era muy placentero respirar.
Cuando me senté en los asientos de inmediato me dijo que estos tenían olor a su colonia varonil que siempre lleva, esa colonia característica de él. Estaba ansiosa como el infierno por saber dónde planeaba llevarme Justin. Ni siquiera me había dicho cómo debía ir vestida a la ocasión, nada. Si no hubiera sido porque la cita era una sorpresa y no sabía en dónde sería, me habría puesto mis leggins con un par de converse.
La presencia de Justin me erizaba la piel, disfrutaba tanto estar juntos. Mientras Justin manejaba yo obverva por la ventanilla tratando de ver si el lugar se me hacía familiar pero era todo lo contrario, en mi vida había transitado por esta carretera. Posé una mano al costado de mi cuerpo y cada vez que Justin ponía el cambio nuestras piel se rozaban y me causaban tantos escalofríos al mismo tiempo. Era como pequeñas descargas electricas por todo mi antebrazo.
Apoyé mi cabeza contra la ventanilla empañada del coche y de repente, unos dedos se entrelazaron con los míos sin previo aviso. Observe mi mano junto a una mucho más grande y varonil y luego levanté la mirada encontrándome con los ojos de Justin sobre mí. Esos ojos miel tan profundos, esos ojos con los que había soñado más de una vez. Su pecho subía y bajaba lentamente, comprobándome lo tranquilo que estaba él. Con cuidado, levantó nuestras manos que parecían una sola y la puso sobre la palanca de cambios. Supe que estaba intentando calmarme, sabía que estaba lo suficiente nerviosa por esta cita. Le sonreí en agradecimiento y él levantó un poco nuestras manos entrelazadas para besar cada uno de mis nudillos con delicadeza.
Cada vez que esos labios perfectos se posaban en mis nudillos, me daba cuenta que deseaba más. Deseaba que él estuviera sobre mí. Estaba deseosa de más.
Luego de un par de horas, finalmente llegamos al bendito lugar. Justin metió la mano en su bolsillo y de allí sacó un pañuelo color café. Era parecida al largo de una bufanda. Me pidió que saliera del auto cubriéndome los ojos. Cuando bajé del coche él se puso detrás de mi y sentí sus brazos enredarze en mi cintura. Una vez más, mil escalofríos recorrieron mi cuerpo.
Me acomodó el cabello y lentamente la ató cubriendo mis ojos. De repente, todo se tornó negro, se me hizo más complicado caminar, tanto, que más de tres veces casi caigo de nariz contra el suelo pero Justin me sostuvo. Él disfrutaba verme así, maldiciendo cada vez que me topaba con una roca o árbol, pero sin dudas para mí era todo un desafio caminar con los ojos vendados. Me repitió cuarenta y tres veces que confiara en él. Bueno, quizá no fueron cuarenta y tres pero si que fueron muchas. Cada vez que abría su boca para decir algo, sabía que diría "confía en mí" mientras reía a carcajadas por mis pasos temblorosos. Estaba prácticamente sudando, parecía ser un sendero largo ya que casi pasé unas dos horas caminando. Cuando le dije a Justin que había pasado dos horas caminando, él estalló en risas y comenzó a hacerme bromas. Bromas que me ponían caliente y hablo en serio. Se acercaba a mi oído y pronunciaba palabras lentamente haciendo que mis vellos se erizaran, también jugaba con mi cabello y lo enredaba entre sus dedos. Yo solo chillaba cuando me jalaba algún cabello a pesar de hacerlo suavemente.
Claro que mis nervios no se habían ido. Seguían dentro y de mí y me comían por dentro. Luego de un par de minutos caminando, aunque yo preferiría llamarlo horas, llegabamos al bendito lugar. En este sector se me hizo más complicado avanzar ya que había mayor cantidad de rocas y más grandes de lo normal. Llegué a pensar que era personas y no miento, miles de veces susurré "perdón" pensando que era algún tipo de anciana inofensiva a la que yo le tiraba sus compras. Justin reía peor cada vez que una palabra salía de mi boca. Fuera una maldición o no. Se acercó a mi oído sin previo aviso y susurró que ya habíamos llegado. Mis manos sudaban y no quería que me sacara la venda a pesar de estar tan ansiosa. Era como un niño esperando para abrir sus regalos en noche buena. Algo así. Recorrió mi mandíbula con su dedo índice y luego, despacio, tan despacio que creí que la espera sería eterna, sacó mi venda. Tenía los párpados cerrados, no quera abrirlos. Justin rió al ver mi rostro que seguro, estaba más deforme de lo normal. —Ya puedes abrirlos—dijo entre risas. Por su voz, supe que estaba nervioso. Quizá más que yo. —Vale—dije y mentalmente conté hasta tres veces, preparándome para lo que fuese.
¿Esto era en serio? Nunca nadie había preparado algo tan lindo y romántico para mí. Sentí mis ojos llenarse de lágrimas, pero evité que estas cayeran por mis mejillas. Era hermoso. Estábamos en una parte alejada del parque. Nunca había ido allí, ni siquiera sabía que aquel lugar existía. Césped verde manzana se encontraba por todo el suelo, aun lado estaba un sendero, supuse que por allí habíamos caminado. Una manta floreada estaba tendida allí, con una canasta repleta de comida. Velas rosas estaban a los costados, perfumando cada lugar del parque. Seis almohadonesde colores también estaban allí, encima de la manta. Diferentes platillos con comida, una botella de champán y pétalos de rosas desparramados a los lados.
—Justin, esto, esto es hermoso—dije sin palabras para expresar lo tanto que me gustaba. —¿Te gusta?—noté cierto brillo en sus ojos miel. —Lo amo. Nunca nadie había hecho algo así para mí—dije con dificultad al hablar. Estaba en shock por la sorpresa que él había hecho. —Oh me alegro que te guste, aunque recibí cierta ayuda... sabes que no soy bueno con eso—rió—quería preguntarte, quería preguntarte algo—tragó saliva. —Dime—dije con una sonrisa en mis labios. —¿Te gustaría ir al baile de graduación conmigo?—dijo y sacó de su bolsillo un ramillete color piel. Era perfecto. —Pues—dije y él comenzó a jugar con el ramillete en sus manos—claro que sí. —¿En serio?—preguntó y asentí con la cabeza.
Se acercó a mí y enredó sus brazos en mi cintura. Apoyé mi cabeza sobre su hombro y sentí unos suaves labios besar mi frente. Tomó mi mano y nos separamos para caminar hacia la manta. No quería despegarme de él, quería pasar toda la entre sus brazos.
—Come lo que quieras, claro lo hice yo—se encogió de hombros.
—Mmm... ¿Tú hiciste esto?—dije y toqué su nariz respingada con mi dedo haciendo que riera.
—Mamá ayudó—confesó y lo miré esperando a que continuara—bueno, quizá preparó toda la comida—dijo y estallé en risas. Me acerqué a él y besé la punta de su nariz.
* * * *
Pasamos toda la noche juntos. Saboreamos cada platillo hasta más no poder e hicimos bromas a cada rato. Definitivamente disfrutaba estar con él.
Eran casi las cuatro de la mañana y nosotros estábamos recostados sobre la manta, en forma de cucharita, sus brazos fuertes estaban envueltos sobre mí. Me sentía protegida, solo con él me sentía así, era el único que podía lograrlo. Su respiración chocaba contra mi nuca y cada vez que respiraba, me erizaba la piel.
Luego de minutos pensándolo, decidí en sacar lo que tenía dentro de mí.
—Justin—susurré.
—¿Qué ocurre, preciosa?
—Quiero ser tuya—si. Finalmente lo dije.
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Change me {Justin Bieber y tú}
Fanfiction_____ Logan vive en Malibú junto con su madre, quien la ignora desde el día que vino al mundo, por lo tanto _____ la desprecia y no tiene ningún tipo de relación con ella. Su vida da un giro de 360° al toparse con Justin Bieber, una mafioso revelde...